lunes, 26 de julio de 2010

CAPITULO 5: INCOMODA

- Flo, voy a tomar aire un segundo – quiso acompañarme pero yo me negué rotundamente, necesitaba ese momento a solas.
Me di media vuelta y me fui hacia la puerta. Detrás de mi vi de reojo que Gaby me había observado cuando hablaba con el chico y ahora cuando me estaba yendo del lugar. No le presté atención, preferí no pensar en eso.
Abrí la puerta débilmente, tanto que tuve que volverla a empujar. Salí de apuro, y entre corrí lejos de ahí. Me senté en un pequeño asiento que se visualizaba a lo lejos, a pesar de mis fortuitas ganas de desaparecer no quise irme más lejos que eso; tampoco quería preocupar a nadie.
No entendía porque estaba tan intranquila, a parte de lo de Benja; esto era obviamente por algo más, pero no entendía porque.
En realidad inconscientemente lo sabía, pero no tenía ningún sentido.
No pude engañarme, y volví mis pensamientos hacia el chico. No podía sacármelo de la mente, desde esta noche cuando todo sucedió. Todavía no me había sentado a pensar las cosas, es más, intenté en vano escapar de ellas.
Mi mente estaba claramente introducida en los ojos de ese chico, no creo que fuese malo, todo lo que hizo fue ayudarme en mi caída y mi desmayo. Me llevó a su casa y me cuidó de buena fe. Pero también era “culpa” de él, el hecho de que yo me haya caído, el me había asustado, el estaba ahí observándome desde el momento en que yo había ido al bosque con mi clase. Eso no podía ser algo normal. De todos modos, no tenía ningún indicio de que fuera un acosador o algo por el estilo, al contrario me parecía sumamente dulce y atento. Pero no hay un perfil para un loco sicótico acosador ¿no? Pero no puede ser as í.No podía dejar de convencerme de que el no era uno de esos.
- ¡Alma! – miré moviendo la cabeza rápidamente. Era Gaby que irrumpía mis pensamientos - ¿Estás bien? ¿Esperabas a alguien más? – claramente se dio cuenta de mi cara de desilusión
- No, no, no esperaba a nadie. Solo me sorprendiste.
- OH! Disculpa, no quería asustarte. Solamente te vi venir sola para acá con una cara nada buena, entonces quise venir a ver si estabas bien. Disculpa que sea tan pesado, es la segunda vez que te vengo a parlotear.
-No te preocupes, estoy bien, no me molesta que vengas a hablar conmigo. Solo me abrumó un poco la gente y quise salir a tomar aire – obviamente no me creyó, había entrado al lugar hace solo unos minutos y luego de hablar con el chico decidí irme. Nadie creería eso después de haber visto la escena. Pero de todos modos lo dejó pasar. No me sorprendía, él siempre fue un caballero.
- ¿Te molesta si me quedo contigo? Tampoco me gusta mucho eso de la gente, ya me conoces. – sonreímos juntos un momento. Éramos tan parecidos.
- No, claro que no. Te puedes quedar – lo dije, a pesar de querer en mi mente que el fuera otra persona. Se merecía todo lo que el quisiera y yo me sentiría un poco aliviada con su compañía.
Quedamos unos momentos en silencio, pero como siempre no era incómodo; no era porque no tuviéramos nada para decirnos, simplemente nos sentíamos tan bien uno con el otro que no necesitábamos hablar para estar en contacto o para poder entretenernos. Eso siempre fue una de las cosas que más me gustaban de nosotros dos.
Comenzó a preguntarme sobre mi día, el bosque, la experiencia y como me sentía yo, estaba muy nervioso, podría jurar que quería llegar a algo más, pero no iba a serlo así como así, estaba dando muchas vueltas.
- ¿Y ese chico con el que hablabas? ¿Lo conoces? – estaba un poco avergonzado y ansioso. Se notaba en lo rápido que había hecho las preguntas y había entrado en el tema prácticamente de la nada. Mis sospechas estaban acabadas.
- Si, lo conozco.
- ¿Y quién es? ¿No es del pueblo verdad?
