domingo, 10 de abril de 2011

CAPITULO XX: SIGUIENDO UN CAMINO (II)

De pronto Nahuel estaba al lado del acompañante, pegué un salto llena de miedo y el celular voló por los aires. Suspiré, mientras él me miraba con furia, con los brazos cruzados.
- Me asustaste, ni siquiera te escuché abrir ni cerrar la puerta.
- ¿A donde te pensás que vas a ir?
– su voz era tosca y bruta.
- A ningún lado – mi nerviosismo me delataba desde cualquier punto de vista, no me gustaba mentir, pero lo estaba haciendo seguido y muy bien. Pero con Nahuel era diferente, no solo por lo obvio, sino porque me era imposible mentirle sin ponerme nerviosa o decir tonterías.
- No soy estúpido, se que estás pensando irte con Gabriel. Lo oí todo, hay muchas cosas que no sabes de mí todavía. Ser un ángel no es el fin de mi historia. Mil veces te dije que vos no te podes ir a ningún lado.
- No entiendo, es seguro para la gente que amo que me vaya. – me relajé y endurecí un céntimo mi voz.
- Para vos no, vas a estar segura dentro de la ciudad, esta ciudad esta protegida de cualquier peligro, mientras nosotros estemos aquí nadie va a poder entrar. Pero mientras vos te vayas a cualquier otro lado no va a ser nada bueno para ti, aquí van a estar todos protegidos no es un problema mientras nadie entre.
- ¿De qué nadie estás hablando?
- De los que ustedes llaman “demonios”, cuando se enteran que hay este tipo de situaciones hacen todo lo posible para acabar con ambas personas, tanto al ángel o la protegida, ya que desatarían una guerra que es lo que más desean y es lo que más les da placer. Le es más fácil por razones obvias matar a un mortal que a un inmortal, y saben que cuando alguien está protegido el ángel da la vida, el alma y la escala de ángel por el otro. Para ellos tampoco va a ser posible entrar al lugar donde nosotros estemos, pero no por mucho tiempo. Tienes que quedarte aquí – cada vez entendía menos y cada vez ponían más vocabulario que yo no quería ni saber. Ahora no sabía que decirles a mis amigos, como explicarle que me quedaba, según Nahuel tenía que decirles que había hablado con él, que solo había sido una pelea entre ambos que me había enojado, pero todo había vuelto a la normalidad. No importaba, lo único que si importaba era que debía quedarme.
Luego de intentar pensar una excusa, sonó el celular, era mi madre, estaba muy alterada con lo que le había mandado, la tranquilicé al instante diciéndole que había sido solo una mala pasada, un impulso que ya no estaba en mi agenda. Suspiró tranquilizándose, esta vez no había mentido con lo del impulso, pero de todas maneras me sentía muy mal por lo que estaba pasando.
- ¿Vas a ir a despedirlo?
- Si, voy a ir a despedirlo – lo repetí para ver la reacción de Nahuel, lo miré de reojo, y visualicé su ceño marcadamente fruncido, mientras largaba un pequeño refunfuño. Volví a mirar hacia delante, despedí a mi madre y cerré el teléfono, lo dejé al lado de mi asiento esperando que Nahuel me dijera algo. Cosa que obviamente sucedió.
- ¿Vas a ir a verlo? – preguntó un tanto tímido y otro tanto molesto.
- No puedo dejar de hacerlo. Tú lo sabes, sabías que esto iba a pasar de todas formas. – tomé el celular y le mandé un mensaje a Flor “Paren de armar el bolso, no me voy, miren por la ventana sabrán el porque, enseguida subo”. Se acercaron enseguida a la ventana y se alejaron un segundo después.
- Si lo se, de todas maneras...
- ...no quiero hablar del tema, no se discute. – lo interrumpí. Bajó la cabeza y simuló tranquilidad, aunque se notaba que estaba triste y nervioso, por no decir celoso.
Bajé del auto y fui hacia la casa, di vuelta pero el ya no estaba. No necesité subir las escaleras ellos ya estaban allí sentados con la tele prendida en el sofá esperando una explicación.
Le pedí disculpas por todo, comenté que estaba confundida y no podía decidir de esa manera, ni me podía ir a ningún lado así, y menos cuando Nahuel estaba abarcando mucho más de mi vida que Gaby. A ninguno de los dos les gustó escuchar eso, a ninguno les caía muy bien Nahuel por la manera en que se había dado todo y como las cosas estaban pasando.
Miré la hora y supe que aún tenía tiempo de pensar en que decirle a Gaby en nuestro encuentro, ambos se quedaron conmigo para pasar el tiempo y para mi era perfecto, me sería más fácil llegar a algún tipo de discurso.
Les prohibí seguir hablando de Nahuel, ambos me miraron decepcionados, de seguro pretendían hacer eso en su tiempo libre, pero ya no me importaba, yo sabía lo que era y quien era. Quería estar con él.

