martes, 31 de agosto de 2010

CAPITULO X: DUDANDO

Esa noche no pude dormir. Tenía ganas de ir corriendo a la casa de Gaby, no podía dejar todo así. Y no era porque me sentía la peor persona, sino porque yo no quería que el se sintiera mal, ni pensara lo peor de el mismo. Lo conocía, sabía que no se iba a sentir bien con él e iba a pensar en mis sentimientos. Lo mismo que hacía yo últimamente, pensar en mí.
En algún momento sin darme cuenta caí en la inconciencia, me desperté luego para descubrir que todavía era noche. Miré el reloj y era casi de madrugada. Me preocupé, nunca jamás me despertaba en el medio de la noche, lo normal era que durmiera profundamente hasta que sonara la alarma. Debería ser mi conciencia.
Me levanté, fui hacia el baño muy cuidadosamente para que Manuel no se despertara, me duché a ver si de esa manera me tranquilizaba un poco, tomé la toalla y me envolví en ella. Me fui a mi cuarto, me vestí con unos deportivos y me marché hacia el garaje para subir a mi auto, e irme a algún lugar. Todo lo hice lentamente esperando que amaneciera; no sabía a donde podía ir a las siete de la mañana. Manejé hacia el pueblo, fui al bar de siempre y tomé un café esperando que las horas pasaran. Ya eran cerca de las 9 cuando sonó el celular al subir al auto para volver a casa, era Manuel, debería de estar preocupado preguntándose a donde me había ido tan temprano. Pero no atendí, no tenía ganas de explicarle nada. Le mandé para decirle donde estaba.
Pensé muchas veces en ir a lo de Gabriel, se iba a ir hoy, quería por lo menos despedirme. Otra vez. No quería dejarlo ir, pero tenía aguantarme, ya lo había lastimado bastante.
Volvió a sonar mi celular, pero esta vez me quedé boquiabierta, era Gabriel. Habría leído mi mente seguramente, él y yo siempre tuvimos una especie de telepatía. No sabía si atender, dudé, pero atendí.
- Gabriel – le dije rápidamente.
- Alma, ¿qué haces levantada a esta hora?
- ¿Cómo? ¿Qué es esa pregunta? ¿Cómo sabes que yo no estaba durmiendo y me despertó el celular?
- Jamás me atendiste cuando te llamaba a esta hora, nunca fuiste buena para despertarte con ruidos como estos, dormís con una piedra.
- Entonces ¿por qué me llamaste si sabías que no te iba a atender?
- Pensaba dejarte un mensaje de voz, no pretendía realmente hablar contigo ahora.
- Entonces llámame de nuevo y me dejas un mensaje de voz, así no tenés que escucharme, o me hubieras mandado un mensaje y listo problema resuelto – hablé enojada, totalmente egoísta de mi parte, no era suficiente lastimarlo, sino ahora por una tontería lo iba hacer sentir culpable.
- No Alma, sabes que no me gusta el trato tan impersonal; yo quería que fuéramos a almorzar juntos. Por eso te llame, eso te iba a dejar en el mensaje.
¿Almorzar conmigo? Entendía que se iba a ir lejos y no sabía cuando podíamos volver a vernos, pero creí que lo de ayer era un adiós más sano y no querría lastimarse más. Era masoquista. No pude decirle nada. - Quería pasar contigo antes de irme, se que las cosas no son fáciles y que quizás sea incómodo para vos, y para mi. Pero sino quieres solo dilo, de todas maneras no nos vamos a ver por un buen tiempo. Así que preferiría tener un último encuentro; se que suena demasiado melancólico y dramático. Pero es lo que me gustaría, como última petición y si vos estas obviamente de acuerdo.
No estaba realmente tan sorprendida después de todo; pensando un poco en como él era, me tendría que haber imaginado que esto iba a pasar.
No pude hacer otra cosa que aceptar, decidimos encontrarnos a las doce y media en el bar de siempre, estaba contenta pero confusa, aquello había sido demasiado para mi, yo no me merecía que pasara ese tiempo conmigo, pero si era lo que el quería y le haría bien, yo no me iba a negar, también me gustaba la idea.

Volví a casa. Sabía lo que me esperaba, mi hermano ahí, enojado, preocupado y con ganas de no dejarme ir a ningún lado. De todas maneras, como siempre no le iba a prestar atención, ya eran las diez treinta, me quedaba un tiempo todavía para despachar a mi hermano.

Abrí la puerta suavemente, quizás tenía suerte y se había vuelto a acostar, después de llamarme unas diez veces más mientras venía para acá.

Pero no, yo no iba a tener tan buena suerte, y menos cuando realmente la necesitara.