- Se mudó hace poco para la ciudad, los dueños del baile son sus padres, según lo que me contó.- Se quedó en silencio un segundo
- ¿Y de donde lo conoces? - ¿Que decirle? ¿Que lo conocí porque me escape a ver el bosque sola, que me recogió y me llevó a su casa? ¿Que descubrí que me hizo vibrar el corazón a penas lo vi? ¿Como decirle algo así?
- Lo vi en el bosque el otro día, el vive enfrente, en una hermosa casa, aquella que estaba toda oscura y llena de enredaderas – odiaba mentirle, pero no podía decirle la verdad esta vez. Aceptó aquello sin ganas como sabiendo que yo le estaba mintiendo, y no sabía porqué. Desconfiaba como nunca, lo conocía y el a mí. Otra vez decidí entrar, quería escapar de aquella conversación, ya no me sentía tan cómoda como antes.
Nos levantamos y marchamos hacia la puerta, al entrar cada uno se fue para diferentes lugares.
Fui hacia donde estaba Flor que me miró un poco confusa al verme llegar con Gaby, pero mi mueca respondió toda duda.
Estaba buscando casi desesperadamente al chico, no lo encontré por ningún lado, por lo que me limité a divertirme con mis amigos y pasar un buen momento. La noche transcurrió tranquila, a pesar de algunas molestas miradas por parte de mi hermano, y otras de Gaby, no era que quisiera, pero me sentía observada por lo que de vez en cuando se me escapaba la mirada para donde ellos se encontraban. De vez en cuando entrecruzaba las miradas con mi hermano cuando me descubría mirando a Gaby y me lanzaba una mirada casi asesina, automáticamente volvía mi cabeza, no quería más malos entendidos, ni problemas.
Se escabulleron también algunas preguntas de mis amigos provenientes del chico aquel que nadie conocía, solo yo, y de cómo las cosas estaban con Gaby. Obviamente contesté limitadamente, por un lado porque estábamos en un baile y la conversación no era algo que se diera bien; y por otro porque no quería hablar de ninguno de los dos chicos.
Nos fuimos bastante tarde; aquella noche no pude dormir.

CAPITULO 4: EL BAILE

Llegamos al centro y ahí estaban todos. Saludamos a los chicos. Estaban muy bien vestidos; nunca jamás habían cosas nuevas para festejar, cuando algo pasaba todo el mundo se revolucionaba y no había nadie que faltara a la invitación. No éramos muchos por supuesto, el pueblo no tenía más de 5000 personas, y pocos éramos los jóvenes; el lugar era muy extenso pero poco conocido. De todas maneras todos convivíamos felices, no necesitábamos mucha gente, teníamos una buena educación y la ciudad estaba muy cerca. Allí se encontraba mi facultad, por suerte no teníamos que desplazarnos muy lejos.
- Hola chicas – dijo Benja, Flor le repitió el saludo, mientras yo asentía algo avergonzada, sabía que me estaba mirando con ojos sorprendidos por mi reciente cambio a modelo de belleza. Bueno, a un intento de modelo de belleza.
- Que lindas que están pequeñas – dijo Adrián
- Vete a babear a otro lado – tonteó Flor; todos éramos un grupo muy unido, de alguna forma bastante inseparables, teníamos todas las clases de la facultad juntos, y toda la parte escolar y liceal, también la pasamos juntos; al igual que con Flor nuestra amistad se fortaleció recién en la facultad. Aunque teníamos sub grupitos, todos nos queríamos mucho. El grupo entero era el de Benja, Adrián, Lucía, Cristian, Flor y yo.
- Niños por favor no se peleen, estamos grandes para esas cosas – dijo Lucía irónicamente y mirándolos con un aire de chiste
Todos marchamos para el baile, no quedaba lejos de ahí así que por lo tanto dejamos todos los autos en el lugar en donde habíamos aparcado antes. La seguridad no era una preocupación aquí.