CAPITULO XX: SIGUIENDO UN CAMINO (I)

Esperaba que todo saliera de la mejor forma posible, si esto seguía avanzando.
Me sentí aliviada al cortar con ella, “una menos”, pensé, me sentía terrible por pensar así de ella, pero en este momento era lo mejor. No llamé a Flor, seguramente la iba a ver en la facultad, por suerte, tenía más tiempo para prepararme.
Llegué y estaba sentada en el mismo lugar de siempre con los chicos, me tiró una mirada de enojo y me sentí peor que nunca. Me bajé y caminé hacia ellos, todos estaban normales menos ella y Benja. Los cuales eran los más cercanos a mí y los que me conocían más, sabían que yo estaba rara.
Saludé amablemente a todos, Flor y Benja se levantaron y me miraron para que los siguiera, suspiré profundo y fuimos hasta la puerta de la facultad y nos sentamos. Se abalanzaron sobre mi a penas estuvimos solos, al contarles con quien estaba pusieron el grito en el cielo, Benja creyó que había pasado la noche con él, tuve que pararlo y reírme un rato largo de la vergüenza que aquello me había causado. Me retaron y los reté por no entenderme como amigos, y dejar los castigos para los padres, simulé enojo, parecía que había impactado algo en ellos. Me miraron avergonzados. Estaba volviendo a hacer aquella que fui con Gaby cuando tenía en la cabeza a Nahuel, solo que esta vez era sin quererlo. Tenía ganas de gritarles a los cuatro vientos lo que estaba pasando para que estuvieran conmigo y supieran un secreto tan genial como ese. Pero valían más sus vidas.
Llegaron a pedirme disculpas arrepentidos por su comportamiento, luego hablamos durante un largo rato, les conté puras mentiras de lo que anoche habíamos hecho; les dije la verdad sobre lo mucho que me gustaba y todo lo que estaba sintiendo por él. Claramente no estaban de acuerdo, se limitaron a darme el consejo de que me cuidara y nada más. Les comenté también la ida de Gabriel a EEUU, ya que no los había visto, pero los chismes en el pueblo corrían más que rápido, ya lo sabían. Me sorprendí al enterarme de que forma lo hicieron.
- Tuvimos una pequeña pelea con Sebastián el amigo de Gaby ayer. – dijo Benja.
- ¿Qué pasó? - pregunté sorprendida y no tanto.
- Vino al parque a hablar contigo muy enojado, estaba con los ojos muy llorosos también, se ve que se había enterado recién de la noticia. Como no estabas nos echó la porquería a nosotros, nos dijo de todo sobre vos, Benja se enojó mucho y si no fuera porque Adrián y Cris que lo paró la cosa se hubiera puesto fea. Pero de todas maneras, el se marchó y nos dijo que todavía no había hablado con vos, que te prepararas porque iban a tener una charla muy larga. – dijo Flor, ahora si me sentía mal y me largué a llorar.
- No, no llores, no es tu culpa lo sabes. – dijo Benja preocupado
- Claro que es mi culpa, el se va por mi, todos lo saben. – Benja se acercó y me abrazó, Flor por su parte me tomó de la mano y la apretó con fuerza.
- No llores, el es grande sabe lo que hace, de todos modos se va a ir para que su carrera pueda mejorar, tampoco es tan malo, no se va sin rumbo, ni nada por el estilo. – la miré, en eso tenía razón, igual yo me sentía mal.
- Me voy a ir con él. – Benja me soltó y me miró, Flor lo siguió.
- ¿De qué estás hablando? – masculló Benja, me sequé las lágrimas, iba a cometer otra locura, las cuales eran comunes en los últimos días. Sabia que era segura esa opción, por más que a Nahuel le doliera, de todos modos el me había dicho que siempre iba a estar conmigo, aunque en una situación así no le iba a ser fácil. Peor por lo menos me alejaría del lugar, aunque no sabía hasta que punto eso podría ser bueno, quizás pondría en peligro a Gaby. Pero el estaría conmigo, también sería una especie de protegido ya que yo no lo dejaría ni un minuto, Gaby debería de tener su propio ángel, le pediría a Nahuel que hablase con su él para que lo proteja más todavía. Y todos los demás que me conocieran estarían a salvo, ya que en un momento a otro empezarían a dudar y eso no sería bueno.
- Gaby me dio un boleto de autobús, me dijo que si yo me quería ir con él que fuera hoy en la tarde, a eso de las cuatro. Voy a hacer eso.
- Pero vos lo dejaste, y te esta gustando Nahuel, ¿qué necesidad de ser parte de una historia así?, te vas a lastimar vos también y si te arrepentís tu vuelta al pueblo a Gaby le va a hacer más mal. ¿Por qué lo vas a hacer?.“Porque las cosas son diferentes, Nahuel es un ángel, mi ángel y estamos en peligro. Y todavía no se que clase de peligro”. Me dije a mi misma, luego de escuchar a Flor preguntarme algo que no le podía responder con la verdad.
- Me estoy dando cuenta ahora que no puedo estar sin él. Soy una niña caprichosa, lo dejé de tonta. Quiero estar con él – otra mentira más. Pero era lo mejor.
- ¿Estas segura Ali?, sabes que yo te apoyo siempre, y esta no va a ser la excepción, si es lo que realmente querés. Pero quiero que sea lo que realmente queres de verdad. Porque hace un segundo nos dijiste que querías ir de a poco con Nahuel y que te gustaba mucho. – el tono de Flor fue esta vez más tranquilizador, que calmó mis ansias.
- Si realmente quiero eso.
- Si es así, vamos a tu casa para poder ayudarte con los bolsos. – habló Benja con tristeza, yo sabía que esto iba a ser muy difícil. Ambos eran como mis hermanos, yo los amaba y por eso me iba.
Nos levantamos, yo ansiosa y ellos tristes disimulando un poco para no hacerme sentir peor. Les negué a mis amigos a que me acompañaran, no podían faltar a la facultad por mi culpa, ya era bastante conmigo. Todavía tenía que enfrentar un montón de cosas más allá de ángeles. Tenía que darle la noticia a mi madre de que me iba a EEUU con Gabriel, decirle que iba a hacer con la facultad, enfrentar a mis hermanos, demasiado para una corta tarde antes de irme. Pero ellos de todos modos vinieron, preferían quedarse conmigo el tiempo que estuviera por aquí, era razonable no se los discutí.
Llegamos a casa, subimos y me ayudaron a juntar la ropa, bajé y los dejé a cargo unos minutos para poder llamar a mi madre, no sabía si llamarla o mandarle un mensaje. De todas formas ella me iba a terminar llamando para saber que era lo que había pasado, pero preferí al final el mensaje o sea la cobardía. Fui hacia el auto donde siempre tenía mi celular, abrí la puerta, me subí en el y le mandé un mensaje a mamá dándole la “buena nueva”.



