Di un paso para correr, pero fue un paso en falso y me caí. No se que pasó, debí de haberme dado un buen golpe en la cabeza, ya que me desmayé. Cuando desperté estaba en un sofá. Atiné a levantarme rápido para observar en donde me encontraba. Era un living muy grande y hermoso, nada estaba fuera de su lugar. Era demasiado perfecto para ser real. Creí que estaba en un sueño, así que no me enloquecí y caminé por ese gran lugar.
Todo era blanco, pero un blanco imposible de mirar, te rompía los ojos; todo estaba tan limpio, tan reluciente. Tenía miedo, pero no por haber despertado ahí, o por lo que pudo haber sucedido mientras estuve en mi inconciencia. Sino porque no tenía miedo de ese lugar, estaba curiosa, maravillada; me sentía segura, no me quería ir.
No había ni un solo ruido, todo era silencio, pero un silencio tranquilizador, ¿estaría loca de verdad? Cualquier persona normal en esta misma circunstancia estaría totalmente aterrada, preguntándose si la habrían secuestrado, si iba a morir, o quién sabe que otras cosas más. Pero yo no, estaba ahí, aturdida, media inconsciente y extrañamente tranquila.
De pronto en mi caminata curiosa, escuché un ruido, ahí si se despertó mi miedo, por instinto más que por pleno conocimiento; y corrí hacia una mesa que estaba contra la pared apartada casi ni se veía, estaba muy cerca de mí y me tiré como pude para que la persona responsable de ese ruido no me viera. Aunque obviamente eso no fue muy inteligente de mi parte, ya que la idea de esa persona era verme, e iba a notar que ya no estaba; obviamente me iba a buscar. ¿Pero pude haber escapado o no? En ese momento que me empezaran a buscar, yo tendría tiempo de poder realmente escapar; a pesar de eso seguía metida en mis pensamientos incoherentes de que no tenía ganas de irme y sentía curiosidad de saber más sobre ese lugar, que no impartía ningún miedo.
En ese mismo momento, alguien entró. Era hermoso, era algo fuera de este mundo, me quedé hundida en su cuerpo y su cara, era alto, su cuerpo estaba marcado con músculos, pero no exagerados, “perfecto”, con una piel clara y hermosa, no tenía ni un solo lunar, ni un solo granito, sin ninguna imperfección; tenía el mentón cuadrado, pero limitado, nada exagerado, sus ojos eran de color marrón claro, miel, almendra, extraño, no era un color definido, era una mezcla de colores preciosos, su nariz era fina. Su pelo obscuro como la noche, pero con una brillantez que cualquier mujer envidiaría, cualquier hombre envidiaría, cualquier persona envidiaría; era liso, sedoso y un poco largo.
- ¿Alma? No tengas miedo, no te voy a hacer daño.. – estaba tranquilo, su voz era tan dulce y perfecta como él, me dieron ganas de salir. No sentía miedo. Pero, ¿cómo sabía mi nombre?, ¿de dónde lo sacó?; yo nunca llevaba mis documentos encima. De esa forma no podía ser. Solo que hubiera reconocido mi pobre auto ahí en el medio de la nada, y lo abrió para ver si algo mío había, para reconocerme. Pero nada había en él tampoco.
- ¡¡Alma!! - repitió mi nombre muchas veces, sin enojarse, ni levantar la voz, ni siquiera se sentía inquieto.
De pronto miró hacia donde estaba yo, "¿me habrá visto? " pensé.
- Te encontré tirada en el suelo inconsciente y te traje a mi casa. No me tengas miedo.
Claramente si me había visto, se acercó hacia la mesa y tendió su mano, poco a poco salí, no le tomé la mano, preferí no tentar a mi suerte a pesar de mi temeridad, un poco de conciencia me tenía que quedar. Aunque aquellas palabras “no me tengas miedo”, no tenían sentido para mi.
- No me tengas miedo – repitió. Noté preocupación en su rostro, debería de pensar que yo estaría muerta de miedo e intentaba que me sintiera segura -Hola, soy Nahuel – cuando notó que yo no estaba aterrada, sonrió, aquella sonrisa fue la gota que derramo el vaso de mi cordura, me desquicié, ahora si que no quería ir a ningún lado, era tan maravillosa, podía garantizar que había iluminado todo el salón.
- Ho-o-o-ola, so-o-oy Alma – mi voz sonó baja, y tartamudeé no por miedo, sino por lo fascinada que me sentía por aquella sonrisa. Dije mi nombre a pesar de que el ya lo sabía.
- Lo se, encontré un papelito que lo decía mientras buscaba entre tus cosas para saber quién eras, espero no haberte molestado con eso.
"Claro", pensé. "La nota de Manuel, me la guardé en el bolsillo para tirarla y me olvidé ". Ahora me sentí menos preocupada sobre eso. No estaba en peligro, por lo menos no a la vista.
- Si, es de mi hermano. No me molestó, hiciste lo correcto. Discúlpame a mí por haberte causado problemas. Creo que me caí, quería salir corriendo porque sentí un ruido.
- Si, lo se – se sonrojó en ese mismo instante y miró hacia abajo – fui yo, lo siento. - Me sorprendí, no esperaba eso. No quería preguntarle porque lo hizo, no se si quería saber la respuesta, pero como siempre mi curiosidad era mi enemiga.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Es que yo… - extrañamente la situación se revirtió, yo estaba más segura y el se sentía asustado. –…te vi allí y sentí algo singular, no quería que te fueras. Discúlpame, tampoco quería asustarte.