Llegamos al lugar, era un baile bastante grande para lo que estábamos acostumbrados, era hasta raro saber que había un baile nuevo en el lugar, todos salían cada fin de semana como si fuera religión, obviamente, menos yo que salía pocas veces en la noche a lugares como estos, y menos cuando estuve con Gaby; pero no era tampoco un pueblo el cual dejara muchos atributos económicos como para manejarse aquí. De todas maneras no era algo que me robara el sueño; así que preferí meterme en el momento y dejar de pensar en la economía pueblerina.
- ¿Entramos pequeños o que estamos esperando? – insistió Flor riendo ansiosamente.
Fuimos hacia la puerta, hasta que miré sorprendida y con tristeza lo que estaba frente a mis ojos. Era Benja, mirándome con una sonrisa, el no podía ser de otra forma. ¿Cómo esto podía ser posible? Quise acercarme pero moría de vergüenza. Flor se dio cuenta y volteó para verme, me hizo una mueca de que vaya hasta el, y le hice caso. Después de todo no tenía porque ser tan incómodo. Pero antes de que yo marchara hacia él, no se en que momento se movió, ya que quedé en blanco por un instante, lo tenía enfrente con su hermosa sonrisa, con su cara que impartía paz cada vez que la veías o te la imaginabas si quiera.
- Hola Alma – me dijo tranquilamente y sin quitar la sonrisa de su boca
- Hola Gaby – yo con un poco más de timidez, vergüenza y con ganas de correr.
- ¿Cómo estás? Me imaginé que ibas a venir. A pesar de que estas cosas no son para vos, el lugar es nuevo, se que de otra forma no vendrías, pero dudo que tus amigos te dejaran quedarte en tu casa cuando hay una nueva atracción en el pueblo. Yo lo se, me pasa lo mismo. – rió entre dientes. Yo lo acompañé sabiendo que tenía razón en todo lo que decía, aquello era lo que nos había unido, teníamos los mismos intereses.
- Más que mis amigos, la culpa es de Flo, ya la conoces.
- Claramente – sonrió, luego de un rato charlando sobre cosas totalmente banales, decidí que era hora de entrar.
Pagué la entrada, entré y busque a los chicos, el lugar era más grande de lo que más lindo y más acogedor de lo que pensaba.
Tenía para mi un aire bastante familiar, lo blanco, lo limpio, lo perfecto, el olor a flores recién cortadas de el jardín más hermoso de todos. No había nada terrorífico, como algunos otros bailes expedían, esa oscuridad, lo agobiante de la gente, el olor a alcohol y cigarro que me abrumaba. Muchos estaban ya fumando y tomando, sin embargo seguía ese divino olor a flores. Rápidamente caí y entendí, la casa del chico hermoso de hoy. Era tal cual ese lugar, no me había dado cuenta que el olor era el mismo, antes no le había prestado atención, ese era mucho más fuerte que el de la casa. Obviamente el lugar necesitaba más el aroma.
De pronto, al otro lado de la pista, lo vi. Ahí estaba él, el chico hermoso. Me costó entenderlo, lo veía solo del otro lado de la pista, era como si de repente todos a mi alrededor hubieran desaparecido y solo quedara él, y yo como espectadora. Seguía tan hermoso como cuando lo vi. De pronto me vio, se quedó tan atónito como yo. Sonrió, me saludó con la mano, y empezó a caminar hacia mí.
Me sentí mareada, estaba nerviosa, me sudaban las manos. ¿Qué rayos me pasaba? Esta bien que fuera tímida, pero tampoco era para tanto.
Se encontraba casi enfrente de mí, ¿que le iba a decir? ¿De que íbamos a hablar? ¿Le comentaría lo de esta noche?
- Hola – me dijo casi gritando, por culpa del sonido de la música. Asentí - ¿cómo estás? ¿Que sorpresa verte por aquí? – ahora me hablaba prácticamente al oído, por culpa todavía de la música
- ¿Sorpresa por qué? Yo estoy sorprendida, nunca te había visto en mi vida y de repente te veo dos veces prácticamente en el mismo día. Yo soy del pueblo, siempre ando por aquí.
- Tienes razón – sonrió
- ¿No eres del pueblo verdad?
- Ahora lo soy – me lanzó una sonrisita burlona.
