domingo, 10 de abril de 2011

CAPITULO XX: SIGUIENDO UN CAMINO (II)

De pronto Nahuel estaba al lado del acompañante, pegué un salto llena de miedo y el celular voló por los aires. Suspiré, mientras él me miraba con furia, con los brazos cruzados.
- Me asustaste, ni siquiera te escuché abrir ni cerrar la puerta.
- ¿A donde te pensás que vas a ir?
– su voz era tosca y bruta.
- A ningún lado – mi nerviosismo me delataba desde cualquier punto de vista, no me gustaba mentir, pero lo estaba haciendo seguido y muy bien. Pero con Nahuel era diferente, no solo por lo obvio, sino porque me era imposible mentirle sin ponerme nerviosa o decir tonterías.
- No soy estúpido, se que estás pensando irte con Gabriel. Lo oí todo, hay muchas cosas que no sabes de mí todavía. Ser un ángel no es el fin de mi historia. Mil veces te dije que vos no te podes ir a ningún lado.
- No entiendo, es seguro para la gente que amo que me vaya. – me relajé y endurecí un céntimo mi voz.
- Para vos no, vas a estar segura dentro de la ciudad, esta ciudad esta protegida de cualquier peligro, mientras nosotros estemos aquí nadie va a poder entrar. Pero mientras vos te vayas a cualquier otro lado no va a ser nada bueno para ti, aquí van a estar todos protegidos no es un problema mientras nadie entre.
- ¿De qué nadie estás hablando?
- De los que ustedes llaman “demonios”, cuando se enteran que hay este tipo de situaciones hacen todo lo posible para acabar con ambas personas, tanto al ángel o la protegida, ya que desatarían una guerra que es lo que más desean y es lo que más les da placer. Le es más fácil por razones obvias matar a un mortal que a un inmortal, y saben que cuando alguien está protegido el ángel da la vida, el alma y la escala de ángel por el otro. Para ellos tampoco va a ser posible entrar al lugar donde nosotros estemos, pero no por mucho tiempo. Tienes que quedarte aquí – cada vez entendía menos y cada vez ponían más vocabulario que yo no quería ni saber. Ahora no sabía que decirles a mis amigos, como explicarle que me quedaba, según Nahuel tenía que decirles que había hablado con él, que solo había sido una pelea entre ambos que me había enojado, pero todo había vuelto a la normalidad. No importaba, lo único que si importaba era que debía quedarme.
Luego de intentar pensar una excusa, sonó el celular, era mi madre, estaba muy alterada con lo que le había mandado, la tranquilicé al instante diciéndole que había sido solo una mala pasada, un impulso que ya no estaba en mi agenda. Suspiró tranquilizándose, esta vez no había mentido con lo del impulso, pero de todas maneras me sentía muy mal por lo que estaba pasando.
- ¿Vas a ir a despedirlo?
- Si, voy a ir a despedirlo – lo repetí para ver la reacción de Nahuel, lo miré de reojo, y visualicé su ceño marcadamente fruncido, mientras largaba un pequeño refunfuño. Volví a mirar hacia delante, despedí a mi madre y cerré el teléfono, lo dejé al lado de mi asiento esperando que Nahuel me dijera algo. Cosa que obviamente sucedió.
- ¿Vas a ir a verlo? – preguntó un tanto tímido y otro tanto molesto.
- No puedo dejar de hacerlo. Tú lo sabes, sabías que esto iba a pasar de todas formas. – tomé el celular y le mandé un mensaje a Flor “Paren de armar el bolso, no me voy, miren por la ventana sabrán el porque, enseguida subo”. Se acercaron enseguida a la ventana y se alejaron un segundo después.
- Si lo se, de todas maneras...
- ...no quiero hablar del tema, no se discute. – lo interrumpí. Bajó la cabeza y simuló tranquilidad, aunque se notaba que estaba triste y nervioso, por no decir celoso.
Bajé del auto y fui hacia la casa, di vuelta pero el ya no estaba. No necesité subir las escaleras ellos ya estaban allí sentados con la tele prendida en el sofá esperando una explicación.
Le pedí disculpas por todo, comenté que estaba confundida y no podía decidir de esa manera, ni me podía ir a ningún lado así, y menos cuando Nahuel estaba abarcando mucho más de mi vida que Gaby. A ninguno de los dos les gustó escuchar eso, a ninguno les caía muy bien Nahuel por la manera en que se había dado todo y como las cosas estaban pasando.
Miré la hora y supe que aún tenía tiempo de pensar en que decirle a Gaby en nuestro encuentro, ambos se quedaron conmigo para pasar el tiempo y para mi era perfecto, me sería más fácil llegar a algún tipo de discurso.
Les prohibí seguir hablando de Nahuel, ambos me miraron decepcionados, de seguro pretendían hacer eso en su tiempo libre, pero ya no me importaba, yo sabía lo que era y quien era. Quería estar con él.

CAPITULO XX: SIGUIENDO UN CAMINO (I)