CAPITULO IX: NO TE VAYAS

- ¿Qué? ¿A dónde? ¿Cuándo? ¿Es por mi causa verdad? No te puedes ir, yo me iré. Claro que si, no te tenés que ir vos, yo me voy. Si claramente me voy yo. – comencé a hablar sin sentido.
- No Alma. Conseguí un trabajo como profesor en una Universidad de California. Me ofrecieron buen dinero, un lugar para estar y lo único que me tengo que pagar es el viaje. Todo ya esta arreglado.
- Pero... ¿Cómo? – mis ojos no podían dejar de llenarse de lágrimas, las cosas ya eran mucho más lejanas para mi entendimiento. Ya todo se estaba transformando en lo que no quería.
- Me lo habían propuesto hace tiempo ya, pero por razones prácticamente obvias no quise irme, no quise decirte porque sabía que me ibas a decir que fuera, pero yo ya lo había decidido así que no quise discutirlo; pero ahora ya no tengo nada más que hacer por aquí y acepté. Me voy mañana a la tarde.
- No quiero que te vayas, no te vayas. – su cara ya no era solo de tristeza, sino de sorpresa. Tanto como la mía, ¿qué estaba pidiéndole? Tenía un gran futuro por delante, no lo había aceptado, claramente porque estaba conmigo. Ahora que yo lo había dejado, estaba libre para seguir con su carrera. Tenía una gran oportunidad entre manos, una vez la dejó por mi culpa, ahora no podía dejarla por mi egoísmo de no perderlo. Cuando no quería volver claramente con él, o por lo menos era lo que yo creía. Esta era la prueba final, tenía que dejarlo ir, sería genial para el estar lejos de mí y haciendo algo que le gusta, y lo que va a lograr que sea mejor profesionalmente.
- ¿De qué me hablas Alma? Si tú no quiere estar más junto a mí.
- Pero es que tampoco puedo estar lejos de ti – si, indudablemente estaba totalmente loca, estaba volviéndome egoísta. "¡¡Déjalo ir Alma!! ¡¡Déjalo ir!!"
- Ahora si que estoy confundido. No entiendo que es lo que quieres Alma. No juegues conmigo.
- No, no estoy jugando. Yo te quiero, no quiero que te vayas.
- ¿Vas a volver conmigo? – "bueno, ¿ahora que le ibas a decir? ¿Querés volver con él?" En ese momento se me pasó Nahuel por la cabeza. No sabía que hacer, quería a Gaby, pero sentía algo especial por ese chico que conocí hace un par de días atrás. No tenía sentido eso, pero era así. No podía decirle que si, de todos modos mi confusión data de antes de que Nahuel tuviera algo que ver, así que no podía negar que mi confusión no era solo un capricho por el nuevo chico. Pero tampoco podía decirle que no, porque se iría. No podía ser tan egoísta, tenía que terminar con esto.
- La verdad es que mejor es que te vayas, las cosas van a estar mejor así. No quiero darte falsas esperanzas, para que te quedes y al final pierdas una oportunidad como esta, y yo como una niña caprichosa te diga que no o algo así. Es mejor que tomes el trabajo y hagas lo que tenés que hacer. No me hagas caso a estos ataques de egoísmo. – "
bien, al fin hiciste una bien Luna, las cosas se te estaban yendo de las manos. Fue lo mejor que pudiste hacer", me seguía diciendo a mi misma, en cualquier momento creería que mi cordura ya estaba lejos del pueblo.
- Es lo más sensato. No quiero volver a despedirme de ti, ya tuvimos esta conversación y me quiero quedar con ese momento. – seguía triste, pero ahora estaba entregado a un final.
- Yo igual. Discúlpame. No quería causar todo esto.
- Las personas terminan todo el tiempo. Es parte de la vida Alma, no te sientas culpable. El tiempo ya hará lo suyo. ¿Vamos?
- No, yo me quedaré aquí un rato más. Me gustaría pensar un poco y este es un excelente lugar.
- ¿Segura? No, mejor no, te llevaré a tu casa o a tu auto para que te vayas, supongo que viniste en él, a pie tan rápido lo dudo. ¿O te trajo alguien? – preguntó temeroso
- No, no. Vine en mi auto. Pero de verdad, por favor, quiero quedarme aquí. Prometo que será un ratito nada más.
- ¿Tienes tu celular encima por lo menos?
- Si claro. – preferí decirle eso así se dejaba de preocupar por mi y se marchaba, de todos modos mi auto estaba a unos pocos minutos nada más.
- Adiós Alma- se marchó, como aquella última vez. En esta ocasión preferí no dar vuelta la cara y seguí mirando hacia delante para no continuar martillándome la cabeza. Después de todo lo malo, algo me salvaba. Volví a mí, me saqué ese egoísmo que me estaba matando anteriormente. Volvía ser “la pequeña Alma”. La noche estaba estrellada y tranquila, gracias a dios la luna iluminaba la noche y al agua; sus reflejos me daban tranquilidad, había ruido de animales e insectos, pero suaves. Todo tan exacto para el momento.
- Alma – pegué un grito, salté y puse mi mejor pose de defensa. Era Nahuel, estaba allí hermoso, mirándome.
– Últimamente a la gente se le dio por aparecer detrás de mí y asustarme. – suspiré - ¿Cómo me encontraste? ¿Me seguiste?
- Algo así. – hice una mueca de disgusto - si, te seguí. Te vi alterada, no quería que manejaras de esa manera. Pero no podía pararte tampoco, decidí seguirte por cualquier cosa. – mis ojos en cualquier momento se iban a salir de su lugar, los abrí más aún.
- ¿Te vio??
- No, no me vio. No te preocupes, paré en un lugar para que no me viera cuando vi su auto estacionado delante del tuyo. Me di cuenta de que lo seguías a él y me sentí obviamente estúpido siguiéndote a ti. Parecía una persecución algo irónica – largó una risita fingida – cuando se fue y vi que tu no saliste, pensé en entrar. Quería saber si estabas bien.
- No te preocupes, nadie me asesinó y me tiró a la laguna. – sonreí forzosamente – Gracias por lo otro. No tenías porque hacerlo, te dejé solo en el bar y me fui corriendo detrás de alguien más. No merecía que vinieras a ver que no muriera en el camino.
- No te juzgo, hace poco terminaste con el y te vio con alguien más a solas. Cualquiera haría lo mismo.
- Gracias por entenderme más de lo que realmente deberías. Discúlpame.
- No hablemos más sobre eso. ¿Cómo se encuentra él? ¿Hablaron?
- Si, esta dolido. Pero de todas maneras le dije que vos y yo no teníamos nada que ver. – sus ojos se pusieron tristes y su rostro fue parecido a si se hubiera enterado que mañana mismo se acababa el mundo – pero también le dije que no volvería con el, y se va a ir del pueblo a trabajar en una Universidad de California de lo que a el le gusta. Así que no fue tan malo haber terminado con él. Su carrera va a crecer favorablemente.
- Lo siento mucho. Se nota que lo quieres.
- Si claro que lo quiero, fue mi primer novio. Estuvimos un año juntos, tuvimos que pasar muchas adversidades y yo lo dejé de la noche a la mañana. De todas maneras el se merecía mi sinceridad, siempre ha sido un gran tipo.
- ¿Vos como estás?
- Triste. Pero de todas maneras se que fue lo mejor, el tiempo hará lo suyo como el dijo. - Se quedó en silencio, como si supiera que yo necesitaba ese momento para mi y para escuchar solamente la naturaleza, y la tranquilidad.
- ¿Vamos? Está haciendo frío ya. – me dijo unos minutos más tarde. Asentí y marchamos hacia nuestras autos para irnos.