- Si claro – bajé la cabeza en signo de vergüenza por la pregunta tonta - ¿Por qué viniste por aquí?
- Mis padres son los dueños de este lugar, nos mudamos a la casa que viste antes. – claro ahora entendía, el lugar era igual a su casa, de seguro los padres querían ponerle un toque familiar y diferente.
- ¿Y por qué un bar en Baja Primavera? No es un lugar tan factible como para tener un comercio de este tipo.
- Idea de mis padres. Yo simplemente los ayudo, ellos saben de negocios, a mi mucho no me gusta. Estoy familiarizado con otro tipo de cosas.
Visualice a mis amigos de lejos que me estaban llamando para que fuera donde ellos estaban – disculpa, pero me tengo que ir porque mis amigos están llamándome – no tenía ganas de irme, aunque me estaba yendo de los nervios, me estaban comiendo por dentro. Se despidió de mi, mientras me sonrojaba, me dijo “nos vemos, espero que sea pronto”, y todo mi mundo se movió, algo me pasaba indudablemente con él, no importa que lo haya conocido esta noche, no importa de que manera, yo sabía que algo me estaba pasando dentro. Me fui casi corriendo hacia donde estaban mis amigos, Flor me preguntó quien era y no tuve otra que decirle. Pegó el grito en el cielo, pero luego rió; comenzó a cuestionarme, mientras le contaba lo que me había dicho Nahuel, esto de preguntar, contar, preguntar contar, se estaba volviendo molesto, de todas formas era mi amiga.
- Bueno a bailar, parecen dos espantapájaros ahí parados. Vamos a mover el esqueleto – nos interrumpió Adrián sonriendo, claramente entusiasmado por el nuevo lugar. Yo por mi parte estaba emparentada más con mis pensamientos en este momento; necesitaba un poco de aire. Encontrarme con ambos chicos que me estaban haciendo pensar mas de lo necesario no era algo que a mí me pusiera realmente contenta.

CAPITULO 3: TRANQUILA

En el camino no me pude sacar de la cabeza a ese chico, había pasado todo muy rápido y todo fue tan raro. Era tan hermoso, tan...tan, no sabía ni que pensar sinceramente de él. No podía estar pensando estas cosas, recién lo conocía.
" Me tengo que conformar con la vida que tengo, mi imaginación no me va a llevar a buen puerto", me dije a mi misma en voz alta, para que pareciera que alguien más me lo dijese, quizás de esa manera me lo creería. Volvió a sonar mi celular.
"¡¡¡Maldito celular!!", chillé. Era mi hermano, como si no tuviera suficiente.
- ¿Qué pasa Manuel?
- ¿Dónde estás Alma? Son las doce ya, creí que me ibas a avisar si salías y a donde.
“Las doce, genial”, iba a estar desvelada toda la noche intranquila, algo tenía que decirle, en casa no me quería quedar.
- Si, me olvidé disculpa. Estoy yendo a la casa de Flor, vamos a ir a un baile nuevo que abrió. -
- ¿No será “Neón” verdad?
Ese nombre me sonaba, pero no recordaba lo que me había dicho Flor, estaba tan metida en el momento que sinceramente no me había quedado muy claro lo que me estaba diciendo. Pero supongo que era ese, había dos bailes en el pueblo, ninguno se llamaba así.
- Si, creo que si. No abren todos los días bailes en “Baja Primavera”.
- Me parece que nos vamos a ver entonces esta noche. Yo voy para ahí. Recuerda que ahí no somos hermanos.
- Obviamente que si, el que me molesta siempre sos vos no yo, así que espero que vos recuerdes eso hoy. Nos vemos. Adiós
- Adiós – terminé la conversación en frío, no tenía muchas ganas de hablar y ahora tenía que ir a un baile, mi hermano no soportaría saber que dejé de ir a algún lado por el y más si tiene la oportunidad de vigilarme. Y era algo con lo cual me podría distraer.
Llamé a Flor para decirle que al final iba, por suerte todavía no se había marchado, ni siquiera se había vestido, le dije que iría a su casa en dos horas, para darnos tiempo de arreglarnos y de yo llegar a casa.