CAPITULO XIX: DEJANDO PARTE DE MI EN EL CAMINO

Me desperté y miré hacia todos los ángulos para comprobar si aquello había sido un sueño. Observé la hora en un reloj cucú muy antiguo que estaba frente a mí, eran las ocho de la mañana, todavía temprano. Miré a mi lado y no había nadie, cuando me levanté aún estaba media dormida; volví a mirar a los costados insegura de la exactitud de mi primera observación, no podía diferenciar la realidad de la fantasía, observé hacia el otro costado y visualicé a la pelirroja que me miraba otra vez. No me moví, ella me tiró una sonrisa macabra e irónica. - Buen día, te saliste con la tuya después de todo. No te sientas tan segura de que yo no voy a hacer nada para que Nahuel se despoje de ti. - Alma, ¿cómo te sientes? – dijo Nahuel mientras entraba ágilmente y tiraba una mirada fulminante a la pelirroja. Por mi parte me limité a observar a Nahuel, no estaba para aguantar a la petulante pelirroja, ni siquiera estaba segura de que ella fuera real. Insistí con irme, con mi hermano con mi familia, pero él ya se había encargado de todo, ya había metido en la historia a Flor pidiéndole de mi parte que me guardara el secreto, el que podía saber y me cubriera por esa noche. Intenté no molestarme, pensando que le iba a decir a Flor cuando la viese y me preguntase todo lo que había pasado, detestaba mentirle, detestaba mentir, pero debía hacerlo, según Nahuel era demasiado peligroso que ellos supieran o sospecharan algo, lo mejor es que siguieran siendo ignorantes ante esta historia. A pesar de que tenía miedo por simplemente pensar en que los que amaba podían estar en peligro, debía ser fuerte, Nahuel me miraba con tristeza queriendo arreglar todo en ese mismo momento para mi y para mi gente. En un momento no pude evitar insistir en ver a mis amigos y familia, aunque sea por última vez - Me tengo que ir, tengo que volver a casa, no puedo estar aquí para siempre, tengo clases y tengo que... - ...ir a ver a Gabriel – terminó mi frase, me movilicé, lo dijo con más tristeza de lo que su cara mostraba, lo cual no era chiste. No me había olvidado de Gabriel, a pesar de que estaba metida en un cuento de hadas bizarro - De acuerdo, vas a tener tu vida normal mientras tanto. Ya te dije yo voy a andar siempre a tu alrededor – eso no me gustaba tanto, no quería que escuchara lo que yo le iba a decir a Gabriel, ni me quería sentir observada todo el maldito día. Por más que fuera él quien lo hacía. - Eso crees tú – dijo Lara mientras se retiraba del lugar. Ninguno le dio importancia y seguimos la conversación. Fuimos hacia su auto. Paró dos cuadras antes de la casa para protegernos de mi hermano, me bajé y caminé hacia la puerta; no lo saludé, sabía que lo iba a ver demasiado seguido y aún me sentía un poco avergonzada, de todos modos todavía no estaba muy convencida de lo que estaba pasando. Él se dio cuenta de mi indiferencia, y no protestó, no quería presionarme. Llegué a casa y mi hermano no estaba como supuse, había una nota encima de la mesa como siempre, lo cual me tranquilizó hasta ver el final de la nota, sabía que se iba a enojar, le iba a contar a mi madre y por más que ella me amara, de seguro no me dejaría salir por un mes.

