lunes, 26 de julio de 2010

CAPITULO 3: TRANQUILA

En el camino no me pude sacar de la cabeza a ese chico, había pasado todo muy rápido y todo fue tan raro. Era tan hermoso, tan...tan, no sabía ni que pensar sinceramente de él. No podía estar pensando estas cosas, recién lo conocía.
" Me tengo que conformar con la vida que tengo, mi imaginación no me va a llevar a buen puerto", me dije a mi misma en voz alta, para que pareciera que alguien más me lo dijese, quizás de esa manera me lo creería. Volvió a sonar mi celular.
"¡¡¡Maldito celular!!", chillé. Era mi hermano, como si no tuviera suficiente.
- ¿Qué pasa Manuel?
- ¿Dónde estás Alma? Son las doce ya, creí que me ibas a avisar si salías y a donde.
“Las doce, genial”, iba a estar desvelada toda la noche intranquila, algo tenía que decirle, en casa no me quería quedar.
- Si, me olvidé disculpa. Estoy yendo a la casa de Flor, vamos a ir a un baile nuevo que abrió. -
- ¿No será “Neón” verdad?
Ese nombre me sonaba, pero no recordaba lo que me había dicho Flor, estaba tan metida en el momento que sinceramente no me había quedado muy claro lo que me estaba diciendo. Pero supongo que era ese, había dos bailes en el pueblo, ninguno se llamaba así.
- Si, creo que si. No abren todos los días bailes en “Baja Primavera”.
- Me parece que nos vamos a ver entonces esta noche. Yo voy para ahí. Recuerda que ahí no somos hermanos.
- Obviamente que si, el que me molesta siempre sos vos no yo, así que espero que vos recuerdes eso hoy. Nos vemos. Adiós
- Adiós – terminé la conversación en frío, no tenía muchas ganas de hablar y ahora tenía que ir a un baile, mi hermano no soportaría saber que dejé de ir a algún lado por el y más si tiene la oportunidad de vigilarme. Y era algo con lo cual me podría distraer.
Llamé a Flor para decirle que al final iba, por suerte todavía no se había marchado, ni siquiera se había vestido, le dije que iría a su casa en dos horas, para darnos tiempo de arreglarnos y de yo llegar a casa.
Prendí las luces y la radio para no sentirme tan sola. Me vestí lo más normal posible, no estaba de ánimos para arreglarme demasiado, nunca lo hago del todo y menos en estas circunstancias.
Comí una manzana, tome un poco de refresco y comencé a caminar por la casa de un lado para el otro. Hasta que decidí ir a lo de Flor aunque faltara una hora para completar las dos que le dije, no quería estar más sola.
Toqué el timbre y me atendió el papá de Flor.
- ¡¡¡Alma!!! Cariño, ¿cómo estas? Pasa, pasa. Flor está en su cuarto. ¿Quieres algo para tomar o comer? – me dijo muy amistosamente, Jorge, quien era un hombre muy generoso. Y más conmigo, mi madre y el habían salido por un tiempo. Flor y yo estábamos felices de eso, íbamos a consolidarnos como hermanas, ya lo somos de alguna forma. Pero ahora iba a ser oficial. Se llevaban muy bien, hasta habíamos probado vivir juntos todos por un mes para ver como funcionaba; todo iba de maravilla, por lo menos Flor y yo lo veíamos así. Obviamente mis hermanos por el contrario, nunca se llevaron con la idea de vivir juntos como familia. No era algo lindo para ellos, ver a mamá con un hombre nuevo. Por suerte no era por el capricho de que ese hombre no fuera papá como los hijos normales, ya que el estaba casado y tenía otro hijo en Estados Unidos. Me pareció mas por el hecho de que ellos se sentían tocados por no ser ya los “hombres de la familia”, ja, como si importara; mamá llevaba los pantalones en casa y luego yo.
Pero con tal de ver a mamá feliz, se mancaban cualquier cosa, en eso son buenos no puedo negarlo, nunca hicieron infeliz a mamá. Ellos saben todo lo que luchó por llevarnos adelante sola de alguna manera, nunca nos faltó dinero, siempre trabajo muy duro para llegar a donde esta y papá nunca dejó de pasar la mensualidad que nos correspondía y a veces un poco más, pero de todas maneras, era una madre soltera.
Sergio, mi padre, vive desde que tengo 5 años en Estados Unidos con su mujer Fernanda y su hijo Pablo. El es más grande que yo, así que por lo tanto, mi padre obviamente engañó a mi madre con esa señora. Mamá lo había dejado atrás, nunca nos hizo saber que le dolía; yo la veía llorando de vez en cuando sola en su cuarto por las noches, muy tarde. Duró poco tiempo el llanto, es una mujer fuerte. Nunca le dije nada, no quería hacerle más mal. Tampoco le tengo rencor a papá, si mamá no lo tenía ya, ¿por qué debería tenerlo yo? Es mi padre después de todo. Bueno, eso es lo que mi madre me dice: “sigue siendo tu padre”.
Renzo también estaba feliz de esta nueva familia que habíamos creado, el es el hermano mayor de Flor. Son muy parecidos entre si, ahora tiene 21, es un chico guapo, tiene unos ojos azules hermosos, es alto, el si era alto, debía de medir como dos metros. Era jugador de básquet a medio tiempo y el otro estudiaba en la facultad de Ciencias en Uruguay, ahí era en donde vivía ahora. Cada vacación, cada fin de semana largo y otros momentos como este, viajaba para aquí.
Nosotras, estábamos más que felices de vivir juntas, nunca nos mató la convivencia y eso obviamente fortaleció nuestra amistad. Pero para mamá y Jorge no era tan bueno, no les sentó bien, discutieron mucho y se terminaron por separar. Lloramos mucho con Flor, pero supimos que íbamos a hacer amigas de todos modos y lo tomamos como si hubieran sido unas lindas vacaciones.
Yo de todas maneras tenía una muy linda relación con Jorge, de la misma manera que Flor tenía una linda relación con mi mamá. Nos sentíamos como hijas biológicas separadas, una se había ido con su madre y otra con su padre. Jorge era eso para mí, un padre y mamá era eso para Flor, una madre. Y ellos nos consideraban como hijas. Era lindo. Por eso mi mamá le perdonaba a Flor que siempre me metiera en problemas.
Aunque Manuel y Emiliano no querían saber nada sobre Jorge, simple capricho. El hermano de Flor y el mismo Jorge, aún nos quería y eramos familia para él.
Jorge era Ingeniero de Sistemas igual que mamá, fue por eso también que se empezaron a frecuentar, ella de vez en cuando tenía algún trabajo en el pueblo y como el era el único Ingeniero, sin contarla a mamá, inevitablemente tenían proyectos juntos. Todavía lo hacen, pero por suerte tienen una buena relación. Él no viaja mucho, tiene otro tipo de trabajo aquí en el pueblo, es más caritativo que mamá. Quiere ayudar al pueblo con proyectos nuevos para atraer turistas y cosas así. El seguía enamorado de mi madre, siempre se notó, tampoco se esforzaba por esconderlo. Yo supongo que era para que le comentara a mi madre sobre eso, así quizás podría movilizar desde algún punto a mamá. Pero ella era un poco más dura con esas cosas, no quería meternos en temas de esos a sus hijos, menos a mis hermanos. Aunque no estaba segura de si no lo quería todavía.
Luego de decir que no a su jugo, subí al cuarto de Flor rápidamente.