Prendí las luces y la radio para no sentirme tan sola. Me vestí lo más normal posible, no estaba de ánimos para arreglarme demasiado, nunca lo hago del todo y menos en estas circunstancias.
Comí una manzana, tome un poco de refresco y comencé a caminar por la casa de un lado para el otro. Hasta que decidí ir a lo de Flor aunque faltara una hora para completar las dos que le dije, no quería estar más sola.
Toqué el timbre y me atendió el papá de Flor.
- ¡¡¡Alma!!! Cariño, ¿cómo estas? Pasa, pasa. Flor está en su cuarto. ¿Quieres algo para tomar o comer? – me dijo muy amistosamente, Jorge, quien era un hombre muy generoso. Y más conmigo, mi madre y el habían salido por un tiempo. Flor y yo estábamos felices de eso, íbamos a consolidarnos como hermanas, ya lo somos de alguna forma. Pero ahora iba a ser oficial. Se llevaban muy bien, hasta habíamos probado vivir juntos todos por un mes para ver como funcionaba; todo iba de maravilla, por lo menos Flor y yo lo veíamos así. Obviamente mis hermanos por el contrario, nunca se llevaron con la idea de vivir juntos como familia. No era algo lindo para ellos, ver a mamá con un hombre nuevo. Por suerte no era por el capricho de que ese hombre no fuera papá como los hijos normales, ya que el estaba casado y tenía otro hijo en Estados Unidos. Me pareció mas por el hecho de que ellos se sentían tocados por no ser ya los “hombres de la familia”, ja, como si importara; mamá llevaba los pantalones en casa y luego yo.
Pero con tal de ver a mamá feliz, se mancaban cualquier cosa, en eso son buenos no puedo negarlo, nunca hicieron infeliz a mamá. Ellos saben todo lo que luchó por llevarnos adelante sola de alguna manera, nunca nos faltó dinero, siempre trabajo muy duro para llegar a donde esta y papá nunca dejó de pasar la mensualidad que nos correspondía y a veces un poco más, pero de todas maneras, era una madre soltera.
Sergio, mi padre, vive desde que tengo 5 años en Estados Unidos con su mujer Fernanda y su hijo Pablo. El es más grande que yo, así que por lo tanto, mi padre obviamente engañó a mi madre con esa señora. Mamá lo había dejado atrás, nunca nos hizo saber que le dolía; yo la veía llorando de vez en cuando sola en su cuarto por las noches, muy tarde. Duró poco tiempo el llanto, es una mujer fuerte. Nunca le dije nada, no quería hacerle más mal. Tampoco le tengo rencor a papá, si mamá no lo tenía ya, ¿por qué debería tenerlo yo? Es mi padre después de todo. Bueno, eso es lo que mi madre me dice: “sigue siendo tu padre”.
Renzo también estaba feliz de esta nueva familia que habíamos creado, el es el hermano mayor de Flor. Son muy parecidos entre si, ahora tiene 21, es un chico guapo, tiene unos ojos azules hermosos, es alto, el si era alto, debía de medir como dos metros. Era jugador de básquet a medio tiempo y el otro estudiaba en la facultad de Ciencias en Uruguay, ahí era en donde vivía ahora. Cada vacación, cada fin de semana largo y otros momentos como este, viajaba para aquí.
Nosotras, estábamos más que felices de vivir juntas, nunca nos mató la convivencia y eso obviamente fortaleció nuestra amistad. Pero para mamá y Jorge no era tan bueno, no les sentó bien, discutieron mucho y se terminaron por separar. Lloramos mucho con Flor, pero supimos que íbamos a hacer amigas de todos modos y lo tomamos como si hubieran sido unas lindas vacaciones.
Yo de todas maneras tenía una muy linda relación con Jorge, de la misma manera que Flor tenía una linda relación con mi mamá. Nos sentíamos como hijas biológicas separadas, una se había ido con su madre y otra con su padre. Jorge era eso para mí, un padre y mamá era eso para Flor, una madre. Y ellos nos consideraban como hijas. Era lindo. Por eso mi mamá le perdonaba a Flor que siempre me metiera en problemas.