lunes, 23 de agosto de 2010

CAPITULO VIII: MENTIROSA

- ¡¡Ali!! ¿Estás bien? Alma, contéstame por favor – no me di cuenta de que Cris me estaba hablandohace rato, debería de estar preguntándome si estaba bien, no era capaz ni de escucharlo ya, hasta que reaccioné.
- Soy una basura. No puedo creer lo que le acabo de hacer. Soy una idiota. Necesito ir a buscarlo.
- ¿Y el chico? – no podía pensar más, ya me estaba desesperando.
- Decile que me tuve que ir, que me disculpe pero necesito enmendar un error ahora mismo. – corrí hacia mi carro. Tampoco tuve el valor de mirar hacia atrás para ver a Nahuel, estaba haciendo todo mal. Él de seguro no me iba a querer ver más, pero a pesar de mis ganas de quedarme con él, no podía dejar que Gaby se fuera dañado de esta manera por mi culpa y no hacer nada, seguía siendo importante para mí. No podía tirar todo por la borda, por alguien que recién había conocido, por mas que mis ganas de estar con el fueran superiores.
Manejé sin rumbo, no tenía ni idea a donde se había ido, a la casa seguro no iba a ir, su familia iba a estar ahí y no iba a querer pasar por un cuestionario sobre su extraño estado de ánimo. Debería de ir andando como yo hasta saber a donde podría parar a pensar, de seguro, sería digno de el. No es irresponsable, no manejaría a lo loco, ¿o si? ¿O en circunstancias como esta si? Nunca peleábamos, nunca lo había visto manejar a lo loco, cuando se peleaba con alguien iba a mi casa o a su casa, o a donde fuera a pie, prefería hacerlo por miedo a chocar. Pero esta vez no. "Ya se, su rumbo de seguro había sido contrario a el pueblo, donde la gente iba a estar por allí dando vueltas" parlotee. Tomé el lado contrario y manejé, hasta que visualicé su auto a lo lejos, varado y él no estaba dentro. Paré detrás de su auto, sin rastros de el. Debería de haber ido hacia los árboles a encontrarse con algún lugar tranquilo para pensar. Me bajé rápidamente y caminé torpemente hacia el bosque, el mismo que era tan hermoso al principio, en ese punto no lo era tanto. Esa parte del bosque era la más normal de todas. Entré por un sendero casual que se encontraba allí e imaginé que sería el camino, caminé y caminé por unos cuantos minutos; no tenía idea del tiempo. Nunca usaba reloj, no era algo que me gustara llevar a cuestas, tampoco tenía el celular. Así que no tenía idea de tiempo, espacio o pensamientos. Hasta que en un momento lo encontré. Estaba allí de espaldas a mí, sentado en una roca al lado de la laguna donde el pueblo se juntaba para bañarse en días de verano. Obviamente en este momento no había nadie, estábamos en pleno invierno y ya era de noche.
Me acerque a el y vi que estaba fumando un cigarrillo con ansiedad, sus manos temblaban, no se si de nervios, por el frió o que. Pero temblaban. No se dio cuenta de que yo estaba allí, o no quería darse cuenta.
- ¿Gaby? - le pregunté con temor el cual se notaba en mi voz. No se dio vuelta; deducí que si se había dado cuenta de que estaba ahi. Simplemente no quiso voltear. – háblame por favor.
- ¿Qué pretendes que te diga? – estaba sumamente enojado, su voz era ronca, ya no impartía aquella tranquilidad y ternura de siempre.
- ¿Qué sentís? - suspiró, tiró el cigarrillo sin terminar, lo pisó y se dio vuelta tranquilamente.
- ¿Qué siento?, siento que me estoy desgarrando. Pero no es tu culpa, nosotros ya no estamos juntos; vos tenés el derecho de salir con quién quieras. Pero era tan necesario salir con alguien a un lugar donde sabes que todo el mundo estaría allí. Discúlpame, yo no te haría algo como eso. Mínimo respeto Alma; algo así es lo último que esperaba de vos.
- Pero Gaby, yo no estoy saliendo con él. Fuimos a tomar algo tranquilamente, porque el me ayudó una vez cuando yo me desmayé y simplemente le estoy haciendo un favor, ya que no conoce a nadie. Por eso no tuve problema en ir a un lugar donde todo el mundo me viera. No pasa nada entre el y yo – "¡¡¡MENTIROSA!!! claro que no te importaba lo que los demás pensaran. Pero porque sos una egoísta, porque si te interesa ese chico, porque ni cuenta te diste de que alguien pudiera contarle a el, porque no tuviste un respeto. Porque ni siquiera se te pasó la cabeza sus sentimientos ", me dije a mi misma, sabiendo en que me metía. Hubo un silencio casi sepulcral. No me miraba, no se ni siquiera si estaba respirando.
- No importa, no tienes que darme explicaciones. Disculpa, reaccioné demasiado mal. No debería de haberme ido así, tendría que haber oído tus explicaciones. Tiene sentido lo que dices. ¿Qué te pasó que te desmayaste, te encuentras bien? – Dios mío, se estaba preocupando por mi. ¿Cómo esto había pasado de ser yo una mierda, a el sentirse mal? ¿Cómo podía ser tan malvada? No me reconocía, cada vez lo hacía menos. Le estaba mintiendo a la persona más hermosa y sincera que jamás había conocido. Y me creyó.
- No nada, ya estoy bien. Simplemente fue un desmayo tonto, pero el estaba por ahí en el momento justo y me ayudó. Por eso lo conocí. No te sientas mal, tienes toda la razón de enojarte conmigo de todos modos.
- No claro que no. No tengo porque ponerme de esta manera como un niño, tendría que haberte preguntado antes. Pero es que, fue tan extraño el momento, tu estabas allí con él y vi que se levantó de una mesa donde nadie más había. Y me di cuenta de que estaban solos, me imaginé cualquier cosa. Me crispó los celos y sentí que no te habías preocupado por mis sentimientos. – tenía toda la razón, pero no podía herirlo más, si eso hiciera que yo fuera una persona de lo peor no importaba ya. Lo estaba siendo. Me acerqué a su lado, y lo abracé.
- Te amo Alma. No puedo evitar sentirme así, discúlpame. Se que estoy siendo egoísta – ¿como hacía este hombre para sentirse de la forma menos indicada en el momento en que yo era la que hacía todo mal? – pero no puedo dejar de comportarme como un maldito bebé cuando estoy a tu lado, cuando pienso en ti o cualquier cosa que tenga que ver contigo. – no podía sentirme peor. Nada podía disfrazar mi cara de pena y de odio hacia mi misma.
- No te culpes, yo soy la que esta haciendo todo mal. Tu solo haces cosas que no puedes controlar, pero no le haces daño a nadie. No quiero que hablemos de culpables, solo quiero que no estés así. Eres una excelente persona, y puedes encontrar alguien que realmente pueda darte lo que tu vida necesita, y lo que tu amor necesita. Yo no soy la indicada, no en este momento. Mi cabeza no esta en su lugar como para seguir una relación como la que tu quieres y mereces. – lo alejé de mi, no quería seguir hiriéndolo.
- Alma, me voy a ir del pueblo. – mis ojos se volvieron a abrir como dos platos.

