- No, en realidad tengo el auto del otro lado del bosque. Obviamente no podría dejarlo a la vista del todo el mundo, no tendría mucho sentido. – largó una carcajada – no te rías vas a hacer que me muera de vergüenza, no hablemos más del tema por favor.
- No te preocupes – me dijo sin quitar su sonrisa – no hablaremos del tema, no por el momento. De todos modos te voy a llevar, no vas a poder manejar con esa herida.
- ¿Pero que hago con mi auto?
- Yo te lo llevo más tarde, le pido a mi hermano que vaya al lado conmigo para que luego vuelva a buscarme.
- ¿Tu hermano?
- Si, tengo una familia un poco grande. Otro día hablamos de eso, ahora tienes que ir a tu casa a descansar.
- Solo me lastimaron el brazo, no estoy cansada. A parte no quiero molestar a nadie más, ni quiero que me rompan el otro brazo. – no pareció causarle gracia, se sentía muy culpable por lo que había pasado.
- Por favor. Déjame llevarte, es lo menos que puedo hacer. – me miró con esos ojos tan hermoso, ¿cómo podía decirle que no? Asentí y marchamos rumbo a su auto que se encontraba enfrente de la casa, no me había soltado la mano ni un solo segundo. Subimos y empezó a conducir, conducía muy despacio, como si yo necesitara eso, me miraba dos por tres, a mi y a mi brazo para asegurarse de que seguíamos vivos.
Estábamos muy callados, ambos mirábamos hacia delante concentrados en el camino, por lo menos yo pretendía concentración. Estaba pensando acerca de lo que había pasado en aquella casa, era tan extraño.
Una mueca de dolor hizo espantar a Nahuel que me miró preocupado.
- Alma ¿estás bien?
- Si, solo me dio una pequeña puntada. Nada malo, normal supongo. - suspiró
- Disculpa de verdad, voy a hablar con ella, se pasó de cualquier límite – paró el coche, y deduje que habíamos llegado.
- Gracias por traerme. Adiós. – me miró confuso, como esperando algo más de mi. - ¿qué pasa?
- Te estás escapando. No quiero que lo hagas como lo hiciste hoy, sabes muy bien lo que dije y sabes muy bien lo que siento por ti. No puedes escaparte y dejarme con la palabra en la boca, y con un nudo en la garganta. Dime algo lo que sea, para bien o para mal. – bajé la cabeza, ¿qué podría decirle?, me daba timidez decirle que yo sentía lo mismo por más que quisiera. Mi orgullo no me dejaba. Gracias a dios una voz se escuchó. Miré para desear enseguida volver a aquel momento incómodo, era Manuel.
- ¿Alma? – caminaba hacia mi rápidamente, con el seño fruncido. Llegó hasta el auto y me abrió la puerta, me tomó de la mano para bajarme y la cerró con fuerza. No miró a Nahuel ni una sola vez, era algo típico, o mataba con la mirada o pretendía que no existía cuando se trataba de algún chico aunque fueran mis habituales amigos. Ni siquiera notó la gasa que cubría mi herida.
- Estoy bien, tranquilízate. ¿Qué es lo que te pasa?
- ¿No leíste mi nota? - negué con la cabeza, me miró sorprendido, yo siempre leía sus notas por más disgustada o apurada que estuviera.
- ¿Me lo estás diciendo para escaparte del lío? – lo miré con odio
- No, de verdad no lo leí – dije entre dientes para que no escuchara Nahuel ya que la ventana estaba abierta, y el brazo me volvió a dar una puntada.
- Bueno señorita, vamos a tener una extensa charla . – prácticamente me empujó hacia la puerta. Voltee hacia Nahuel pero ya no estaba ahí. No fui capas de escuchar cuando se fue, tenía parloteando a mi lado a Manuel todo el tiempo. Estaba enfadada otra vez, nunca me enfadaba.
- Déjame en paz, ¿eres muy mal educado sabes? No fuiste capaz de saludar a mi amigo, que clase de educación entendiste de mamá, me parece que ninguna.- bufé
- No estoy para esas cosas ahora, otra persona ha sido asesinada y no pienso dejarte por las calles así como así, eso fue lo que te puse en el papel. Te dije que no salieras a ningún lado porque el padre de Daniel murió asesinado por alguien. – mis ojos se hicieron más grandes, creí que se saldrían de su lugar.
- ¿Qué? ¿El padre de Daniel? ¿Cómo puede ser posible?
- Te estuve llamando Alma, esa maldita manía de dejar las cosas en el auto. Hablando de eso ¿dónde esta tu auto?
- Después te cuento, ahora dime que fue lo que pasó.
- No sabemos, vengo de su casa pero quería estar solo, estaban haciendo un par de interrogatorios, me lo hicieron a mi también por conocerlo y no se que más, pero yo no tenía nada para decirle. Estamos todos muy preocupados y tristes, decidimos hacer una especie de grupo para cuidarnos entre si y encontrar a ese maldito que esta haciendo todo esto. Y no quiero que salgas a ningún lado mientras tanto.