Esperaba que todo saliera de la mejor forma posible, si esto seguía avanzando.
Me sentí aliviada al cortar con ella, “una menos”, pensé, me sentía terrible por pensar así de ella, pero en este momento era lo mejor. No llamé a Flor, seguramente la iba a ver en la facultad, por suerte, tenía más tiempo para prepararme.
Llegué y estaba sentada en el mismo lugar de siempre con los chicos, me tiró una mirada de enojo y me sentí peor que nunca. Me bajé y caminé hacia ellos, todos estaban normales menos ella y Benja. Los cuales eran los más cercanos a mí y los que me conocían más, sabían que yo estaba rara.
Saludé amablemente a todos, Flor y Benja se levantaron y me miraron para que los siguiera, suspiré profundo y fuimos hasta la puerta de la facultad y nos sentamos. Se abalanzaron sobre mi a penas estuvimos solos, al contarles con quien estaba pusieron el grito en el cielo, Benja creyó que había pasado la noche con él, tuve que pararlo y reírme un rato largo de la vergüenza que aquello me había causado. Me retaron y los reté por no entenderme como amigos, y dejar los castigos para los padres, simulé enojo, parecía que había impactado algo en ellos. Me miraron avergonzados. Estaba volviendo a hacer aquella que fui con Gaby cuando tenía en la cabeza a Nahuel, solo que esta vez era sin quererlo. Tenía ganas de gritarles a los cuatro vientos lo que estaba pasando para que estuvieran conmigo y supieran un secreto tan genial como ese. Pero valían más sus vidas.
Llegaron a pedirme disculpas arrepentidos por su comportamiento, luego hablamos durante un largo rato, les conté puras mentiras de lo que anoche habíamos hecho; les dije la verdad sobre lo mucho que me gustaba y todo lo que estaba sintiendo por él. Claramente no estaban de acuerdo, se limitaron a darme el consejo de que me cuidara y nada más. Les comenté también la ida de Gabriel a EEUU, ya que no los había visto, pero los chismes en el pueblo corrían más que rápido, ya lo sabían. Me sorprendí al enterarme de que forma lo hicieron.
- Tuvimos una pequeña pelea con Sebastián el amigo de Gaby ayer. – dijo Benja.
- ¿Qué pasó? - pregunté sorprendida y no tanto.
- Vino al parque a hablar contigo muy enojado, estaba con los ojos muy llorosos también, se ve que se había enterado recién de la noticia. Como no estabas nos echó la porquería a nosotros, nos dijo de todo sobre vos, Benja se enojó mucho y si no fuera porque Adrián y Cris que lo paró la cosa se hubiera puesto fea. Pero de todas maneras, el se marchó y nos dijo que todavía no había hablado con vos, que te prepararas porque iban a tener una charla muy larga. – dijo Flor, ahora si me sentía mal y me largué a llorar.
- No, no llores, no es tu culpa lo sabes. – dijo Benja preocupado
- Claro que es mi culpa, el se va por mi, todos lo saben. – Benja se acercó y me abrazó, Flor por su parte me tomó de la mano y la apretó con fuerza.
- No llores, el es grande sabe lo que hace, de todos modos se va a ir para que su carrera pueda mejorar, tampoco es tan malo, no se va sin rumbo, ni nada por el estilo. – la miré, en eso tenía razón, igual yo me sentía mal.
- Me voy a ir con él. – Benja me soltó y me miró, Flor lo siguió.
- ¿De qué estás hablando? – masculló Benja, me sequé las lágrimas, iba a cometer otra locura, las cuales eran comunes en los últimos días. Sabia que era segura esa opción, por más que a Nahuel le doliera, de todos modos el me había dicho que siempre iba a estar conmigo, aunque en una situación así no le iba a ser fácil. Peor por lo menos me alejaría del lugar, aunque no sabía hasta que punto eso podría ser bueno, quizás pondría en peligro a Gaby. Pero el estaría conmigo, también sería una especie de protegido ya que yo no lo dejaría ni un minuto, Gaby debería de tener su propio ángel, le pediría a Nahuel que hablase con su él para que lo proteja más todavía. Y todos los demás que me conocieran estarían a salvo, ya que en un momento a otro empezarían a dudar y eso no sería bueno.
- Gaby me dio un boleto de autobús, me dijo que si yo me quería ir con él que fuera hoy en la tarde, a eso de las cuatro. Voy a hacer eso.
- Pero vos lo dejaste, y te esta gustando Nahuel, ¿qué necesidad de ser parte de una historia así?, te vas a lastimar vos también y si te arrepentís tu vuelta al pueblo a Gaby le va a hacer más mal. ¿Por qué lo vas a hacer?.“Porque las cosas son diferentes, Nahuel es un ángel, mi ángel y estamos en peligro. Y todavía no se que clase de peligro”. Me dije a mi misma, luego de escuchar a Flor preguntarme algo que no le podía responder con la verdad.
- Me estoy dando cuenta ahora que no puedo estar sin él. Soy una niña caprichosa, lo dejé de tonta. Quiero estar con él – otra mentira más. Pero era lo mejor.
- ¿Estas segura Ali?, sabes que yo te apoyo siempre, y esta no va a ser la excepción, si es lo que realmente querés. Pero quiero que sea lo que realmente queres de verdad. Porque hace un segundo nos dijiste que querías ir de a poco con Nahuel y que te gustaba mucho. – el tono de Flor fue esta vez más tranquilizador, que calmó mis ansias.
- Si realmente quiero eso.
- Si es así, vamos a tu casa para poder ayudarte con los bolsos. – habló Benja con tristeza, yo sabía que esto iba a ser muy difícil. Ambos eran como mis hermanos, yo los amaba y por eso me iba.
Nos levantamos, yo ansiosa y ellos tristes disimulando un poco para no hacerme sentir peor. Les negué a mis amigos a que me acompañaran, no podían faltar a la facultad por mi culpa, ya era bastante conmigo. Todavía tenía que enfrentar un montón de cosas más allá de ángeles. Tenía que darle la noticia a mi madre de que me iba a EEUU con Gabriel, decirle que iba a hacer con la facultad, enfrentar a mis hermanos, demasiado para una corta tarde antes de irme. Pero ellos de todos modos vinieron, preferían quedarse conmigo el tiempo que estuviera por aquí, era razonable no se los discutí.
Llegamos a casa, subimos y me ayudaron a juntar la ropa, bajé y los dejé a cargo unos minutos para poder llamar a mi madre, no sabía si llamarla o mandarle un mensaje. De todas formas ella me iba a terminar llamando para saber que era lo que había pasado, pero preferí al final el mensaje o sea la cobardía. Fui hacia el auto donde siempre tenía mi celular, abrí la puerta, me subí en el y le mandé un mensaje a mamá dándole la “buena nueva”.