CAPITULO VII: LA CITA MAS CORTA Y LA DESILUCION MAS GRANDE Parte II

- Tampoco soy suicida. No me voy a meter en cualquier cosa por comprobar.

- Tienes razón, ¿pero que perdés? Estamos aquí en un lugar público, no te voy a hacer daño, no es mi intención, solamente quiero conocerte. Si luego de esto tu ves que yo no soy lo que tu piensas o no quieres saber nada más de mi, simplemente dímelo. Y yo no apareceré más por tu vida. – no quería eso, estaba segura de que me decía la verdad. Tenía miedo, ¿me estará haciendo algo psicológico para que yo crea en el?

- De acuerdo, no pierdo nada. – ¡¡¡ESTÚPIDA!!!!

- Aquí están sus cocas.

- Gracias Cris. – se marcho enseguida, pero en menos de un segundo estaba allí de vuelta muy preocupado, se notaba por su rostro.

- Ali, ¿puedo hablar con vos?

- Si claro – acepté un poco enojada, sabiendo por donde venía la mano.

- Discúlpame Nahuel, ya regreso – asintió amablemente.

- Mira Cris, yo se lo que hago. No me vengas con un sermón; cualquier cosa estoy acá y tu me vas a ver, así que no te preocupes por demás y...

- No Alma, no es eso –me interrumpió exaltado - Gaby esta del otro lado del bar - mis ojos se abrieron como dos platos y miré para todos lados.

- No lo vas a ver desde acá. No intentes mirar, te va a descubrir. Pero eso no es lo peor Ali.

- ¿Hay algo peor que eso? – le dije cada vez más y más nerviosa. Esto era lo peor que me podía estar pasando en el momento.

- Esta con Manuel y unos amigos.

- ¿QUÉ? – prácticamente grité, me puse con los pelos de punta, ¿qué rayos iba a hacer ahora? Claro que había algo peor. Siempre hay algo peor. – Hay Cris, -¿qué voy a hacer? Ayúdame por favor.

- Ándate antes de que te caigan. ¡Uy! no ya es tarde, Gaby viene hacia acá. – yo estaba de espalda desde donde el venía, me quedé inmóvil.

- No, no, no, no puedo tener tanta mala suerte- susurré.

- No Ali, no podes ser tan tonta. Estamos en un pueblo, todo el mundo se reúne en los mismos lugares. – tenía toda la razón; obviamente, yo no estaba pensando cuando le dije que si a Nahuel y menos iba a pensar en encontrarme así con mi hermano, y menos que menos con Gaby. Lo más importante, aunque no lo pareciera los últimos días de la forma en la que me comportaba.

- Cris llévame otra cerveza a la mesa o la paso a buscar cuando vuelva del baño ¿si?

- Si claro. – no se dio cuenta, genial que siga de largo y yo me hago totalmente la boba.

- ¿Ali? – demasiado tarde. Me di la vuelta y puse mi mejor cara de sorpresa, demás esta decir que no me salió nada convincente. - ¿cómo estás?, ¿qué haces por aquí? ¿viniste con tus amigos? – demasiadas preguntas a las cuales yo no estaba en muchas condiciones para responder.

- Alma, voy al baño ¿si? - Mis ojos dejaron de mirar automáticamente la cara de Gaby. Claramente este no era mi día.¿A Nahuel se le había ocurrido ir al baño justamente cuando yo estaba hablando con Gaby? ¿Sería cierto esto que me estaba pasando o solamente era una treta del destino? Una broma nada más. No, definitivamente esto estaba pasando.

No sabía que decir, las palabras no me salían. Intenté mirar a Gaby nuevamente, pero me estaba ganando el miedo. No quería ver su rostro lastimado, él no se lo merecía. De todas maneras tomé fuerzas y lo miré. Su rostro alegre de siempre, había cambiado. Tenía los ojos brillantes, pero sin lágrimas, su cara era de una tristeza profunda. Lo había herido. A pesar de que no le había dicho nada sobre eso, de todas maneras se dio cuenta de lo que allí estaba pasando. Mi cara se puso acorde con la suya, no podía dejar de sentirme mal por el hecho de que era yo la culpable de su tristeza. "Maldito baño que estaba tan cerca de nosotros ", pensé, como si aquel estuviera en complot con el destino para hacerme esto, sonreí para mis adentro, por la estupidez que estaba pensando.

- ¿¿Alma?? ¿¿Está todo bien?? – preguntó luego de no haberle contestado, detrás de mí Nahuel a quien todavía no había mirado; de seguro percibió lo turbio del ambiente – Ahh – dijo por lo bajo, debió de haber visto quién estaba y ahí si se dio cuenta de todo. De pronto sentí que el ya no estaba allí, de todas maneras no quise voltear, seguía mirando a Gaby como una tonta esperando que algo dijera, muriendo de vergüenza y tristeza; parecía hasta incapaz de pestañar.

- Me tengo que ir – dijo de pronto y se fue, quise seguirlo pero no pude. Me quedé allí parada como una cobarde. Ni siquiera tuve el valor de gritarle, vi como se iba ágilmente, y como uno de sus amigos corrió hacia la puerta preocupado para ver a donde se había ido de esa manera. Lo siguió, pero él lo despachó de un empujón, subió a su auto y se marchó. El amigo quedó allí en el medio de la calle, mirando al auto irse y levantando los brazos sin entender absolutamente nada. Luego dio media vuelta para volver hacia el bar y me vio allí parada. Su cara cambió de preocupación a enojo, me miró lleno de odio, se había dado cuenta sin que nadie le dijera nada que eso había sido por mi culpa, solo por mi culpa. Yo seguía allí parada, ahora mirando a su amigo, quién entró al bar sin dejar de mirarme hasta que dio la vuelta y volvió a donde estaban sus amigos, y mi hermano. Ya ni me preocupaba si le decía algo a Manuel, era lo de menos en este momento.



