lunes, 23 de agosto de 2010

CAPITULO VII: LA CITA MAS CORTA Y LA DESILUCION MAS GRANDE Parte I

Estuve toda la tarde nerviosa por el encuentro, pero tampoco podía dejar de sacar ideas y conclusiones en mi cabeza, ¿estaba haciendo bien?, el tenía razón, no había sido nada transparente conmigo pero de todas formas yo estaba confiando en él.

Una hora antes, comencé a vestirme, intenté hacerlo de la mejor forma posible, pero que no demostrara que quería estar más elegante para él. Me puse mi blusa favorita y unos jeans, tomé unas botas que mi madre me compró hace mucho en New York, las cuales ya estaban echando polvo. No era que no me gustaran, lo que no me gustaba era exagerar en mi vestimenta en un pueblo así, pero hoy me dio el impulso de usarlas.

Me puse el mejor busito que tenía, me perfumé, me dejé el pelo tal cual estaba, solo una peinada por arriba para que no pareciera desprolijo y marché al encuentro. ”Si Flo me viera arreglándome de esta manera moriría", me dije mientras reía nerviosa. Tenía muchas preguntas que hacerle, y otras tantas que contestarme a mi misma. Mi cabeza no paraba de pensar ni un minuto en lo que él me iba a decir y en lo que él me causaba cuando estaba cerca de mí.

Me dio vergüenza por un segundo y me sentí terrible; claro era que yo estaba saliendo con alguien a unos días de haber terminado con Gaby. Alguien de seguro me iba a ver e iba a ir corriendo a contarle. Desde mi faceta egoísta trabaje esta vez, no me había puesto a pensar en él. Esto le dolería, ¿cómo se lo podía explicar? Me odiaría seguramente, no querría saber nada más de mí.

Pero ahora ya no podía echarme para atrás, estaba en mi auto, rumbo al bar; en realidad si que podía, pero mi egoísmo me estaba ganando de nuevo, quería ir, no podía dejar de ir, quería verlo. ¿Qué me estaba pasando con este chico? Nunca jamás hubiera hecho algo así sabiendo que iba a lastimar a alguien más, o por lo menos hubiera pensado la propuesta más de diez veces antes de aceptarla o pensado en Gaby aunque sea una vez en el momento de la respuesta. Nada de esto hice, esta no era yo, esto no era normal; algo estaba mal en mí. Mi confusión se había vuelto enardecedora.

Prendí la música, digna cobarde, yo sabía que eso me distraía. Hasta no llegar al bar no paré de escuchar música y cantar, para no pensar en todo lo que en ese momento estaba sucediendo en mí. Era absurdo

Ya estaba allí, lo veía adentro sentado tomando un refresco. Faltaban veinte minutos para el encuentro, vacilé, pero no me duró más de un segundo. Me bajé del coche y caminé casi corriendo hasta el bar, demasiada ansiedad para una persona como yo, tranquila y responsable. En este momento estaba haciendo todo lo contrario a lo que yo haría y a lo que yo era.

Entré al bar y el estaba ahí, mirando el reloj ansiosamente. Sonreí pensando en que estaría preocupado de que yo no llegara y caminé hacia él.

- Hola – dije mientras me paraba enfrente de él. Pegó un salto y se paró. Me causó mucha gracia y vergüenza. A él también claramente.

- Alma, siéntate. Llegaste temprano.

- Tu más.

- Eh si, estaba ansioso por verte. – a la vista estaba que no tenía ningún problema en demostrar lo que sentía. Eso no me daba comodidad. Simplemente le sonreí forzosamente y avergonzada.

- Siéntate. ¿Quieres algo de comer?

- Bueno, me gustaría en realidad algo para tomar, tengo un poco de sed.

- Claro, claro. – llamó rápidamente al mesero. Ya había hasta olvidado que el mesero era uno de mis amigos, Cristian.

- ¡¡¡Ali!!! miró un par de veces a Nahuel y a mi sorprendido.

