lunes, 26 de julio de 2010

CAPITULO 4: EL BAILE

Llegamos al centro y ahí estaban todos. Saludamos a los chicos. Estaban muy bien vestidos; nunca jamás habían cosas nuevas para festejar, cuando algo pasaba todo el mundo se revolucionaba y no había nadie que faltara a la invitación. No éramos muchos por supuesto, el pueblo no tenía más de 5000 personas, y pocos éramos los jóvenes; el lugar era muy extenso pero poco conocido. De todas maneras todos convivíamos felices, no necesitábamos mucha gente, teníamos una buena educación y la ciudad estaba muy cerca. Allí se encontraba mi facultad, por suerte no teníamos que desplazarnos muy lejos.
- Hola chicas – dijo Benja, Flor le repitió el saludo, mientras yo asentía algo avergonzada, sabía que me estaba mirando con ojos sorprendidos por mi reciente cambio a modelo de belleza. Bueno, a un intento de modelo de belleza.
- Que lindas que están pequeñas – dijo Adrián
- Vete a babear a otro lado – tonteó Flor; todos éramos un grupo muy unido, de alguna forma bastante inseparables, teníamos todas las clases de la facultad juntos, y toda la parte escolar y liceal, también la pasamos juntos; al igual que con Flor nuestra amistad se fortaleció recién en la facultad. Aunque teníamos sub grupitos, todos nos queríamos mucho. El grupo entero era el de Benja, Adrián, Lucía, Cristian, Flor y yo.
- Niños por favor no se peleen, estamos grandes para esas cosas – dijo Lucía irónicamente y mirándolos con un aire de chiste
Todos marchamos para el baile, no quedaba lejos de ahí así que por lo tanto dejamos todos los autos en el lugar en donde habíamos aparcado antes. La seguridad no era una preocupación aquí.
Llegamos al lugar, era un baile bastante grande para lo que estábamos acostumbrados, era hasta raro saber que había un baile nuevo en el lugar, todos salían cada fin de semana como si fuera religión, obviamente, menos yo que salía pocas veces en la noche a lugares como estos, y menos cuando estuve con Gaby; pero no era tampoco un pueblo el cual dejara muchos atributos económicos como para manejarse aquí. De todas maneras no era algo que me robara el sueño; así que preferí meterme en el momento y dejar de pensar en la economía pueblerina.
- ¿Entramos pequeños o que estamos esperando? – insistió Flor riendo ansiosamente.
Fuimos hacia la puerta, hasta que miré sorprendida y con tristeza lo que estaba frente a mis ojos. Era Benja, mirándome con una sonrisa, el no podía ser de otra forma. ¿Cómo esto podía ser posible? Quise acercarme pero moría de vergüenza. Flor se dio cuenta y volteó para verme, me hizo una mueca de que vaya hasta el, y le hice caso. Después de todo no tenía porque ser tan incómodo. Pero antes de que yo marchara hacia él, no se en que momento se movió, ya que quedé en blanco por un instante, lo tenía enfrente con su hermosa sonrisa, con su cara que impartía paz cada vez que la veías o te la imaginabas si quiera.
- Hola Alma – me dijo tranquilamente y sin quitar la sonrisa de su boca
- Hola Gaby – yo con un poco más de timidez, vergüenza y con ganas de correr.
- ¿Cómo estás? Me imaginé que ibas a venir. A pesar de que estas cosas no son para vos, el lugar es nuevo, se que de otra forma no vendrías, pero dudo que tus amigos te dejaran quedarte en tu casa cuando hay una nueva atracción en el pueblo. Yo lo se, me pasa lo mismo. – rió entre dientes. Yo lo acompañé sabiendo que tenía razón en todo lo que decía, aquello era lo que nos había unido, teníamos los mismos intereses.
- Más que mis amigos, la culpa es de Flo, ya la conoces.
- Claramente – sonrió, luego de un rato charlando sobre cosas totalmente banales, decidí que era hora de entrar.