Aunque Manuel y Emiliano no querían saber nada sobre Jorge, simple capricho. El hermano de Flor y el mismo Jorge, aún nos quería y eramos familia para él.
Jorge era Ingeniero de Sistemas igual que mamá, fue por eso también que se empezaron a frecuentar, ella de vez en cuando tenía algún trabajo en el pueblo y como el era el único Ingeniero, sin contarla a mamá, inevitablemente tenían proyectos juntos. Todavía lo hacen, pero por suerte tienen una buena relación. Él no viaja mucho, tiene otro tipo de trabajo aquí en el pueblo, es más caritativo que mamá. Quiere ayudar al pueblo con proyectos nuevos para atraer turistas y cosas así. El seguía enamorado de mi madre, siempre se notó, tampoco se esforzaba por esconderlo. Yo supongo que era para que le comentara a mi madre sobre eso, así quizás podría movilizar desde algún punto a mamá. Pero ella era un poco más dura con esas cosas, no quería meternos en temas de esos a sus hijos, menos a mis hermanos. Aunque no estaba segura de si no lo quería todavía.
Luego de decir que no a su jugo, subí al cuarto de Flor rápidamente.

Y subí, sufrí un poco por lo que iba a venir. Obviamente me iba a preguntar en ¿donde andaba? ¿Que había pasado? Y todo el cuestionario que iba a ser peor de lo que me imaginaba. Pero bueno, no podía esconderle nada y menos eso. A parte yo me había acudido antes a su casa, no podía quejarme, ni tampoco pude hacer una historia un poco menos chocante para que ella no se asustara de la reacción extraña que estaba teniendo.
Llegué a la puerta, respiré profundo y abrí.
- ¡¡Hola!!
- Ali, creí que ibas a llegar más tarde, me dijiste dos horas ¿no?
- Si, si, pero no quería estar sola en casa.
- Está bien, igual sabes que esta es tu casa. Pero ¡¡YA!! señorita me cuenta en donde andaba metida.
Le conté todo como había pasado, esta vez sin lujo de detalles claro estaba el porqué; me reprocho alguna que otra cosa por momentos.
Al terminar mi historia comenzó a chillar como nunca antes, llegué a asustarme, me dijo que estaba loca, que mis reacciones eran demasiadas hasta para ella. La intenté tranquilizar diciéndole que nada había pasado, que el había sido bueno conmigo, pero nada funcionó. Pretendí contarle todo, claro, menos el hecho de que en este mismo momento tenía unas imperiosas ganas de volver a ese lugar en este mismo instante.
Luego de dos minutos de silencio, suspiró largamente y me dijo que lo olvidaría todo, que haría como si no le hubiese contado nada, prometiéndole que no lo volvería hacer. Se lo prometí, pero con todos los dedos cruzados.
- Voy a arreglarte un poquito más, no todos los días salimos a un baile nuevo. Es algo súper “Wow” – lo entonó y rió sarcásticamente – así que vamos a ponerte una ropita un poco más hot, vamos a pintarte un poquito más y a arreglar ese pelo. Que seas linda no significa que no te tengas que arreglar muñeca – me hizo una guiñada cómplice y rió. Exhalé por la idea de que Flo por lo menos por ahora había dejado de lado verdaderamente el tema. Rechacé de mil formas sin éxito la propuesta de tomarme como muñeca para sus juegos de belleza. Me probé ropa suya durante una hora hasta que decidió que la mejor de todas era una pollera de Jean celeste, una remera blanca de tiras, un cinto blanco y unas sandalias sin taco, que fue lo único que pude negociar. El pelo me lo arregló un poco más enrulado de lo común y me pintó, debo de decir que no estuvo tan mal, pudo ser peor, quizás fuese porque esta vez estaba de mejor humor para aguantar este tipo de cosas. Aduló durante un rato lo genial que le había quedado el maquillaje y el vestuario en ambas. Al terminar, nos marchamos en mi auto, era el que estaba más a mano, el camino fue tranquilo, divertido, escuchando música y cantando todo el viaje. O mejor dicho chillando todo el viaje.