Y subí, sufrí un poco por lo que iba a venir. Obviamente me iba a preguntar en ¿donde andaba? ¿Que había pasado? Y todo el cuestionario que iba a ser peor de lo que me imaginaba. Pero bueno, no podía esconderle nada y menos eso. A parte yo me había acudido antes a su casa, no podía quejarme, ni tampoco pude hacer una historia un poco menos chocante para que ella no se asustara de la reacción extraña que estaba teniendo.
Llegué a la puerta, respiré profundo y abrí.
- ¡¡Hola!!
- Ali, creí que ibas a llegar más tarde, me dijiste dos horas ¿no?
- Si, si, pero no quería estar sola en casa.
- Está bien, igual sabes que esta es tu casa. Pero ¡¡YA!! señorita me cuenta en donde andaba metida.
Le conté todo como había pasado, esta vez sin lujo de detalles claro estaba el porqué; me reprocho alguna que otra cosa por momentos.
Al terminar mi historia comenzó a chillar como nunca antes, llegué a asustarme, me dijo que estaba loca, que mis reacciones eran demasiadas hasta para ella. La intenté tranquilizar diciéndole que nada había pasado, que el había sido bueno conmigo, pero nada funcionó. Pretendí contarle todo, claro, menos el hecho de que en este mismo momento tenía unas imperiosas ganas de volver a ese lugar en este mismo instante.
Luego de dos minutos de silencio, suspiró largamente y me dijo que lo olvidaría todo, que haría como si no le hubiese contado nada, prometiéndole que no lo volvería hacer. Se lo prometí, pero con todos los dedos cruzados.
- Voy a arreglarte un poquito más, no todos los días salimos a un baile nuevo. Es algo súper “Wow” – lo entonó y rió sarcásticamente – así que vamos a ponerte una ropita un poco más hot, vamos a pintarte un poquito más y a arreglar ese pelo. Que seas linda no significa que no te tengas que arreglar muñeca – me hizo una guiñada cómplice y rió. Exhalé por la idea de que Flo por lo menos por ahora había dejado de lado verdaderamente el tema. Rechacé de mil formas sin éxito la propuesta de tomarme como muñeca para sus juegos de belleza. Me probé ropa suya durante una hora hasta que decidió que la mejor de todas era una pollera de Jean celeste, una remera blanca de tiras, un cinto blanco y unas sandalias sin taco, que fue lo único que pude negociar. El pelo me lo arregló un poco más enrulado de lo común y me pintó, debo de decir que no estuvo tan mal, pudo ser peor, quizás fuese porque esta vez estaba de mejor humor para aguantar este tipo de cosas. Aduló durante un rato lo genial que le había quedado el maquillaje y el vestuario en ambas. Al terminar, nos marchamos en mi auto, era el que estaba más a mano, el camino fue tranquilo, divertido, escuchando música y cantando todo el viaje. O mejor dicho chillando todo el viaje.


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