CAPITULO XIX: DEJANDO PARTE DE MI EN EL CAMINO

Me desperté y miré hacia todos los ángulos para comprobar si aquello había sido un sueño. Observé la hora en un reloj cucú muy antiguo que estaba frente a mí, eran las ocho de la mañana, todavía temprano. Miré a mi lado y no había nadie, cuando me levanté aún estaba media dormida; volví a mirar a los costados insegura de la exactitud de mi primera observación, no podía diferenciar la realidad de la fantasía, observé hacia el otro costado y visualicé a la pelirroja que me miraba otra vez. No me moví, ella me tiró una sonrisa macabra e irónica. - Buen día, te saliste con la tuya después de todo. No te sientas tan segura de que yo no voy a hacer nada para que Nahuel se despoje de ti. - Alma, ¿cómo te sientes? – dijo Nahuel mientras entraba ágilmente y tiraba una mirada fulminante a la pelirroja. Por mi parte me limité a observar a Nahuel, no estaba para aguantar a la petulante pelirroja, ni siquiera estaba segura de que ella fuera real. Insistí con irme, con mi hermano con mi familia, pero él ya se había encargado de todo, ya había metido en la historia a Flor pidiéndole de mi parte que me guardara el secreto, el que podía saber y me cubriera por esa noche. Intenté no molestarme, pensando que le iba a decir a Flor cuando la viese y me preguntase todo lo que había pasado, detestaba mentirle, detestaba mentir, pero debía hacerlo, según Nahuel era demasiado peligroso que ellos supieran o sospecharan algo, lo mejor es que siguieran siendo ignorantes ante esta historia. A pesar de que tenía miedo por simplemente pensar en que los que amaba podían estar en peligro, debía ser fuerte, Nahuel me miraba con tristeza queriendo arreglar todo en ese mismo momento para mi y para mi gente. En un momento no pude evitar insistir en ver a mis amigos y familia, aunque sea por última vez - Me tengo que ir, tengo que volver a casa, no puedo estar aquí para siempre, tengo clases y tengo que... - ...ir a ver a Gabriel – terminó mi frase, me movilicé, lo dijo con más tristeza de lo que su cara mostraba, lo cual no era chiste. No me había olvidado de Gabriel, a pesar de que estaba metida en un cuento de hadas bizarro - De acuerdo, vas a tener tu vida normal mientras tanto. Ya te dije yo voy a andar siempre a tu alrededor – eso no me gustaba tanto, no quería que escuchara lo que yo le iba a decir a Gabriel, ni me quería sentir observada todo el maldito día. Por más que fuera él quien lo hacía. - Eso crees tú – dijo Lara mientras se retiraba del lugar. Ninguno le dio importancia y seguimos la conversación. Fuimos hacia su auto. Paró dos cuadras antes de la casa para protegernos de mi hermano, me bajé y caminé hacia la puerta; no lo saludé, sabía que lo iba a ver demasiado seguido y aún me sentía un poco avergonzada, de todos modos todavía no estaba muy convencida de lo que estaba pasando. Él se dio cuenta de mi indiferencia, y no protestó, no quería presionarme. Llegué a casa y mi hermano no estaba como supuse, había una nota encima de la mesa como siempre, lo cual me tranquilizó hasta ver el final de la nota, sabía que se iba a enojar, le iba a contar a mi madre y por más que ella me amara, de seguro no me dejaría salir por un mes.

Alma te dejé el almuerzo pronto en el microondas. Emi vuelve hoy, me llamó y me dijo que había tenido una discusión con Marcelo. Así que se vuelve, va a estar a las 4. Yo vuelvo antes y vamos a hablar sobre lo de anoche. .

Subí, tomé un baño bien caliente y prolongado. Me cambié, bajé las escaleras con la computadora portátil de mi hermano y me hice un café. Entré a Google, puse ángeles junto con Nahuel. Nada apareció, o su nombre era otro o no tenía nada que ver con ninguno de estos. Puse ángeles en general y empecé a leer, nada hablaba acerca de enamoramientos, protegidos, y cualquier cosa que yo supiera sobre lo que estaba pasando. No tenía nada con que agarrarme, definitivamente estas historias no estaban en el conciente humano. Me dediqué a revisar mis mail, había uno de Flor que me preguntaba en que andaba, porque estaba tan extraña. Otro de Benja que me preguntaba algo parecido. Fui a buscar los textos para la facultad así los releía para la clase del día siguiente, pretendía hacer lo normal, no quería que todo esto se me subiera a la cabeza y terminara loca de verdad. Miré rumbo al teléfono y visualicé que había tres mensajes en el contestador, fui hacia ella y apreté el botón para poder escuchar. El primer mensaje era de mi mamá: Cariño, te llamé a casa y me dijo Manu que estabas en lo de Flor, te llamé al celular y no me respondiste. ¿Todo esta bien mi amor? Llámame en cuanto puedas. Te amo. Adiós Tenía que llamarla, no podía dejar que se preocupara demás. Por suerte ella nunca llamaba a lo de Flor, no le gustaba sofocarme y parecer una madre desesperadamente protectora, así que se limitaba a llamar a casa o a mi celular, nunca más de eso. Solo que se tratara de una emergencia. El segundo mensaje era de Flor, no era suficiente el mail: Ali, te olvidaste unas cosas en casa, llámame cuando puedas. Adiós. Ella si que no tenía un pelo de tonta, quería saber como estaba y dejarme un mensaje para que la llamara, porque estaba enojada y preocupada, pero de una forma sutil para que mi hermano no dudara. El tercero era de Marcelo: Hola, quería llamar para decirles que Emiliano va para ahí antes, ya deben de saberlo pero de todas formas les aviso. Los extraño, los amo adiós. Cómo me enfurecía cuando ponía excusas para hablar con nosotros, aunque fuera de esta manera. No quería pensar en él, ya tenía demasiado. Tomé el teléfono y llamé a mamá, para intentar tranquilizarla y que crea que todo estaba bien. Odiaba mentir, y sobre todo a ella. La conversación continuó rutinaria, como si nada estuviera pasando, no se enojó, solo me hizo prometerle que me cuidaría y le haría un poco más de caso a mi hermano. Ella sabía lo exagerado que era él, debí suponer que se lo tomaría a bien. Le pedí por favor que no se preocupara tanto, pero era mi madre me amaba y yo a ella.

