Ya en la facultad nadie se dio cuenta de mi tristeza, sabía ocultarlo, mi cara demostraba habitualmente felicidad y esta no iba a ser la excepción. Por suerte mis amigos estaban contentos y ansiosos, lo cual ayudó aún más a modificar un mi humor. Todos me saludaron como siempre y yo respondí con ansiedad.
- Alma – me dijo Flor con su gran sonrisa chispeante, la de siempre, nadie jamás la habían visto llorar, o estar triste; por supuesto a excepción mía. Era más alta que yo, no mucho, pero se notaba. Sus ojos azules llamaban la atención a cualquiera, su pelo estaba teñido de rojo. Era delgada y hermosa, sus ropas eran súper locas y perfectas para su personalidad. Esa simpatía la hacía tan querible, pero tenía un gran carácter, con ella era amarla u odiarla, nada de falsedades; por eso me había caído bien desde un principio. Nos conocíamos desde la escuela, incluso el liceo, pero no fue hasta la facultad en que nos hicimos mejores amigas como lo éramos ahora. Ella era muy especial para mí.
- Hola Flo – le dije tranquilamente y con una sonrisa, pero era imposible para nosotras mentirnos aunque disimulara de la mejor forma conocida por el hombre.
- ¿Qué pasa Alma?
- Terminé con Gaby – me miro nada sorprendida, ya habíamos hablado un montón de veces sobre esto, ella ya había dado su opinión acerca de lo buen tipo que Gabriel era y lo bien que le caía, a ella le encantaba que yo estuviera con él; pero siempre pensó que para estar con dudas con las que llevaba la relación era mejor dar un paso al costado y ella solo quería verme feliz.
– ¿Cómo te sentís?
- Bien, demasiado bien para mi gusto.
- Va a ser un gran día, lo presiento. Nos vamos a divertir. Más que un paseo de facultad, va a ser de desorden. – comentó graciosamente Benjamín, con su rostro quemado por el sol, sus ojos pardos llenos de gracia y su pequeña altura graciosa para un hombre. Él era mi mejor amigo y el de Flor, nos habíamos acercado en un corto tiempo cuando el necesitaba nuestra ayuda porque su hermana había estado muy mal por un ataque de asma que padeció hace unos meses atrás, Flor y yo nunca nos apartamos de su lado, y el al final solo quiso que nosotras estuviéramos cerca de él. Nos hicimos un muy buen equipo.
Subimos al autobús, como siempre me senté con Flor y en el camino le conté todo con lujo de detalles de cómo habían pasado las cosas con Gaby. Le comenté también al final, de que no tenía ganas de hablar más de eso por lo menos por el día, por supuesto como cada vez, me respetó y no dijo nada más.
Bajamos y empezamos a recorrer el viejo bosque del pueblo, el lugar era muy hermoso, donde todos, por más maliciosos que fueran, cuidaban; era como “ese” lugar perfecto que querían conservar. A pesar de eso no era algo normal el hecho de que se visitara, era irónico, pero nunca se hacía, quizás era para mantenerlo; por eso mismo la profesora decidió venir; quería saber cual era el misterio y que nosotros también lo averiguásemos.
Nos servía el poder mirar animales y naturaleza de cerca, era algo que a todos nos emocionaba, estábamos analizando un poema sobre lo natural, el aire puro y la brisa sin el toque citadino, la profesora nos decía que teníamos que tener un contacto más directo que dentro de un cuarto de cuatro por cuatro donde leyéramos unas cuantas horas por día y sacáramos apuntes, era lo mejor para poder entender las palabras del poeta; estábamos todos de acuerdo, no solo por que podíamos salir de la facultad, sino porque era algo lindo e interesante para hacer, algo nuevo. Era bueno el haber llegado hasta ese lugar. Lo intuía.
- Alma, ¿qué piensas acerca del bosque? –preguntó Flor muy entusiasmada.
- Es hermoso, la verdad qué me he estado preguntando durante un buen rato el porque de no haber venido antes.
- ¿Sabes lo que pienso que tendríamos que hacer? – su mirada no me gustaba, era de las que no me entusiasmaban, de ella no podía salir ninguna idea normal, todas eran para causarnos problemas. PROBLEMAS, así con mayúscula.
- ¿Qué? – pregunté temerosamente, no estaba segura de hacerlo, pero ya era tarde.
- Venir al bosque nosotras, recorrerlo. Sin la clase, ni escribiendo apuntes, solo por nuestro propio gusto. ¿Qué te parece? - Suspiré, creí que iba a ser peor. Una bomba.
- No sería una mala idea.