CAPITULO VII: LA CITA MAS CORTA Y LA DESILUCION MAS GRANDE Parte I

Estuve toda la tarde nerviosa por el encuentro, pero tampoco podía dejar de sacar ideas y conclusiones en mi cabeza, ¿estaba haciendo bien?, el tenía razón, no había sido nada transparente conmigo pero de todas formas yo estaba confiando en él.

Una hora antes, comencé a vestirme, intenté hacerlo de la mejor forma posible, pero que no demostrara que quería estar más elegante para él. Me puse mi blusa favorita y unos jeans, tomé unas botas que mi madre me compró hace mucho en New York, las cuales ya estaban echando polvo. No era que no me gustaran, lo que no me gustaba era exagerar en mi vestimenta en un pueblo así, pero hoy me dio el impulso de usarlas.

Me puse el mejor busito que tenía, me perfumé, me dejé el pelo tal cual estaba, solo una peinada por arriba para que no pareciera desprolijo y marché al encuentro. ”Si Flo me viera arreglándome de esta manera moriría", me dije mientras reía nerviosa. Tenía muchas preguntas que hacerle, y otras tantas que contestarme a mi misma. Mi cabeza no paraba de pensar ni un minuto en lo que él me iba a decir y en lo que él me causaba cuando estaba cerca de mí.

Me dio vergüenza por un segundo y me sentí terrible; claro era que yo estaba saliendo con alguien a unos días de haber terminado con Gaby. Alguien de seguro me iba a ver e iba a ir corriendo a contarle. Desde mi faceta egoísta trabaje esta vez, no me había puesto a pensar en él. Esto le dolería, ¿cómo se lo podía explicar? Me odiaría seguramente, no querría saber nada más de mí.

Pero ahora ya no podía echarme para atrás, estaba en mi auto, rumbo al bar; en realidad si que podía, pero mi egoísmo me estaba ganando de nuevo, quería ir, no podía dejar de ir, quería verlo. ¿Qué me estaba pasando con este chico? Nunca jamás hubiera hecho algo así sabiendo que iba a lastimar a alguien más, o por lo menos hubiera pensado la propuesta más de diez veces antes de aceptarla o pensado en Gaby aunque sea una vez en el momento de la respuesta. Nada de esto hice, esta no era yo, esto no era normal; algo estaba mal en mí. Mi confusión se había vuelto enardecedora.

Prendí la música, digna cobarde, yo sabía que eso me distraía. Hasta no llegar al bar no paré de escuchar música y cantar, para no pensar en todo lo que en ese momento estaba sucediendo en mí. Era absurdo

Ya estaba allí, lo veía adentro sentado tomando un refresco. Faltaban veinte minutos para el encuentro, vacilé, pero no me duró más de un segundo. Me bajé del coche y caminé casi corriendo hasta el bar, demasiada ansiedad para una persona como yo, tranquila y responsable. En este momento estaba haciendo todo lo contrario a lo que yo haría y a lo que yo era.

Entré al bar y el estaba ahí, mirando el reloj ansiosamente. Sonreí pensando en que estaría preocupado de que yo no llegara y caminé hacia él.

- Hola – dije mientras me paraba enfrente de él. Pegó un salto y se paró. Me causó mucha gracia y vergüenza. A él también claramente.

- Alma, siéntate. Llegaste temprano.

- Tu más.

- Eh si, estaba ansioso por verte. – a la vista estaba que no tenía ningún problema en demostrar lo que sentía. Eso no me daba comodidad. Simplemente le sonreí forzosamente y avergonzada.

- Siéntate. ¿Quieres algo de comer?

- Bueno, me gustaría en realidad algo para tomar, tengo un poco de sed.

- Claro, claro. – llamó rápidamente al mesero. Ya había hasta olvidado que el mesero era uno de mis amigos, Cristian.

- ¡¡¡Ali!!! miró un par de veces a Nahuel y a mi sorprendido.

- Hola Cris, ¿cómo te lleva el trabajo? – lo miré sabiendo que estaba ruborizada hasta las muelas, a pesar de que mi actitud hablaba como si nada estuviera pasando. Me volvió a mirar incrédulo y por un segundo no respondió. Mientras que Nahuel parecía no darse cuenta de nada, y no me sacaba los ojos de encima.

- Bien, como siempre. ¿Que quieren tomar?

- Para mi otra coca por favor. ¿Vos?

- Si, yo también quiero una coca.

- Enseguida – se fue rápidamente sin quitar su cara de incredulidad.

- ¿Ese es uno de tus amigos verdad? - asentí intranquila. - ¿Estaba bien? Parecía que algo le pasaba.

- Si, simplemente no es normal que yo salga con gente que conozco hace una semana y se comportó como lo hizo esta tarde.

- Él se encontraba en el campo contigo. Con razón su rostro cambió tanto al verme.

- Hablando de esta tarde. ¿Por qué te fuiste así? ¿Por qué me dijiste lo que me dijiste? – no quería perder la oportunidad ahora que el tema estaba en nuestra conversación. Su cara no tuvo ningún cambio, parecía dispuesto a mencionarlo.

- Es que mis padres no están de acuerdo con que yo vague por la vida de esta manera con gente que desconozco. Y más en un lugar donde soy el nuevo y me fui de una forma abrupta el otro día cuando fui a verte.

- Pero, ¿cómo sabías que yo estaba allí? – acababa de caer a la cuenta en eso, para otra persona del pueblo era normal que sin saber nos encontrara allí, ya que siempre frecuentábamos los mismos lugares. ¿Pero él?

- Un señor del pueblo, me dijo que ustedes siempre se juntaban por allí los fines de semanas. Aunque también me dijo que...

- ¿Qué?

- Que no sabía si tu estarías, porque los fin de semanas sueles pasar con tu... con tú novio – se interrumpió un momento mientras su cara se le iba transformando y miraba hacia la mesa. Parecía dolido al decir aquello.

- Si. Es verdad. – me volvió a mirar con desconcierto.