jueves, 4 de noviembre de 2010

CAPITULO XVIII: AUN MAS

En frente mío había una persona que no conocía. Era tan hermoso como Nahuel. Pero este era rubio, con ojos claramente verdes, me dio una sonrisa despreocupada cuando lo miré.
Di un salto tal que quedé sentada en la cama mirándolo buscando a Nahuel.
- El no está – me dijo sabiendo lo que buscaba. Su voz era gruesa y varonil. - ¿Dónde está? – pregunté tímidamente - Fue a hacer un trabajo ya viene no te preocupes, estás en buenas manos, no te voy a hacer daño. - Te creo – quería que me tragara la tierra en ese mismísimo instante. Me di vuelta hacia un costado de la cama, miré hacia abajo, vi unos zapatos a un costado, me miré los pies para comprobar que eran míos. Me los puse y me levanté. - Soy Rodrigo por cierto – extendió la mano, le devolví el salud. – Alma. - Lo se, Nahuel me habla mucho de vos ¿No querés saber lo que dice de ti? – negué, a pesar de que moría que me dijera que era lo que decía de mi. Pero era el hermano podía o dejarlo mal, o dejarlo demasiado bien, dudo que dijera las cosas exactas. Tampoco quería que notara aunque sea un poco de desesperación en mí. – esta bien, no diré nada entonces. – sonrió. - Me voy. Gracias por todo. - No, no te podés ir. - ¿Por qué? – era una pregunta tonta, primero que nada no tenía auto, segundo todavía no había caído de lo que había pasado en la laguna, seguía creyendo que era un sueño. Pero eso era otro punto. - Tu sabes porque. - ¡Hola! - otra persona entró, este era un hombre más grande, con características mas avejentadas, pero de todas maneras hermoso. Era aquel hombre que yo había visto junto a la pelirroja aquel día. No le respondí. - ¿Cómo te sientes? - Mejor, gracias. - Me alegro, estabas muy pálida. Soy Nicanor el padre de Nahuel. Tú debes ser claramente Alma. - Un gusto. Gracias por todo pero ya me estaba yendo. – hablé nerviosa mientra me caminaba a la puerta. Nicanor no me dejó pasar. - No te podés ir. - Si, ya lo oí antes. Pero necesito irme, tengo una casa y una familia a la que no le avisé que me iba, y debe de estar preocupada por mi. - Disculpa, pero le mandamos ya un mensaje desde tu celular a tu hermano avisándole que habías salido pero que te ibas a encontrar bajo techo y protegida. Nos respondió, nos costó bastante convencerlo pero al final cedió, le dijimos que te encontrabas con uno de tus amigos. - ¿Qué? – dije furiosa hasta los huesos - Discúlpanos, sabemos lo que pasó hoy en la laguna y no podíamos dejar que te fueras así como así, tenemos que tener una ardua charla contigo. Nos tomamos el atrevimiento de ir por tu celular al auto de tu casa, tu hermano no estaba así que tomamos las llaves de tu bolsillo, abrimos sacamos las llaves del auto y allí el celular. Dejamos todo tal cual, no te preocupes. Nos fijamos el nombre de tu hermano y por lo que nos contó Nahuel, el hermano que estaba aquí era Manuel. Y bueno. - No pueden hacer eso, no me importa lo que haya visto o no, a mi no me interesa, ni siquiera me creo lo que pasó. Me quiero ir a casa, yo no soy prisionera de nadie. – esquivé a Nicanor y fui hasta la puerta, la abrí y cerré de un golpe. Intenté recordar en donde estaba la escalera para ir hacia la puerta, en ese instante entró Nahuel. - Alma, ¿a dónde vas? No te... - No me puedo ir. Lo se, lo se. Ya me lo dijeron, pero no pienso quedarme acá como una prisionera, me voy a ir ahora mismo y nadie me va a detener ni siquiera vos. – me encaminé hacia la puerta, y el se puso enfrente de mi. – déjame pasar Nahuel. - De verdad no te puedes ir, es peligroso. Te metí en un lío, discúlpame.

- ¿De que rayos estas hablando?

- Al saber lo que soy, es complicado todo ahora. Es peligroso para vos. - jamás había imaginado que algo así me pasara, más que en las mil y un novelas acerca de fantasías, no pasaba. Ahora estaba viviéndolo por mi misma. Siempre desee vivir un cuento de hadas o algo que me llenara de magia la vida, pero ahora que estaba en una historia así, quería escapar. – no podías saber que era quien era, tendrías que haberlo sabido por ti misma o de otro como yo. Nunca de mi, pero no me aguanté, fui un egoísta y no me aguanté.- me agarré el rostro y me largué a llorar, esto era verdad, no estaba drogada, ni nada por el estilo. De verdad tenía un ángel frente de mi, un ángel que era mi ángel, un ángel que se había enamorado de mi, y yo de él. Me abrazó, puso su cabeza en la mía y me apretó fuerte, estaba aterrada, triste y perdida. Me tomó de la mano y me dejé llevar, fuimos hacia aquel salón enorme en el que había estado aquella primera vez. Había mucha gente, demasiada para mi, no estaba preparada para esto, ni siquiera un alerta me dieron. Intenté escapar yéndome hacia atrás de a poco, pero la mano de Nahuel me sostuvo fuerte y no me dejó ir. Había dos lugares en el sillón, sin dudarlo nuestros lugares. Nos sentamos, y todos nos quedaron mirando, nadie largaba ni una sola palabra. Los ojos se centraron durante minutos en nosotros, pero me daba la impresión de que alguien faltaba allí. Miré para un costado y no estaba Nicanor. Seguimos esperando unos minutos más, mientras Nahuel estaba profundamente serio, mientras me tomaba la mano con mucho cuidado y amor, como protegiéndome. Todos miraron automáticamente hacia una de las entradas del salón, la contraria a la que yo conocía. Yo miré también, pero más tarde, un poco con temor. No sabía lo que me esperaba, ya no sabía nada. Ahora todos empezaron a murmurar en demasía, tanto que creí que me mareaba otra vez. - Calma, mantengamos la calma señores y señoras. La cosa no es tan grave, no tienen porque alarmarse.- dijo Nicanor. - Claro que si, este tonto niñito hizo una estupidez. – dijo un señor enorme, peludo, con facciones nada apetecibles para la mirada. Sus ojos eran negros, estaba rabioso. - No podemos hacer nada nosotros. - ¿De qué hablas?, porque sea uno de tus hijos no quiere decir que no hagamos lo mismo que a los demás.- volvió a decir el mismo hombre. - Esta vez es diferente. El no le contó solo por capricho, ni por maldad, ni por orgullo, ni sin querer. El le contó porque esta enamorado de ella. El esta arraigado a esta chica, están conectados. – nada de eso me sonaba familiar, yo seguía en mi mundito cerrado de dos por dos. A pesar de mi caída de a momentos, la gran mayoría del tiempo estaba sumergida en mi realidad, en la realidad que tenía hasta hace horas atrás. Volvió el murmullo, ahora más fuerte y preocupado, no podía escuchar nada, no quería desmayarme. Nahuel vio eso y me miró. - Todo va a estar bien, nada pueden hacer ellos sobre vos. Estas bajo mi protección. - susurrando - ¿Eso que quiere decir? manteniendo su mismo tono - Nadie de nuestro lado puede hacerte daño, ni tocarte, ni pensarte mal, ahora eres totalmente protegida mía, pase lo que pase, hagas lo que hagas, siempre vas a estar en mi protección. Cada ángel que esta a cargo de una persona, la protege hasta que ella se vuelve a encaminar o no quiere más la protección inconscientemente; se da como una de esas personas especiales que pasan en tu vida y luego se van, a pesar de eso quedas marcado para siempre. Es muy común, solo que la gente normal nunca lo sabe, nunca se entera, y a veces ni siquiera se dan cuenta cuando lo ayudaron, lo ve como una persona que pasó por su vida y así la recuerda. Rara vez se llegan a enteran. Pero cuando alguien se enamora, hace automáticamente una marca en esa persona y queda protegida por siempre.