Pagué la entrada, entré y busque a los chicos, el lugar era más grande de lo que más lindo y más acogedor de lo que pensaba.
Tenía para mi un aire bastante familiar, lo blanco, lo limpio, lo perfecto, el olor a flores recién cortadas de el jardín más hermoso de todos. No había nada terrorífico, como algunos otros bailes expedían, esa oscuridad, lo agobiante de la gente, el olor a alcohol y cigarro que me abrumaba. Muchos estaban ya fumando y tomando, sin embargo seguía ese divino olor a flores. Rápidamente caí y entendí, la casa del chico hermoso de hoy. Era tal cual ese lugar, no me había dado cuenta que el olor era el mismo, antes no le había prestado atención, ese era mucho más fuerte que el de la casa. Obviamente el lugar necesitaba más el aroma.
De pronto, al otro lado de la pista, lo vi. Ahí estaba él, el chico hermoso. Me costó entenderlo, lo veía solo del otro lado de la pista, era como si de repente todos a mi alrededor hubieran desaparecido y solo quedara él, y yo como espectadora. Seguía tan hermoso como cuando lo vi. De pronto me vio, se quedó tan atónito como yo. Sonrió, me saludó con la mano, y empezó a caminar hacia mí.
Me sentí mareada, estaba nerviosa, me sudaban las manos. ¿Qué rayos me pasaba? Esta bien que fuera tímida, pero tampoco era para tanto.
Se encontraba casi enfrente de mí, ¿que le iba a decir? ¿De que íbamos a hablar? ¿Le comentaría lo de esta noche?
- Hola – me dijo casi gritando, por culpa del sonido de la música. Asentí - ¿cómo estás? ¿Que sorpresa verte por aquí? – ahora me hablaba prácticamente al oído, por culpa todavía de la música
- ¿Sorpresa por qué? Yo estoy sorprendida, nunca te había visto en mi vida y de repente te veo dos veces prácticamente en el mismo día. Yo soy del pueblo, siempre ando por aquí.
- Tienes razón – sonrió
- ¿No eres del pueblo verdad?
- Ahora lo soy – me lanzó una sonrisita burlona.
- Si claro – bajé la cabeza en signo de vergüenza por la pregunta tonta - ¿Por qué viniste por aquí?
- Mis padres son los dueños de este lugar, nos mudamos a la casa que viste antes. – claro ahora entendía, el lugar era igual a su casa, de seguro los padres querían ponerle un toque familiar y diferente.
- ¿Y por qué un bar en Baja Primavera? No es un lugar tan factible como para tener un comercio de este tipo.
- Idea de mis padres. Yo simplemente los ayudo, ellos saben de negocios, a mi mucho no me gusta. Estoy familiarizado con otro tipo de cosas.
Visualice a mis amigos de lejos que me estaban llamando para que fuera donde ellos estaban – disculpa, pero me tengo que ir porque mis amigos están llamándome – no tenía ganas de irme, aunque me estaba yendo de los nervios, me estaban comiendo por dentro. Se despidió de mi, mientras me sonrojaba, me dijo “nos vemos, espero que sea pronto”, y todo mi mundo se movió, algo me pasaba indudablemente con él, no importa que lo haya conocido esta noche, no importa de que manera, yo sabía que algo me estaba pasando dentro. Me fui casi corriendo hacia donde estaban mis amigos, Flor me preguntó quien era y no tuve otra que decirle. Pegó el grito en el cielo, pero luego rió; comenzó a cuestionarme, mientras le contaba lo que me había dicho Nahuel, esto de preguntar, contar, preguntar contar, se estaba volviendo molesto, de todas formas era mi amiga.
- Bueno a bailar, parecen dos espantapájaros ahí parados. Vamos a mover el esqueleto – nos interrumpió Adrián sonriendo, claramente entusiasmado por el nuevo lugar. Yo por mi parte estaba emparentada más con mis pensamientos en este momento; necesitaba un poco de aire. Encontrarme con ambos chicos que me estaban haciendo pensar mas de lo necesario no era algo que a mí me pusiera realmente contenta.

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