- Hola Cris, ¿cómo te lleva el trabajo? – lo miré sabiendo que estaba ruborizada hasta las muelas, a pesar de que mi actitud hablaba como si nada estuviera pasando. Me volvió a mirar incrédulo y por un segundo no respondió. Mientras que Nahuel parecía no darse cuenta de nada, y no me sacaba los ojos de encima.

- Bien, como siempre. ¿Que quieren tomar?

- Para mi otra coca por favor. ¿Vos?

- Si, yo también quiero una coca.

- Enseguida – se fue rápidamente sin quitar su cara de incredulidad.

- ¿Ese es uno de tus amigos verdad? - asentí intranquila. - ¿Estaba bien? Parecía que algo le pasaba.

- Si, simplemente no es normal que yo salga con gente que conozco hace una semana y se comportó como lo hizo esta tarde.

- Él se encontraba en el campo contigo. Con razón su rostro cambió tanto al verme.

- Hablando de esta tarde. ¿Por qué te fuiste así? ¿Por qué me dijiste lo que me dijiste? – no quería perder la oportunidad ahora que el tema estaba en nuestra conversación. Su cara no tuvo ningún cambio, parecía dispuesto a mencionarlo.

- Es que mis padres no están de acuerdo con que yo vague por la vida de esta manera con gente que desconozco. Y más en un lugar donde soy el nuevo y me fui de una forma abrupta el otro día cuando fui a verte.

- Pero, ¿cómo sabías que yo estaba allí? – acababa de caer a la cuenta en eso, para otra persona del pueblo era normal que sin saber nos encontrara allí, ya que siempre frecuentábamos los mismos lugares. ¿Pero él?

- Un señor del pueblo, me dijo que ustedes siempre se juntaban por allí los fines de semanas. Aunque también me dijo que...

- ¿Qué?

- Que no sabía si tu estarías, porque los fin de semanas sueles pasar con tu... con tú novio – se interrumpió un momento mientras su cara se le iba transformando y miraba hacia la mesa. Parecía dolido al decir aquello.

- Si. Es verdad. – me volvió a mirar con desconcierto.

- Tienes novio. ¿Por qué saliste conmigo entonces? ¿Es el chico que te siguió el otro día en el baile cuando te fuiste? Te observé irte y observé también que él te siguió apresuradamente ansioso y triste, ¿porque nos vio juntos charlando? ¿Es el verdad? – se puso nervioso, comenzó a hablar sin detenerse a respirar, me hizo recordar por un momento a Gaby cuando tuvimos la charla del “adiós”.

- Si es él. Pero no es mi novio, ya no lo es. – sentí un leve suspiro y sonrió por lo bajo.

- Que triste. Lamento oír eso.

- Avísale eso a tu boca que esta esbozando una pequeña sonrisa.

- Discúlpame, creí que simplemente había pensado eso. Es que no te quiero mentir, no me hizo sentir nada bien el hecho de saber que estabas con alguien.

No sabía que decirle, todo esto era muy raro. Mi sentido común, que últimamente o no funcionaba, se había fugado o solo venía sin porcentaje de ganarle a mi locura, me estaba diciendo que saliera de allí ahora mismo antes de que la cosa se pusiera insostenible. Nadie normal se pondría de esa manera al conocerse en tan poco tiempo. Pero otra vez aquel débil sentido común se calló, de todas formas yo sabía que no corría ni salía de allí muerta de pánico mientras aquel extraño me decía que estaba celoso y con ganas de verme, porque yo también sentía algo parecido por él.

- No entiendo por qué me estas diciendo todo esto. No entiendo; hace pocos días que nos conocemos y no fue de una manera nada gratificante, ni emocionante, ni “normal”. ¿Por qué debería de creerte lo que me estas diciendo? Podes ser perfectamente un hablador más.

- Confiando. Nunca vas a comprobar nada sino viviendo.



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