- ¿Y si yo no quiero la protección? – me miró confuso y agachó la cabeza.

- Si no quieres la protección, yo me iré de tu vista, pero nunca te dejaré sola. Siempre estaré a tu lado.

- De todos modos era una curiosidad, no pretendo dejarte ir. – me volvió a mirar y sonrió fuertemente. Parecía como si fuéramos los únicos en el salón. Nicanor volvió a hablar y todos miraron otra vez automáticamente, inclusive nosotros que estábamos metidos en nuestra burbuja en ese momento.

- Ahora ya saben a lo que nos enfrentamos.

- ¿Y qué vamos a hacer? ¿Cómo la vamos a proteger?

- Como todas las otras veces, vamos a pelear hasta que la dejen en paz.

CAPITULO XVIII: ¿FANTASIA?

- ¿Pero como no me dijiste antes?, ¿por que te vas?, ¿con quien te vas? - Me voy con Gabriel a vivir allá. – hubo un silencio profundo, ni siquiera respiración se oía. Sus ojos se llenaron de lágrimas, me abrazó. Me sorprendí, me quedé con las manos en el aire y lo fui abrazando lentamente, luego se apartó un milímetro, se puso a mi altura y lo tenía tan cerca que sentía la calidez de su aliento en mi boca, cada vez entendía menos ese amor por mi y todo lo que yo estaba sintiendo por él. . - Discúlpame que este así, que me ponga así y te haga pasar por esto. Pero yo se que tu sientes lo mismo por mi, lo presiento. No me dejes solo. Te necesito – lo separé de mi lado, con el seño fruncido como muestra de incredulidad. – Ven conmigo – me quedé observándolo, di media vuelta, cerré la puerta de mi casa, al voltearme nuevamente, sonrió satisfecho, me tomó de la mano y me llevó hacia el auto. Me hizo subir amablemente, yo estaba realmente loca, había pasado todos los límites. Estaba paranoica hasta hace no menos de unos minutos, le había prometido a mi hermano de que no saldría y de repente, me estaba subiendo con aquel hermoso extraño a su auto rumbo a algún lugar que no sabía. Ahora si que había llegado al borde de la locura. Nos pusimos el cinturón, prendió el motor y la camioneta empezó a rodar. No hablamos en todo el viaje, me estaba llevando a su casa por lo que parecía, era el mismo camino por lo menos. - ¿Por qué me llevas a tu casa? - No lo hago.- Lo miré extrañada y preocupada. No paró en su casa, tal como había dicho, siguió y fuimos al mismo lugar donde había estado antes con Gaby, y donde luego vino él. Paramos, nos bajamos y me quedé allí mirándolo mientras se adentraba en el bosque negro. – No tengas miedo, ven – se dio vuelta y me miró mientras subía la mano para que tuviera confianza y fuera con él. Su rostro igual de amable que la primera vez que lo vi. Caminé hacia el sin miedo y tomé su mano. Nos introducimos en el bosque, me soltó la mano y se sentó en la orilla de la laguna. Me senté junto él. Nos quedamos en silencio mientras esperaba que él me dijera que estábamos haciendo allí y porque estaba tan desesperado porque yo no me fuera. - No te asustes, te voy a mostrar algo que quiero que veas, no se como irás a reaccionar, solo recuerda que no te voy a hacer ningún daño. Te lo prometo.- Se levantó se puso de espalda a mi, de frente a la luna la cual estaba casi llena, y media baja. Temblé, no sabía que iba a suceder, por lo menos lo que hiciera era lejos de mí. Siguió mirando hacia delante, mientras yo miraba como su cuerpo se hundía en la luz de la luna, tan hermoso. – no te asustes. - ¿Por qué lo repetía tanto? Me asustaba más. – Pase lo que pase no te muevas de ahí, no quiero que te acerques – esto era muy raro, pero sin embargo no tenía miedo. Se quitó la remera y empezó a moverse como si estuviera teniendo convulsiones, me quise parar para ayudarlo pero recordé lo que me dijo y me quedé sentada tal cual estaba. Se inclinó hacia delante un par de veces, yo estaba allí mirándolo, preocupada, ansiosa y curiosa. ¿Me tendría que levantar? Luego se puso extremadamente derecho y miró hacia arriba, me hizo recordar a Leeloo en la película Quinto Elemento cuando le sale la luz de la boca para poder romper en mil pedazos al meteoríto que viene a destruir la tierra gracias al amor. Susurró algo que no pude escuchar, su espalda empezó a moverse por si sola, esta vez si me asusté, pegué un salto levantándome y me moví un paso hacia atrás. El seguía allí parado muy recto, algo parecido a dos pelotas se movían de un lado para el otro en su espalda. Estaba totalmente espantada, quería correr, pero algo me decía que no estaba en peligro, el me lo había prometido, no me iba a hacer daño. Largó un grito de dolor y algo salió rápidamente de uno de esos huevos, y enseguida salió lo mismo del otro. Mis ojos se abrieron como nunca, eran dos alas, dos alas blancas, hermosas, que a la luz de la luna eran aún más bellas. Calló al suelo de rodillas, agitado y cansado, intenté correr, pero él se dió cuenta y me paró con la mano. Luego se puso de pie, se dio vuelta y me miró. Sus ojos estaban llorosos, su cara rojiza y sus alas gigantes aún abiertas de par en par. No quería correr, estaba extrañamente segura allí donde estaba a pesar de todo. Me quedé inmóvil observándolo a él y a sus alas, una y otra vez, se acercó hacia mí muy despacio con miedo de que yo reaccionara y corriera, pero yo estaba allí todavía. Me acercó la mano para que la tomara en signo de paz, yo no me moví, estaba muy cerca de mí. Levantó esta vez las manos para tomarme el rostro, pero reaccioné, di un paso hacia atrás, me largué a llorar, el se quedó donde estaba. Pasaron unos minutos y me fui acercando a él. - ¿Quién eres? – fui yo quién le tomó el rostro y lo miró a los ojos esta vez. - Tú lo sabes. - Esto no puede ser, es imposible. – le quité las manos de encima, volví a dar el paso hacia atrás, esto no podía estar pasando, no era real. Moví la cabeza de un lado hacia para despertarme de ese sueño, pero nada pasó. - Alma, es verdad. Yo se que es muy duro y casi imposible de entender o creer, pero es verdad. Soy lo que crees. Y soy tuyo. - ¿De qué hablas? ¿Mío? – lo volví a mirar, seguía con sus alas allí pero no las tenía abiertas, las tenía semi-cerradas y su rostro era muy triste. Pero aliviado de alguna manera. - Vine por ti. – cerré los ojos. – estoy aquí para cuidarte – largué una carcajada, no estaba creyendo lo que me decía, no paraba de reírme. Estaba totalmente fuera de mí, debería de estar enloqueciendo. Mi fantasía e imaginación me estaban jugando una tremenda mala pasada, y me sumergí en una inconciencia profunda, solo sentí la caída, luego de eso no recuerdo más nada; solo cuando me desperté y estaba otra vez en el cuarto aquel lleno de colores.