- Tienes novio. ¿Por qué saliste conmigo entonces? ¿Es el chico que te siguió el otro día en el baile cuando te fuiste? Te observé irte y observé también que él te siguió apresuradamente ansioso y triste, ¿porque nos vio juntos charlando? ¿Es el verdad? – se puso nervioso, comenzó a hablar sin detenerse a respirar, me hizo recordar por un momento a Gaby cuando tuvimos la charla del “adiós”.

- Si es él. Pero no es mi novio, ya no lo es. – sentí un leve suspiro y sonrió por lo bajo.

- Que triste. Lamento oír eso.

- Avísale eso a tu boca que esta esbozando una pequeña sonrisa.

- Discúlpame, creí que simplemente había pensado eso. Es que no te quiero mentir, no me hizo sentir nada bien el hecho de saber que estabas con alguien.

No sabía que decirle, todo esto era muy raro. Mi sentido común, que últimamente o no funcionaba, se había fugado o solo venía sin porcentaje de ganarle a mi locura, me estaba diciendo que saliera de allí ahora mismo antes de que la cosa se pusiera insostenible. Nadie normal se pondría de esa manera al conocerse en tan poco tiempo. Pero otra vez aquel débil sentido común se calló, de todas formas yo sabía que no corría ni salía de allí muerta de pánico mientras aquel extraño me decía que estaba celoso y con ganas de verme, porque yo también sentía algo parecido por él.

- No entiendo por qué me estas diciendo todo esto. No entiendo; hace pocos días que nos conocemos y no fue de una manera nada gratificante, ni emocionante, ni “normal”. ¿Por qué debería de creerte lo que me estas diciendo? Podes ser perfectamente un hablador más.

- Confiando. Nunca vas a comprobar nada sino viviendo.



martes, 10 de agosto de 2010

CAPITULO VI: IMPULSOS

Cuando me decidí a ir alguien me ganó. Era una muchacha hermosa, pelirroja, extravagante que tocó su puerta. No había escuchado llegar a su coche, de veras era muy silencioso y hermoso por cierto. Era uno de esos autos nuevos Volkswagen Escarabajo, de esos que no había visto jamás frente a frente.
Ella tocó la puerta y espero tranquilamente a que alguien le abriera, de repente un hombre alto, con facciones hermosas que coincidían con las de Nahuel, "debe ser su padre" balbucee; se le transformó una gran sonrisa a penas vio a la bella muchacha.
Ella lo saludó muy entusiasmada, como si fuesen años sin haberse visto.
Algo llamó mi atención y me asustó. A ambos se les había cambiado el rostro, ¿qué podría haber pasado como para que ambos cambiaran esa sonrisa marcada por una cara llena de enojo? YO. Me estaban mirando a mí, ¿era por eso realmente que Nahuel se tenía que ir rápido?, ellos estarían enojados conmigo porque él fuera a verme o se hubiera escapado para verme.
Seguían allí parados sin sacarme los ojos encima, no sabía que hacer, si irme o ir hasta ellos para aclararles que nada había malo en mí.
Sin darme cuenta ya estaba fuera de la camioneta caminando hacia ellos, que seguían clavándome la mirada. Estaba un poco intimidada, pero tampoco era que me iban a comer "concéntrate Alma".
- Hola, soy Alma. Me gustaría hablar con Nahuel, ¿él está? – muerta de timidez por dentro, pero muy decidida por fuera.
Ahora ambos me miraron incrédulos, como si estuviera totalmente loca de haberles ido a hablar. Suspiré de tranquilidad mientras percibía a Nahuel gracias a la puerta entreabierta, que bajaba rápidamente las escaleras rumbo a nosotros. Su rostro era algo parecido a la Mona Lisa, no sabía si estaba contento o triste. Era una mezcla de ambos.
- Alma, ¿qué haces aquí? Ven conmigo. – me tomó del brazo y me llevó ágilmente hacia el bosque que se encontraba del otro lado de su casa tan hermoso como siempre. Nos internamos en él y allí pude reaccionar, solté mi brazo de un golpe, me paré y él dió media vuelta rápido para ver que era lo que me había pasado.
- ¿A dónde me llevas? ¿Qué es lo que pasa?
- Alma, no puedes venir así. No es bueno que hagas esto, te lo dije hoy.
- No, no me has dicho nada. Simplemente huiste. Es por eso que estoy aquí. No puedes venir y decirme esas cosas, y luego irte sin explicarme nada.
- Mira Alma, realmente no es bueno que estés aquí. Mi familia no es nada realmente buena en el sentido, de que conozca...bueno... – balbuceó - no es bueno que vengas aquí.
- No me estas diciendo nada todavía. Solo estas repitiendo y tartamudeando ¿Puedes explicarme? – ahora estaba molestándome muy seriamente
- No, sinceramente no. No puedo, no es que no quiera, simplemente no puedo.
- ¿Y eso de que querías verme? ¿Tampoco lo puedes explicar? – lo miré con una sonrisa sumamente sarcástica.
- Bueno, eso – cambió rápidamente de actitud, a más rozagante y avergonzado – sigue siendo verdad, quería verte y eso no ha cambiado.
- Pero no entiendo el por que. No nos conocemos nada.
- Yo tampoco lo se, es algo que simplemente me pasó, tenía ganas de verte y fui. Soy bastante impulsivo. Yo tampoco entiendo el porque, algo en ti me dice que no puedo dejar de verte. Que no quiero dejar de verte. – ahora la avergonzada era yo, me sentía como una niña. - ¿Quieres salir conmigo? – me dijo mirándome siempre a los ojos, era algo impresionante todo lo que el podía transmitir.
- ¿Cómo? ¿Salir contigo?
- Sino quieres esta bien, no tienes porque hacerlo. Después de todo no me he comportado transparente contigo y... – lo interrumpí, sabía que me iba a arrepentir.
- Salgamos – puso una sonrisa muy marcada, realmente estaba contento de mi respuesta.
- ¿De verdad?
- Claro que si, ¿por qué no? – sonrió otra vez, pero esta vez fue de una manera más picara, e irónica
- Por el hecho de que no soy una persona que realmente conozcas, que tuvo actitudes raras para contigo y que huí.
- Buena acotación – fruncí el seño y sonreí. Me estaba sintiendo bien a su lado, de todos modos también estaba muy curiosa porque no me dijera nada, ni el porque de que me haya sacado así de la casa, ni el porque me miraban así aquellas dos personas y tampoco el porque de que esta tarde se fue de esa manera de el lugar. - No me has dicho nada sobre lo anterior, ni lo de esta tarde.
- ¿Podemos hablarlo cuando salgamos? – me mordí el labio, tenía ganas de decirle que no quería esperar. Pero preferí aceptar y asentí – entonces te paso a buscar por tu casa esta noche, a eso de las diez ¿te parece?
- Mmm, mejor nos encontramos en algún lugar. No quiero que mi hermano vea que salgo con un chico y encima que el no conoce, es demasiado celoso y aunque no me interese prefiero evitar problemas.
- Por mi no te preocupes. ¿Te parece encontrarnos en el bar que esta a la esquina de la plaza Marfil?
- De acuerdo. Nos encontramos ahí, mejor me voy, no quiero que alguien venga a matarme porque te vine a ver, no creo que me haya llegado mi hora todavía – reí entre dientes a la vez que el también lo hacía.
Me acompañó hasta mi auto, mientras que el hombre bonito y la pelirroja todavía estaban allí observándonos. Me subí rápidamente, miré para atrás y vi que Nahuel estaba discutiendo con aquellas dos personas. No quise suponer nada así que volví la mirada en mi trayecto.