Alma te dejé el almuerzo pronto en el microondas. Emi vuelve hoy, me llamó y me dijo que había tenido una discusión con Marcelo. Así que se vuelve, va a estar a las 4. Yo vuelvo antes y vamos a hablar sobre lo de anoche. .

Subí, tomé un baño bien caliente y prolongado. Me cambié, bajé las escaleras con la computadora portátil de mi hermano y me hice un café. Entré a Google, puse ángeles junto con Nahuel. Nada apareció, o su nombre era otro o no tenía nada que ver con ninguno de estos. Puse ángeles en general y empecé a leer, nada hablaba acerca de enamoramientos, protegidos, y cualquier cosa que yo supiera sobre lo que estaba pasando. No tenía nada con que agarrarme, definitivamente estas historias no estaban en el conciente humano. Me dediqué a revisar mis mail, había uno de Flor que me preguntaba en que andaba, porque estaba tan extraña. Otro de Benja que me preguntaba algo parecido. Fui a buscar los textos para la facultad así los releía para la clase del día siguiente, pretendía hacer lo normal, no quería que todo esto se me subiera a la cabeza y terminara loca de verdad. Miré rumbo al teléfono y visualicé que había tres mensajes en el contestador, fui hacia ella y apreté el botón para poder escuchar. El primer mensaje era de mi mamá: Cariño, te llamé a casa y me dijo Manu que estabas en lo de Flor, te llamé al celular y no me respondiste. ¿Todo esta bien mi amor? Llámame en cuanto puedas. Te amo. Adiós Tenía que llamarla, no podía dejar que se preocupara demás. Por suerte ella nunca llamaba a lo de Flor, no le gustaba sofocarme y parecer una madre desesperadamente protectora, así que se limitaba a llamar a casa o a mi celular, nunca más de eso. Solo que se tratara de una emergencia. El segundo mensaje era de Flor, no era suficiente el mail: Ali, te olvidaste unas cosas en casa, llámame cuando puedas. Adiós. Ella si que no tenía un pelo de tonta, quería saber como estaba y dejarme un mensaje para que la llamara, porque estaba enojada y preocupada, pero de una forma sutil para que mi hermano no dudara. El tercero era de Marcelo: Hola, quería llamar para decirles que Emiliano va para ahí antes, ya deben de saberlo pero de todas formas les aviso. Los extraño, los amo adiós. Cómo me enfurecía cuando ponía excusas para hablar con nosotros, aunque fuera de esta manera. No quería pensar en él, ya tenía demasiado. Tomé el teléfono y llamé a mamá, para intentar tranquilizarla y que crea que todo estaba bien. Odiaba mentir, y sobre todo a ella. La conversación continuó rutinaria, como si nada estuviera pasando, no se enojó, solo me hizo prometerle que me cuidaría y le haría un poco más de caso a mi hermano. Ella sabía lo exagerado que era él, debí suponer que se lo tomaría a bien. Le pedí por favor que no se preocupara tanto, pero era mi madre me amaba y yo a ella.