lunes, 11 de octubre de 2010

CAPITULO XVII: PATADA

- ¿Te llevo hasta tu casa quieres? Veo que no trajiste el auto, estás tan loca que viniste caminando todo eso para meterte en mi casa o solo pasabas por el barrio y decidiste visitarme – reímos juntos mientras volví a sonrojar.
- No, en realidad tengo el auto del otro lado del bosque. Obviamente no podría dejarlo a la vista del todo el mundo, no tendría mucho sentido. – largó una carcajada – no te rías vas a hacer que me muera de vergüenza, no hablemos más del tema por favor.
- No te preocupes – me dijo sin quitar su sonrisa – no hablaremos del tema, no por el momento. De todos modos te voy a llevar, no vas a poder manejar con esa herida.
- ¿Pero que hago con mi auto?
- Yo te lo llevo más tarde, le pido a mi hermano que vaya al lado conmigo para que luego vuelva a buscarme.
- ¿Tu hermano?
- Si, tengo una familia un poco grande. Otro día hablamos de eso, ahora tienes que ir a tu casa a descansar.
- Solo me lastimaron el brazo, no estoy cansada. A parte no quiero molestar a nadie más, ni quiero que me rompan el otro brazo. – no pareció causarle gracia, se sentía muy culpable por lo que había pasado.
- Por favor. Déjame llevarte, es lo menos que puedo hacer. – me miró con esos ojos tan hermoso, ¿cómo podía decirle que no? Asentí y marchamos rumbo a su auto que se encontraba enfrente de la casa, no me había soltado la mano ni un solo segundo. Subimos y empezó a conducir, conducía muy despacio, como si yo necesitara eso, me miraba dos por tres, a mi y a mi brazo para asegurarse de que seguíamos vivos.
Estábamos muy callados, ambos mirábamos hacia delante concentrados en el camino, por lo menos yo pretendía concentración. Estaba pensando acerca de lo que había pasado en aquella casa, era tan extraño.
Una mueca de dolor hizo espantar a Nahuel que me miró preocupado.
- Alma ¿estás bien?
- Si, solo me dio una pequeña puntada. Nada malo, normal supongo. - suspiró
- Disculpa de verdad, voy a hablar con ella, se pasó de cualquier límite – paró el coche, y deduje que habíamos llegado.
- Gracias por traerme. Adiós. – me miró confuso, como esperando algo más de mi. - ¿qué pasa?
- Te estás escapando. No quiero que lo hagas como lo hiciste hoy, sabes muy bien lo que dije y sabes muy bien lo que siento por ti. No puedes escaparte y dejarme con la palabra en la boca, y con un nudo en la garganta. Dime algo lo que sea, para bien o para mal. – bajé la cabeza, ¿qué podría decirle?, me daba timidez decirle que yo sentía lo mismo por más que quisiera. Mi orgullo no me dejaba. Gracias a dios una voz se escuchó. Miré para desear enseguida volver a aquel momento incómodo, era Manuel.
- ¿Alma? – caminaba hacia mi rápidamente, con el seño fruncido. Llegó hasta el auto y me abrió la puerta, me tomó de la mano para bajarme y la cerró con fuerza. No miró a Nahuel ni una sola vez, era algo típico, o mataba con la mirada o pretendía que no existía cuando se trataba de algún chico aunque fueran mis habituales amigos. Ni siquiera notó la gasa que cubría mi herida.
- Estoy bien, tranquilízate. ¿Qué es lo que te pasa?
- ¿No leíste mi nota? - negué con la cabeza, me miró sorprendido, yo siempre leía sus notas por más disgustada o apurada que estuviera.
- ¿Me lo estás diciendo para escaparte del lío? – lo miré con odio
- No, de verdad no lo leí – dije entre dientes para que no escuchara Nahuel ya que la ventana estaba abierta, y el brazo me volvió a dar una puntada.
- Bueno señorita, vamos a tener una extensa charla . – prácticamente me empujó hacia la puerta. Voltee hacia Nahuel pero ya no estaba ahí. No fui capas de escuchar cuando se fue, tenía parloteando a mi lado a Manuel todo el tiempo. Estaba enfadada otra vez, nunca me enfadaba.
- Déjame en paz, ¿eres muy mal educado sabes? No fuiste capaz de saludar a mi amigo, que clase de educación entendiste de mamá, me parece que ninguna.- bufé
- No estoy para esas cosas ahora, otra persona ha sido asesinada y no pienso dejarte por las calles así como así, eso fue lo que te puse en el papel. Te dije que no salieras a ningún lado porque el padre de
Daniel murió asesinado por alguien. – mis ojos se hicieron más grandes, creí que se saldrían de su lugar.
- ¿Qué? ¿El padre de Daniel? ¿Cómo puede ser posible?
- Te estuve llamando Alma, esa maldita manía de dejar las cosas en el auto. Hablando de eso ¿dónde esta tu auto?