CAPITULO V: PERDIENDO LA CORDURA

- Hola – me limité a decir esperando una respuesta rápida de lo que quería, para salir rápidamente de allí, así no se daba cuenta de mi nerviosismo y mi cambio de color en las mejillas.

- Alma, ¿cómo estás?

- Bien – quedamos un minuto en silencio, yo miraba a un costado llena de vergüenza y él no me quitaba los ojos de encima. Me dieron unas ganas imperiosas de preguntarle que era lo que quería y porque me estaba llamando con aquel rostro hermoso, despreocupado y contento. Era malvado, ¿por qué lo hacía?

- Vine a verte ¿sabes? No me preguntes porque, pero tenía muchas ganas de verte. Estuve toda la semana discutiendo conmigo mismo de si venir o no. Disculpa que te diga todo esto de esta manera, no quiero que te asustes, ni quiero que te preocupes. Tampoco quiero que te sientas obligada a algo; simplemente tenía ganas de venir y decírtelo. Es extraño todo esto. – lo miré automáticamente, él siguió hablando por unos minutos mas, mientras yo no entendía mucho lo que decía, ni porque lo estaba diciendo, ni el sentido que todo esto tuviera. Lo miraba seguramente con una cara de asombro, mezclada con una atención por demás, tanto que sentía que dejaba de escuchar de a ratos para adentrarme en lo que me intentaba decir, estaba absorbida por la vergüenza. – no debería de estar aquí, se van a enojar o peor.

En ese mismo momento si presté atención a lo que había dicho, dejando atrás mi análisis de cada palabra que decía a medida de que pasaban las 5 frases. Me concentré en su “no debería estar aquí, se van a enojar o peor”. ¿A que se refería? ¿Mi hermano Manuel luego de verme hablar con el, a escondidas mías fue amenazarlo de muerte? ¿Cómo pudo? Esa maldita manía de no dejarme en paz. Pero estaba hablando de más de uno, ¿mis otros hermanos lo habrán llamado en complicidad de Manuel? ¿Qué otra cosa podía ser? De todas maneras no quise decir a que conclusiones había llegado, quizás no tenía nada que ver y metía la pata haciendo que el se asustara de verdad ante hermanos celosos capaces de todo con tal de que la vida de su hermana sea imposible.

- ¿De quiénes estás hablando? ¿Quiénes se van a enojar? – me miró con cara de sorprendido, como si eso lo hubiera querido decir para sus adentros y no en voz alta.

- No, de nadie. No te preocupes. Me tengo que ir. Adiós.

- ¿Cómo? Hace un minuto me estabas diciendo que viniste porque querías verme y no se que otras cosas extrañas. ¿Y ahora me dices que tienes que irte luego de que comentaras algo que yo sinceramente no entiendo?

- Si lo se, discúlpame. Pero es mejor que me vaya. Adiós Alma. – y se fue tan rápido como vino, me quedé allí atontada intentando pensar el porque de sus palabras, desde que quería verme hasta de su “se van a enojar”. No entendía nada.

- ¡¡¡Ali!!! – gritó Flor mientras sentía que corría hacia mi – ¿estás bien? ¿Qué pasó? ¿Te hizo algo? Mirá que si te hizo algo...

- ...no nada, no pasó nada. Fue totalmente extraño en realidad. – la interrumpí antes de que empezara a hablar más y más.

- Si me di cuenta, de repente reía, de repente sonrojó y de un momento para el otro palideció y se fue. Tú te quedaste ahí parada. Creí que algo malo había pasado. Les dije a los demás que no vinieran por las dudas, quería saberlo antes.

- Hiciste bien, realmente no pasó nada. Solo tuvimos una corta conversación.

- ¿Qué te dijo Alma? No me digas que nada, porque esa cara no proyecta un nada, ni siquiera proyecta una buena conversación.

- Me dijo que... – me interrumpí un poco pensando en si decirle la verdad o no esta vez, de seguro me iba a decir que me alejara de él. O algo por el estilo y se complicaría más las cosas. Pero Flor se entristecería que yo no le contara mis cosas y las descubriera por ahí en algún momento, aunque hayan pasado mil años, no me lo iba a perdonar tan fácil. – vino a verme a mí hasta aquí.

- ¿Y qué más? No creo que por eso haya puesto esa cara pálida, quizás la rojiza, pero no la pálida. - le comenté lo que había pasado. Me miró con miedo y preocupación. Su cara se convertía en la de una madre. No la culpo, si ella estuviera en mi lugar yo pensaría lo mismo, diría lo mismo y la cuidaría igual. Le dije un par de cosas para que se tranquilizara, le prometí no meterme en problemas, aunque no estaba segura de que me creyera. Aunque lo disimuló muy bien en su “Te creo Alma”. Ni yo me creía, me sentía ahora más atraída hacia ese chico misterioso.

Nos fuimos hacia donde estaban los chicos, todos me miraron como para preguntarme que había sucedido, pero agradecí la cara amenazadora de Flor para que no me preguntaran nada.