- ¿De qué estás hablando? Yo tengo facultad, no me puedo quedar tampoco atrapada en mi casa todo el día, no voy a ser una paranoica.
- Háceme caso por favor, por lo menos en los horarios que no tenés nada para hacer, y avísame cuando lo hagas, o no vayas sola, solo eso te pido.
- Está bien. – subí las escaleras para irme a acostar un rato, estaba cansada después de un día como este y por haberme despertado tan temprano.
"No podía hacerme la rebelde en un caso así, no estábamos hablando de un simple capricho, una persona había muerto, o quizás dos y nadie sabía quién era el culpable. En un pueblo así es alguien que nos conoce, o quizás podría ser alguien nuevo... NUEVO!" – me dije e inevitablemente abrí los ojos con preocupación, "¿alguien nuevo? No, no, no, no podía ser alguien nuevo de la familia de Nahuel. ¿En qué me estaba metiendo? ¿No será alguna clase de asesino?, las cosas si podrían enganchar en su lugar con todo lo que había pasado entre los dos hasta ahora" No, no, no podía pensar así de él, o ¿si?, yo no lo conocía, no tenía porque saber lo que era. ¿Y ya estaba enamorado de mi?, ¿no me querría engatusar? Mejor me alejaba de él, no podía estar metiéndome en esas cosas tan peligrosas, había entrado a una casa, me había metido en un armario y alguien me había apretado un brazo tan fuerte que me hizo sangrar. Esas cosas no podían pasarle a todo el mundo, ni tampoco alguien podía tratarme como él cuando nos conocíamos hace tan poco. Lo mejor era no verlo más, podría reconsiderar la idea de irme con Gaby. No era tan mala; todavía tenía algunas horas para poder decidirme. Me quedé un rato pensando, cuando ya sentía que iba a explotar, me levanté, fui al baño, me bañe y me quede mirando al espejo un par de minutos; bajé y no había nadie. Esta vez si leí la nota de mi hermano que decía:
“Alma, voy a juntarme con el grupo del que te hablé, no salgas si te llegas a despertar y si es así a pesar de todo, por favor llámame. Te amo. Besos”.
¿Te amo?, tenía que estar verdaderamente preocupado para decirme algo así, de todas maneras no tenía pensado salir. Pasó una hora, mientras yo me había sentado a leer unos textos para la facultad sonó el timbre, me asusté y pegué un salto. Fui hasta la puerta y miré por el agujero, mis ojos se abrieron, era Nahuel. Me había olvidado que el sabía donde vivía. No hablé, ni siquiera me moví. - Alma, se que estás ahí dentro, por favor abrime, solo quiero hablar con vos te lo pido por favor – tocó dos veces más el timbre. "No podía hacerle esto, no era malo, yo sentía que no lo era", me dije a mi misma, mientras sentía un gran silencio, de todas maneras yo sabía que no se había ido. Abrí, mientras daba vuelta la llave despacio para que no se diera cuenta de que lo estaba haciendo, me arrepentí dos veces, pero de todas maneras abrí. Estaba sentado en el escalón con la cabeza entre las piernas y con las manos en la frente. Se paró rápidamente, cuando se dio cuenta de que yo estaba ahí detrás de él. . - Alma. Necesito hablar urgente contigo. – se acercó rápidamente a mi. - ¿Para qué? - a pesar de su hermosa y tranquilizadora vos. Estaba asustada, paranoica. Lo alejé de mí. - ¿Pasa algo malo? – dijo confuso - Es que es todo muy raro esto que esta pasando contigo, y no me da muy buen espina sinceramente. - No desconfíes de mi, yo quería hablar contigo, por algún tipo de impulso necesito saber de vos. No soy un loco obsesivo. Fue por eso que te busqué, quería aclararte muchas cosas que hacen que vos no confíes en mi, y que pienses erróneamente. Hablé con Lara, le dejé muy claro que no te podía hacer más daño, enfureció, pero no importa, no es peligrosa. Quiero aclararte todo, quiero que sepas todo de mí, necesito que lo sepas. – no podía meterme en esta, me había prometido a mi misma que no. Le había prometido a mi hermano que no saldría, no podía meterme en estos tipos de bailes ahora. Por más que estuviera pensando en el prácticamente más de lo que me gustaría, tampoco podía dejarme llevar así, era peligroso. - No puedo, le prometí a mi hermano que no saldría y me quedaría con él hoy, esta aquí dentro, no quiero meterme en problemas – no le iba a decir que estaba sola, estaba realmente paranoica – a parte estoy haciendo los bolsos. - ¡¡¡Bolsos!!! – prácticamente lo gritó, sus ojos se pusieron en blanco - ¿a dónde te vas? ¿De qué estas hablando?