martes, 14 de septiembre de 2010

CAPITULO XIII: OTRA MAS

- Se que parece extraño y raro, pero no pierdo nada. No quiero que lo decidas ahora, cambié mi boleto para mañana a las cuatro de la tarde, no quiero tampoco que me respondas, quiero que lo pienses. Yo te voy a dar este boleto que es también para mañana y te voy a esperar en la terminal hasta que sea la hora. Si quieres ir ve y sino no lo hagas, pero no me llames ni nada, yo lo sabré en el momento.
- Pero...
- No por favor, no me respondas ahora. De verdad, aunque tengas la respuesta, déjame soñar hasta mañana y pensalo. Ahora me voy a ir, disculpa que te deje así pero pensaba pedírtelo al final del almuerzo pero no me aguanté y ahora no puedo estar mirándote luego de la propuesta que te acabo de hacer, y tampoco sería nada cómodo para vos. No me digas nada. Adiós Alma. – fue hacia el mostrador, le dijo algo al administrador, pagó y se fue, me tiró un bombardeo de cosas que se me metieron en el alma y se fue. ¿Qué iba a hacer ahora?, no estaba tan segura de no ir. Nahuel estaba en mi cabeza, pero tampoco podía dejar de ir por alguien a quién había conocido hace unos días, que era extraño y que no tenía idea de si realmente lo que me estaba diciendo era verdad.
Me limité a esperar mi comida, me quedé extenuada todo el rato, a penas me movía para comer y tomar un poco de refresco. Ni siquiera fui capaz de responderle al camarero cuando me vino a preguntar si necesitaba algo más, me miró por unos segundos esperando una respuesta hasta que se dio cuenta que eso nunca iba a pasar y se fue.
No podía irme con él, tenía mi vida hecha aquí, tengo mi facultad, tengo mi familia, nunca me gusto estar muy lejos del pueblo. Pero también es una buena forma de progresar, pero si me voy con él sería afirmar que lo amo y que quiero pasar mi vida con él, cosa de la que no estoy segura, y sino lo estoy no creo que sea ese mi destino.
Era muy tentadora la propuesta, pero ya había decidido, no necesitaba pensar tanto sobre eso, ya sabía cual era desde un principio, pero Gabriel tiene el derecho a que por lo menos lo piense. No había mucha alternativa, tenía que volver a rechazarlo. Era un campeón en masoquismo. No quería ilusionarlo yendo a la terminal, pero quería ir a despedirme de todas maneras a pesar de que él me dijera que no fuera, ni lo llamara, sino era para irme con él. Esto era un círculo vicioso que tenía que parar.
De todas maneras tenía hasta mañana para decidir si ir o no, ahora tenía una investigación por delante. Era horrible que tuviera en la cabeza más latente a Nahuel que a Gabriel, pero necesitaba saber todo lo que pudiera.
Me fui al auto y marché a casa, visualicé una nota de Manuel pero no quería perder tiempo, subí las escaleras y tomé la computadora portátil de mi hermano. Volví a mi auto y me fui otra vez, esta vez marché hacia el bosque, quizás podría visualizar algo más desde allí mientras intentaba buscar algo. No sabía que, ni siquiera estaba segura de que el estaría en Internet, pero si sus padres tienen un comercio, quizás tendrían otro por algún lugar o hablaría de este y de ellos.
Me adentré en el bosque para que nadie pudiera verme desde la casa, pero también para yo poder visualizar si algo pasaba por allí. Me senté en el pasto, prendí la computadora y empecé a buscar información. No encontré nada, ni siquiera de el baile que pusieron en el pueblo, de todas maneras no me sorprendió ya que a nadie le importaba si pusieron o no algo nuevo en Baja Primavera, el ochenta por ciento de la gente en el mundo no sabe ni siquiera que este lugar existe. Me acosté hacia atrás defraudada de no encontrar nada.

Varias horas después mientras miraba la tele con Manuel se me ocurrió un plan, descabellado hasta las médulas, pero hasta ahora no encontraba una mejor manera.

Si la familia se había ido toda para la ciudad y solo quedaba la empleada, podría entrar cuidadosamente sin que nadie me descubriera.

Esperé que anocheciera y convencí a Nahuel de que me iba a pasear a la plaza con mis amigos, y marché hacia la casa de Nahuel.

Dejé el auto lejos de la casa para que no se viera desde ningún punto, ya no tenía solo que asegurarme de que no se viera desde la casa sino de todos lados, para que nadie sospechara. Lo dejé detrás de unos arbustos bastante grandes que lo tapaban por completo. Caminé hasta la casa, busqué por un rato algún lugar seguro para entrar hasta que vi una ventana un poco alta pero lo suficiente para no ser peligrosa. Me trepé como pude, miré si alguien se encontraba adentro y me metí. Caí abruptamente al piso y me di un golpe en la cabeza, festejé el hecho de que esta vez no me había desmayado. Me levanté sosteniéndome todavía la cabeza por el dolor que me había causado y me miré la mano para ver si tenía o no algo de sangre. Negativo, estaba correctamente, si tenía alguna contusión interna no me había enterado, tampoco me preocupé. Miré el cuarto, era de color rosa, todo rosa, de la misma manera que aquel gran salón se vestía de un blanco intenso, este lo hacía de un hermoso rosa claro. La cama estaba contra una pared, sus mantas eran acolchonadas del mismo color que todo lo demás, tenía un gran armario con puertas corredizas, un baño propio y todo estaba enloquecidamente ordenado.

Intenté no maravillarme con el cuarto, debería de ser de alguna de sus hermanas o algo por el estilo. Asomé la cabeza por la puerta para asegurarme de que no había nadie, caminé por un gran corredor, esa casa era más grande de lo que me había imaginado. Estaba lleno de cuadros y esculturas hermosas y muy antiguas.

Abrí lentamente cada puerta que iba encontrando, descubrí dos baños, un cuarto matrimonial de color amarillo, su cama era de otro tono de amarillo un poco más oscuro; no vi más, no estaba con tiempo de sobra como para ponerme a ver los detalles. Quería encontrar algún cuarto donde pudiera sacar información. Hasta que abrí uno que era totalmente diferente, no era de un solo color en diferentes tonos como todos los otros. Este tenía varios colores, todos muy diferentes y hermosos. En este quise entrar y averiguar. Pero algo quebrantó mi curiosidad, alguien estaba subiendo la escalera. Miré para todos lados para encontrar algún lugar en donde esconderme por si se le ocurría entrar a este cuarto, miré para todos lados y divisé un armario muy parecido al del cuarto rosa. Entré rápido, mientras miraba por una de las rejillas. Alguien entró. <<¡¡Genial!. Como si no tuviese más cuartos a donde ir, eran como mil cuartos y se le daba por entrar a este.>>, refunfuñé. Volví a concentrarme y miré nuevamente por la rejilla, con cuidado de que no me descubran. Para mi sorpresa era Nahuel. ¿Habría vuelto de su viaje o simplemente nunca se fue?

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