Marché hacia casa lentamente todavía pensando en lo que aquel chico me había dicho, no estaba convencida con nada de lo que Flor me propuso como posibilidades. Estaba a punto de llamar a mamá, cuando recordé nuevamente que no era algo bueno de hablarlo con una madre a pesar de ser mi confidente, cosas así no se las podía contar, seguía siendo mi madre y se preocuparía.

No aguantaba la inquietud, ni la intriga y menos la ansiedad de esperar a verlo quién sabe donde para preguntarle que quiso decir y porque quería verme. Me olvidé de la promesa que le hice a Flor, entonces di una vuelta sumamente brusca, no me di cuenta ni siquiera que podría haber estrellado contra un árbol, pero no pensé en eso y seguí aumentando la velocidad para llegar rápido a la casa de Nahuel. Era la segunda vez que me iba de esta manera sola.

Mi auto corrió y corrió por la carretera, hasta llegar a destino. Me quedé dentro del auto enfrente de la casa, dudando de si tocar o no esa puerta. Tenía razones y argumentos suficientes como para tocarla, y charlar con él. No era algo de lo que tendría que avergonzarme por no saber que decir.

CAPITULO IV: CONFUSA

Había pasado una semana ya desde que había visto por última vez a Nahuel en el baile, se me dio una vez por ir al bosque a ver si lo veía, pero a los tres minutos decidí que estaba completamente loca y me fui. De ahí no volví a tener el valor de buscarlo, prefería que él lo hiciera conmigo o por cuestión de suerte encontrármelo de casualidad.


Este sábado era particularmente hermoso, a pesar del frío; iba a ser un sábado de amigos, al aire libre como siempre, aunque por mi parte pasaba los fin de semanas con Gaby, ya que eran los únicos días a la semana que nos podíamos ver más de quince minutos, por culpa de mi facultad, por culpa de su tesis y el trabajo.

Pero el día de hoy volvía con mis amigos otra vez; no era algo que me disgustara, al contrario la pasaba muy bien con ellos y me divertía lo suficiente como para sonreír mucho hasta llegar a las carcajadas y olvidarme de mis problemas.

Lamenté el hecho de que mi hermano Emiliano era el que se haya ido y no Manuel este fin de semana; se les había dado a la idea de irse todos los fin de semanas a la casa de Sergio. A pesar de que no tenían ni la más mínima ganas de verlo.

No hablo mucho de él, no es algo que me satisfaga hacer, sino todo lo contrario; a pesar de que lo había “perdonado” por dejarme, no lo había hecho por lastimar a mi madre.

Manuel no quería ni que se intentara contactar con nosotros, sino era nada que tuviera que ver por lo menos con Pablo y por una urgencia, sino ya se sabía que Pablo llamaba por el mismo. Y menos que menos, que se intentara comunicar conmigo o con mamá, nos intentaba cuidar y yo lo entendía; aunque por mi parte, tampoco quería tener ningún contacto con el; ni hablar de mamá. Emi por su parte, simplemente no le daba importancia al tema, el ya había hecho como si nunca hubiera tenido un padre.

El viaje de los fines de semanas a la casa de Sergio era plenamente por el hecho de que Pablo nos había invitado a pasar por allá todos los fin de semanas que pudiéramos para poder tener un contacto más directo con él, ya que se le había hecho difícil venir por la facultad de Medicina que estaba haciendo por allá en EEUU. Sergio pagaba los pasajes, lo sobraba la plata y según decía Pablo “es lo menos que puede hacer”. A él tampoco le hacía gracia tener a Sergio como padre.

Mis hermanos volvían los martes por la noche, ya que se habían dejado un tiempo para faltar a sus respectivos trabajos y por el lado de Emi a su facultad, que era la misma que la mía pero el estudiaba Antropología, iba por su tercer año, era un buen estudiante, Manuel no, odiaba el estudio pero era muy trabajador, ahora estaba trabajando para mamá, reconstruyendo máquinas y no se que cosas más.

Yo por mi parte no quería ir a EEUU, no se me daba bien volar y menos cada fin de semana, a parte no me quería perder nada de la facultad. También era una excusa para no ver a Sergio, a pesar de que el sabía que ninguno de los tres iba por el y que ni siquiera nos queríamos cruzar, y el tampoco forzaba la situación, de todas maneras yo no estaba en condiciones de querer verlo para nada. Por otro lado había sido un poco por el hecho de que los fines de semanas era para ver a Gaby, ahora obviamente esa parte de la historia ya no era una excusa, pero seguía teniendo las demás.

Sabía que Pablo me extrañaba mucho y le prometí ir cuando Sergio no estuviera en la ciudad, me tomó la palabra y sabía muy bien que iba a cumplir.

Nuestro día de campo se salió del aire tranquilizador en el momento en que Flor me miró de una manera extraña y señaló con la cabeza hacia el camino, al mirar divisé a un chico que me parecía algo conocido hasta que me di cuenta de que era Nahuel. Estaba apoyado hermosamente contra su camioneta gris, una Toyota Tacundra 2009, la reconocí al instante, Manuel estaba loco por una de esas; se veía impecable, debería de haberla comprado hace poco o verdaderamente la cuidaba mucho.

Luego de ese lapso de segundos que intenté visualizar todo aquello, bajé la cabeza y seguí en lo mío, hasta que Flor me interrumpió en mis pensamientos nerviosos acerca de que estaría haciendo allí Nahuel parado mirando para donde estábamos nosotros. ¿Querría unirse a nuestros amigos? ¿Mis deseos de que me buscara se habían hecho realidad?

- Ali, te esta mirando y me señala que te llame. – automáticamente miré, parecía desesperada, eso era exactamente lo que quería escuchar. De que el estaba ahí por mi. No era nada buena disimulando.

Cuando lo miré, él me estaba mirando con esos ojos divinos y me llamó con la mano para que fuera hasta él. Vacilé por un momento, hasta que Flor me dio un sutil golpecito en las costillas y me dijo que fuera, aunque yo sabía que no le simpatizaba mucho Nahuel.

Me levanté y pude percibir las miradas de todos mis amigos, preguntándose a donde iba. Pero dándose cuenta enseguida hacia donde se dirigían mis ojos no preguntaron nada más. Solo reían entre ellos y comentaban cosas que no quise escuchar. Llegué hacia donde estaba él esperándome tranquilamente y con aire de fortuna. No lo comprendí.