- Después te cuento, ahora dime que fue lo que pasó.
- No sabemos, vengo de su casa pero quería estar solo, estaban haciendo un par de interrogatorios, me lo hicieron a mi también por conocerlo y no se que más, pero yo no tenía nada para decirle. Estamos todos muy preocupados y tristes, decidimos hacer una especie de grupo para cuidarnos entre si y encontrar a ese maldito que esta haciendo todo esto. Y no quiero que salgas a ningún lado mientras tanto.

- ¿De qué estás hablando? Yo tengo facultad, no me puedo quedar tampoco atrapada en mi casa todo el día, no voy a ser una paranoica.

- Háceme caso por favor, por lo menos en los horarios que no tenés nada para hacer, y avísame cuando lo hagas, o no vayas sola, solo eso te pido.

- Está bien. subí las escaleras para irme a acostar un rato, estaba cansada después de un día como este y por haberme despertado tan temprano.

"No podía hacerme la rebelde en un caso así, no estábamos hablando de un simple capricho, una persona había muerto, o quizás dos y nadie sabía quién era el culpable. En un pueblo así es alguien que nos conoce, o quizás podría ser alguien nuevo... NUEVO!" – me dije e inevitablemente abrí los ojos con preocupación, "¿alguien nuevo? No, no, no, no podía ser alguien nuevo de la familia de Nahuel. ¿En qué me estaba metiendo? ¿No será alguna clase de asesino?, las cosas si podrían enganchar en su lugar con todo lo que había pasado entre los dos hasta ahora" No, no, no podía pensar así de él, o ¿si?, yo no lo conocía, no tenía porque saber lo que era. ¿Y ya estaba enamorado de mi?, ¿no me querría engatusar? Mejor me alejaba de él, no podía estar metiéndome en esas cosas tan peligrosas, había entrado a una casa, me había metido en un armario y alguien me había apretado un brazo tan fuerte que me hizo sangrar. Esas cosas no podían pasarle a todo el mundo, ni tampoco alguien podía tratarme como él cuando nos conocíamos hace tan poco. Lo mejor era no verlo más, podría reconsiderar la idea de irme con Gaby. No era tan mala; todavía tenía algunas horas para poder decidirme. Me quedé un rato pensando, cuando ya sentía que iba a explotar, me levanté, fui al baño, me bañe y me quede mirando al espejo un par de minutos; bajé y no había nadie. Esta vez si leí la nota de mi hermano que decía:

“Alma, voy a juntarme con el grupo del que te hablé, no salgas si te llegas a despertar y si es así a pesar de todo, por favor llámame. Te amo. Besos”.

¿Te amo?, tenía que estar verdaderamente preocupado para decirme algo así, de todas maneras no tenía pensado salir. Pasó una hora, mientras yo me había sentado a leer unos textos para la facultad sonó el timbre, me asusté y pegué un salto. Fui hasta la puerta y miré por el agujero, mis ojos se abrieron, era Nahuel. Me había olvidado que el sabía donde vivía. No hablé, ni siquiera me moví. - Alma, se que estás ahí dentro, por favor abrime, solo quiero hablar con vos te lo pido por favor tocó dos veces más el timbre. "No podía hacerle esto, no era malo, yo sentía que no lo era", me dije a mi misma, mientras sentía un gran silencio, de todas maneras yo sabía que no se había ido. Abrí, mientras daba vuelta la llave despacio para que no se diera cuenta de que lo estaba haciendo, me arrepentí dos veces, pero de todas maneras abrí. Estaba sentado en el escalón con la cabeza entre las piernas y con las manos en la frente. Se paró rápidamente, cuando se dio cuenta de que yo estaba ahí detrás de él. . - Alma. Necesito hablar urgente contigo. – se acercó rápidamente a mi. - ¿Para qué? - a pesar de su hermosa y tranquilizadora vos. Estaba asustada, paranoica. Lo alejé de mí. - ¿Pasa algo malo? – dijo confuso - Es que es todo muy raro esto que esta pasando contigo, y no me da muy buen espina sinceramente. - No desconfíes de mi, yo quería hablar contigo, por algún tipo de impulso necesito saber de vos. No soy un loco obsesivo. Fue por eso que te busqué, quería aclararte muchas cosas que hacen que vos no confíes en mi, y que pienses erróneamente. Hablé con Lara, le dejé muy claro que no te podía hacer más daño, enfureció, pero no importa, no es peligrosa. Quiero aclararte todo, quiero que sepas todo de mí, necesito que lo sepas. – no podía meterme en esta, me había prometido a mi misma que no. Le había prometido a mi hermano que no saldría, no podía meterme en estos tipos de bailes ahora. Por más que estuviera pensando en el prácticamente más de lo que me gustaría, tampoco podía dejarme llevar así, era peligroso. - No puedo, le prometí a mi hermano que no saldría y me quedaría con él hoy, esta aquí dentro, no quiero meterme en problemas no le iba a decir que estaba sola, estaba realmente paranoica – a parte estoy haciendo los bolsos. - ¡¡¡Bolsos!!!prácticamente lo gritó, sus ojos se pusieron en blanco - ¿a dónde te vas? ¿De qué estas hablando?

- Me voy a EEUU.

CAPITULO XVI: ¿FANTASIA?