Me miró un poco dudosa, no sabía si era sarcasmo o era en serio. Nunca estaba de acuerdo con sus ideas locas, a pesar de que muchas las terminábamos concretando. Luego puso una cara un poco más gozosa.
- ¿Creí que me ibas a retar o todo lo demás que haces siempre? ¿Por qué no lo hiciste? – su cara aún sonriente, aunque escéptica.
- Esta vez me parece una buena idea, a pesar de que no me gusta mucho lo de venir solas al bosque. Me llamó bastante la atención el lugar, es muy bonito.
- ¡¡¡Excelente, esta noche venimos!!!- lo dijo exageradamente entusiasmada.
La miré con cara de susto. – ¿esta noche? ¿En la noche? ¿Estás loca? Yo sabía que todo no podía ser bueno viniendo de vos.
- No, es genial. Es viernes, nadie sospechará de que nos vamos a meter en un lío como otras veces – sonrió picara - nada va a pasar, este lugar es muy tranquilo, nunca pasa nada. Es una ciudad segura, no hay animales malvados, ni nada de que preocuparnos. Cualquier cosa a unos pocos metros hay una cabina de policía cuidando el lugar. Y ahí enfrente esta aquella casa que ahora esta ocupada por lo que vimos, podemos correr hacia allí por cualquier problema a pedir ayuda, cosa que no va a ser necesaria obviamente. Es perfecto.
Lo pensé varios segundos, un poco confundida, pero sabiendo que todo lo que decía tenía razón. No vamos a hacer nada malo, descabellado, loco, ni nada de esas cosas de las que teníamos acostumbrada a nuestra gente.
- Bueno, esta bien. – no estaba segura del todo, pero no podía pensarlo mucho, aquel bosque me atrajo demasiado como para negarme. Flor carcajeo de alegría.
Llegué a casa un poco cansada, ya era muy tarde, mis hermanos no estaban. Como de costumbre los viernes, Manuel por su parte se iba de baile con sus amigos o salía con una nueva chica; y Emiliano se iba a tocar con su banda, y a tomar algo por ahí. Por suerte, así de esa manera no me molestaban a la salida, con qué me ponía, a donde iba y todas esas cosas de hermanos “celosos” totalmente innecesario, y que no me interesaba en lo más mínimo.
En la mesa había una nota:
Alma, te dejé comida en el microondas y plata para salir. Avisame por lo ultimo.. Ojo con lo que haces.
Besos Manuel.
Me olvidaba, a pesar de no estar, de todas maneras me molestaban. Mientras comía el arroz con milanesa que mi hermano me había dejado y miraba la tele en el living, el teléfono sonó. Era mi mamá para saber como estaba, no me llamaba al celular sabía que lo odiaba, pero no quería disgustar a mi madre todo el día así que acepté, a pesar de que era una nueva forma de que mis hermanos me molestaran. Le conté a mi madre todo lo que había pasado, y como siempre me apoyó con sus palabras.
Íbamos en el auto de Flor camino al bosque, mi rostro volvió a ser la de hoy en la mañana en el cual Flor descubrió mi tristeza. Me preguntó si quería poner música, dándose cuenta de mi cambio de ánimo a sabiendas de que eso era una de las pocas cosas en el mundo que me calmaría. Puse un CD de los Guns y escuchamos música todo el camino en silencio.
Llegamos al bosque, nos metimos en él, cuidadosamente a pesar de que sabíamos que era seguro.
Aprecié en mi nuevamente la extraña sensación de la mañana, como sabiendo de que iba a ser algo bueno ese bosque, ese día y ahora esta idea nueva de Flor.
- Luna, ¿estás bien? – me delató mi cara pintada con una pequeña sonrisa – de repente te pusiste de buen humor.
- Nada, me gusta este bosque. Tengo una linda sensación al estar en el o al saber que voy a venir. Es amor premeditado, hasta sin conocerlo aún.
Sonrió pícara, sabiendo lo mucho que me gustaba a mí este tipo de lugares.
Nos introducimos en el bosque, y sentí que alguien me observaba, que alguien nos seguía. No me quise preocupar, quizás era simplemente de perseguida. Seguí mi rumbo, mirando las cosas, sacando fotos con Flor. No dejaba de sentir esa sensación, pero cada vez era más intensa. Flor me preguntó que me pasaba, no le presté atención. Pero insistió preocupada.
- Tengo la sensación de que alguien nos está observando
- No te preocupes, debes de tener algo de miedo, es seguro Alma, tranquila.
- No, de verdad. Algo no está bien. – su expresión cambió, ahora me prestó atención y pasó de estar sonriente para que no me preocupara, a estar ella preocupada.