- Esta bien, pero, ¿tú eras quién me observaba?
- Si, no te preocupes, no soy un acosador ni nada parecido. – se adelantó a decir - Me gusta ir al bosque de vez en cuando, es muy solitario y tranquilizador. Nunca nadie va, pero esta tarde fueron muchos muchachos y allí te vi. Me atrajiste de alguna manera, saludable, te lo juro. Y cuando esta noche volviste, me sentí extrañamente contento, pero te fuiste, luego te vi otra vez aquí, esta vez sola, no quería que te fueras. Iba a hablar contigo, pero me dio un poco de timidez, hasta que te dije eso y te asustaste, quisiste correr pero tropezaste y te caíste. Ahí te traje a mi casa.
Tendría que haberme asustado, podría ser un acosador, a pesar de que el dijera que no. Pero algo en sus ojos me decía que contaba la verdad, de que no me haría daño. De pronto sonó mi celular. "¿Eso todavía lo tenía encima?" protesté para mis adentros, creía que lo había dejado en el auto, rara vez estaba con el cuando no iba a hacer nada raro. Pero esta vez había decidido llevarlo, recordé, iba a hacer algo sola; y seguramente mi madre me llamaría de nuevo, a pesar de haberle dicho que esta vez no haría nada malo; ella querría comprobar que estaba viva y que Flor no iba a meterme en un problema nuevo, por lo menos uno no muy malo.
- Atiéndelo – me dijo el chico con esa voz tan tranquilizadora – debe ser alguien preocupado por ti.
Por lo menos no tenía miedo de que atendiera, eso no sonaba como algo proveniente de un secuestrador. De todas maneras me pareció extraño, mi madre no acostumbraba a llamar tan rápido, y mis hermanos no iban a ser, les había avisado que llegaría a las once, solo que me haya quedado más tiempo inconciente de lo que creía.
Tomé el celular, miré quién era, "Flor", suspiré para mis adentros. No tenía que encontrarme nerviosa, yo nunca le mentía a ella por más horrorosa o vergonzosa que fuera la situación.
- Flo – le dije tranquilamente
- Alma, ¿cómo estás? Disculpa que no te llamé a tu casa y lo hice directamente al celular, pero no quería que tus hermanos atendieran y me hicieran preguntas sobre tu vida como cada vez.
- No te preocupes, de todos modos mis hermanos no están en casa. ¿Qué pasó?
- Quería saber si ya estabas por dormirte.
- No realmente, ¿por qué?
- Quería saber si querías ir al centro, me llamó Eric y me dijo si queríamos ir al nuevo baile que iba a abrir hoy. Se llama “Neón”. Tiene entradas gratis, algo sobre su hermana, me dijo que las había conseguido para él. ¿Venís?
- No, no puedo realmente. En realidad ando en otra cosa, no estoy en casa. – le dije tranquilamente.
- ¿Cómo que no estás en tu casa? ¿Dónde estás Alma? – le pareció extraña mi respuesta, nunca salía a ningún lado sin invitarla, solamente que fuera por alguna cita o algo así, pero ella siempre sabía antes sobre esos momentos. Le prometí contarle todo al otro día, estaba sumamente preocupada por mi, pero de todas maneras no me preguntó nada más. Luego de cortar, volví a fijar mi mirada en el chico que me observaba con algún tipo de ilusión que no entendía. Como si yo hubiera dicho algo esperanzador para su vida.
- ¿Qué pasa? – le pregunté
- No estas asustada, no te vas a ir corriendo y ni siquiera le dijiste lo que te había pasado. ¿A mi me preguntas qué pasa? – su sonrisa ahora se volvió picara. Me sonrojé un poco, tenía razón, no lo había notado. No dije absolutamente nada, y él no tenía ni idea de que estaba hablando con la persona a la que nunca le escondía nada. Mucho peor y más extraño. Se ofreció para llevarme a casa y me preguntaba a cada segundo si me sentía bien, si me dolía algo. Negué todo, estaba atontada por la situación. Luego me ofreció un café, su rostro todavía esperanzado me estaba llamando a decir que si, parecía deseoso de que me quedara, pero mi raciocinio por fin entró en acción.
"Andate, ¿qué estas esperando? ¿Tu mamá nunca te dijo “no hables con desconocidos?” y menos quedarte en su casa. Era tiempo. ¡¡¡ANDATE!!!"
Rechacé sutilmente el café y me limité a decirle que me iba de nuevo al bosque a recorrerlo, sabiendo ahora que era él quién me observaba.
- Te acompaño hasta el bosque, está aquí enfrente.
- Creí que estábamos lejos de él.
- No, vivo en frente. Por eso voy seguido.
- Entonces no te preocupes, yo voy hasta mi casa mejor, tengo mi auto ahí no más. – me miró con cara decepcionante esta vez, realmente no quería que me fuera.
- ¿Estás segura?
-Si, no te preocupes, muchas gracias por todo. Un gusto Nahuel – lo saludé, me di media vuelta y caminé hacia mi coche que estaba a unos pasos de la entrada del bosque como lo había dejado. Miré hacia atrás, pero él no estaba ahí, no debió de haber salido de la casa. Aquella era de la que habíamos estado hablando hoy con Flor, nadie había vivido allí en mucho tiempo, era oscura y llena de plantas que tapaban su vista, ahora estaba iluminada y limpia. Volví mis ojos hacia enfrente, llegué a mi coche, lo encendí e intenté no pensar sobre el tema, prendí la radio y marché a mi casa.