Me costó unos minutos saber en donde estaba y hacia donde tenía que ir. Visualicé la escalera, mi cabeza se dio vuelta para saber si Nahuel había visto mi patética búsqueda de la salida. Pero en vez de eso me encontré a la pelirroja que me miraba con odio. Me estremecí, ella caminó hacia mí lentamente, puso una sonrisa de odio en su boca y llegó hasta donde estaba yo.
- Hola – me dijo sin quitar la sonrisa perversa de su cara. No emití palabra, estaba aterrada ante esos ojos llenos de rencor hacia mi persona.
- Que poco respeto, ¿no me vas a saludar? Estas en mi casa, no se quien eres y ni me saludas.
- Hoo-ola – tartamudeé.
- No vas a lograr quitarme a Nahuel. Vas a tener una pelea muy dura por estar con él. – sonaba egocéntrica a morir. Subió demasiado el tono y era grosera. Esta vez mi timidez se fue, mi miedo se desvaneció.
- Yo no voy a tener ninguna pelea contigo ni con nadie, no voy a dejar que nadie me hable así, ni me intimide, el va a estar con quién quiera te guste o no. – pareció no sorprenderse, ni siquiera quitó su cara de petulante. Yo estaba muriendo de rabia por no causarle el más mínimo efecto.
- ¡Opa!, la pequeña terminó siendo toda una valiente. – rió con más fuerza.
- No me interesa lo que pienses. – me di media vuelta furiosa como una niña y me fui. Pero ella me agarró de un brazo con tal brutalidad y fuerza que si no la hubiera visto, podría haber jurado que era el campeón mundial en fuerza bruta. Me giró con gran rapidez y me puso cara a cara con ella. Me sentí en una mezcla de susto y sorpresa, me retorcí por el dolor de mi brazo e hice una mueca.
- Mira chiquita, la cosa es así. No estas hablando con cualquier guachita de por ahí, yo que vos me tendría miedo, me alejaría bastante de la casa y de Nahuel. No te hagas la graciosa ni la valiente conmigo, no estás yendo por el buen camino – su rostro estaba lleno de ira, no podía entender como alguien tan bello con una inocencia en su mirada, podría comportarse de esa manera conmigo. Me enfurecí, me negué a que me tratara así, yo no era de esas que se dejan maltratar por cualquiera, al contrario siempre impuse mi respeto. Nunca me gustó llegar a la violencia, pero tampoco me iba a dejar pisotear. Intenté sacar el brazo de una, pero era tan fuerte la pelirroja que no pude soltarme, eso hice dos o tres veces sin quitarle la vista de encima, al igual que ella a mi.
- Me das pena – dijo con la misma cara y me soltó, moví el brazo con fuerza para atrás, me tomé el brazo que estaba todo rojo en signo de protegerlo, no pasó mas de 20 segundos antes de que midiera fuerza y le diera un puñetazo en su rostro, aquel se dio vuelta y se quedó allí, yo estaba expectante a que se volviera a mirarme, esperaba un golpe más fuerte todavía. Pero estaba preparada para la golpiza a pesar de que no me gustara y hacía un minuto le había dicho que no me pelearía con nadie. Volví a sorprenderme cuando empezó a carcajear, parecía que se iba a ahogar. La miré enojada y frunciendo el seño, estaba cada vez más furiosa. Le acababa de dar una golpiza y solo reía sarcástica como si le hubiera hecho un poco de cosquillas. Ella seguía con la cabeza dada vuelta, de pronto me miró con una sonrisa y de repente puso una cara aún más de odio. Ahora si, me iba a comer viva.
- ¡LARA! – gritó Nahuel, me suavice y volví a respirar un poco más. – ¿qué rayos estás haciendo? – ella lo miró y le largó una sonrisita burlona.
- ¿No ves?, estoy poniendo en su lugar a la chiquilla, resultó ser más valiente de lo que creía a pesar de que no tiene ni un poco de fuerza. – Nahuel se acercó hacia mí y se puso entre los dos, sus facciones ya no eran tan bellas, estaba como un león a punto de atacar. Ella no se inmutó, seguía allí sonriendo como si nada le importara.
- No la vuelvas a tocar, si le pones otra vez una mano encima yo mismo te mataré con mis propias manos ¿lo entendiste?
- Simplemente le tomé el brazo, no tengo la culpa de que sea una niñita sensible, – se reía mientras se daba vuelta y se iba por donde había venido. Nahuel la contempló enojado hasta que la perdimos de vista al introducirse en uno de los cuartos, a penas se escuchó el sonido de la puerta y el me miró preocupado.
- ¿Estás bien Alma?, te hizo algo – negué con la cabeza. Claramente mentía. Me miró el brazo que volví a proteger con una de mis manos. - muéstrame
- Estoy bien
- Muéstrame – repitió esta vez sin la voz amable. Destapé mi brazo, no quise voltear de seguro ya se me había formado un moretón con la piel tan estúpidamente sensible que tenía. – ¡Alma! – se escandalizó – estas sangrando – lo miré sorprendida. ¿Sangrando?, ¿cómo que sangrando?, sino me cortó, solo me agarró. No podía tener tanta fuerza esa mujer, me había apretado hasta el punto de hacerme sangrar. – ven vamos al baño que te voy a curar. – me tomó de la mano y me llevó con cuidado hacia otro de los cuartos por donde yo había pasado, el baño era celeste con tonos de blanco en algunos lados, tenía un jacussi como para cuatro. Todos los accesorios comunes de un baño, el lavamanos era enorme de marfil con un espejo que llegaba de punta a punta, el cuarto era tan grande como mi cuarto. Podía vivir perfectamente en él. Nahuel tomó una caja blanca de uno de los cajones del armario que se encontraban a un costado del lavamanos, claramente era un botiquín de primeros auxilios al ver la cruz roja encima de ella. Sacó algunas cosas para curarme, tomó gasa, una tijerita, algodón, cinta.
Me miró y sonrió en modo de tranquilizarme, obviamente funcionó, le devolví la sonrisa, luego recortó un largo trazo de gasa y lo colocó tiernamente sobre mi herida, sin que me doliera y le agregó la cinta para sostenerla. . Al acabar de curarme me besó en donde se encontraba la herida y luego la frente.
- Finito. – me dedicó una guiñada – disculpa lo que te hizo Lara, sinceramente tendría que matarla, te lastimó demasiado.
- No te preocupes, tú no tienes la culpa.
- Claro que la tengo, por mi te hizo eso. – bajó la cabeza en señal de tristeza y arrepentimiento. – de verdad, esto lo va a saber mi padre no te preocupes, la va a castigar como nunca en su vida. No concibo que clase de pensamiento se le pasaba por la cabeza para hacer algo así.
- Todo esta bien, de verdad. Ella lo que quiere es que flaquee y no pretendo hacerlo. – me lanzó otra sonrisa.
- Si que eres valiente, en eso tenía razón Lara. - volvió a sonreír, yo también, pero lo hice de una manera orgullosa por poder no mostrar abatimiento ante la pelirroja.
- Ahora si me voy. – esta vez me acompaño a la puerta no quise decirle que no, no quería encontrarme otra vez con aquella pelirroja ni con nadie más, mi idea era salir viva o por lo menos caminando erguida de ese lugar. Guardó las cosas del botiquín y lo puso de nuevo en el armario. Me tomó de la mano otra vez, me sonrojé, pero a el no se le movió ni una médula, parecía como si lo hiciera desde hace años a eso, tan natural para él que me hizo esbozar una sonrisa por lo bajo para que no se diera cuenta. Fuimos caminando en silencio hasta la puerta.