- Disculpa, no quería preocuparte. – le dije un poco arrepentida de habérselo mencionado.
- No, está bien. ¿Querés irte? – era ahora, teníamos que irnos, pero algo en mi me dijo que me quedara. No era algo peligroso, todo el día estuve con una linda sensación acerca de ese lugar. Quizás esto tenía algo que ver. Pero por otra parte, no quería dejarme llevar por mi parte fantasiosa. Quizás nos pondría en peligro.
- Si, lo prefiero. Para quedarme más tranquila. Podemos volver mañana de todas formas ¿no? – le dije dudando
- Si, claro. No te preocupes podemos...
Un ruido muy fuerte la interrumpió y no pudo terminar su frase. Nos asustamos mucho, pero a pesar de eso decidimos ir a ver.
Nos acercamos a un árbol desde el cual creímos que provenía el sonido, y vimos una rama muy grande colgada a medio caer. Supusimos que había sido eso, no se si por miedo o por seguridad. Pero haya sido o no, nos dedicamos a irnos.
Mientras Flor me llevaba a casa, charlábamos sobre lo que había pasado, Flor estaba más tranquila ahora que nos habíamos alejado del lugar y nos encontrábamos de nuevo en el pueblo con gente a los alrededores, ahora se burlaba de mi sensación “Eres una vidente”, decía riendo. Yo seguía un poco preocupada, no me tomaba tan en chiste aquello, ya que me había pasado a mí y había sido en serio.
- Pudo haber sido algún tipo de animal, es un bosque, no habrá animales salvajes malignos, pero si los hay benignos, ya lo sabes – me dijo para que me tranquilizara, tenía sentido lo que estaba diciendo. ¿Qué más podría ser? Ningún hombre andaría colgado de un árbol esperando que alguien llegara. ¿O si?
- Tenés razón, me estoy preocupando, de todas formas cuando salgo contigo siempre me pasa algo así, es normal ya para mi que me hagas sentir insegura con tus salidas – nos echamos a reír, me había tranquilizado.
Llegamos a casa, la saludé y me bajé. Fui hacia la puerta. Algo me dijo que tenía que volver al bosque, necesitaba saber que había pasado. Si, ya se, estaba loca. Pero tenía que ir.
Caminé hacia el garaje, iba casi a paso tortuga, quería ir, pero quería esperar, no sabía muy bien porque estaba haciendo esta estupidez. Pero necesitaba hacerlo. Llegué a mi auto, lo abordé y marche rumbo al bosque. En el camino, me alegré por haber pensado esta locura sin Flor, por un lado por el simple hecho de que ella era la loca que planeaba cosas y se reiría de mí durante, horas, días y meses. Segundo porque quizás, conociéndola iría a pesar de todo y no quería meterla en peligro, no estábamos hablando ya de una loca ocurrencia como la de Flor, esto era un exceso, yo no podía hacer eso. Entonces, me alegré otra vez de mi decisión solitaria, pero estúpida.
La carretera estaba ausente, nada había en ella, solo yo y un vacío; el cielo estaba claro para mi suerte, la luna y las estrellas brillaban como nunca.
Me acobardé un par de veces, pero mis ansias y mi curiosidad le ganaron a mi razón. Llegué por fin al bosque. Me bajé rápidamente y corrí hacia la entrada.
Paré repentinamente antes de internarme en el bosque, << Dale Alma, no es para tanto. El lugar es seguro, no temas, era un animal >>, y por fin entré.
A penas puse un pie en el bosque me sentí muy segura, aquel titubeo desapareció, me preocupé de mi misma, como podía estar tan tranquila, en un bosque prácticamente oscuro, donde el policía ya no estaba; donde estaba yo sola y paseándose por mi mente el ruido de hoy.
Me sentí nuevamente observada, sin miedo, segura, pero con la sensación de quien me contemplara lo hacía sin quitarme los ojos de encima, nada más lo distraía, nada más llamaba su atención, solo yo - << ¿Me estoy volviendo loca? ¿Cómo puede ser que este pensando esta cantidad de cosas?>>, medité intentando entrar en razón. Yo era un tanto imaginativa, me ilusionaba mucho con un príncipe azul, con hadas, sueños y otras cosas que casi a nadie le interesaba. Pero esto era demasiado. << style=""> ya me estoy volviendo verdaderamente loca >> me dije en voz alta, para convencerme de irme, pero algo me dejó totalmente perpleja y asustada.
- No te vayas – una voz dulce, tenue, que impartía seguridad resonó cerca de mi. Pero me asusté, me asusté como nunca.
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