martes, 10 de agosto de 2010

CAPITULO IV: CONFUSA

Había pasado una semana ya desde que había visto por última vez a Nahuel en el baile, se me dio una vez por ir al bosque a ver si lo veía, pero a los tres minutos decidí que estaba completamente loca y me fui. De ahí no volví a tener el valor de buscarlo, prefería que él lo hiciera conmigo o por cuestión de suerte encontrármelo de casualidad.


Este sábado era particularmente hermoso, a pesar del frío; iba a ser un sábado de amigos, al aire libre como siempre, aunque por mi parte pasaba los fin de semanas con Gaby, ya que eran los únicos días a la semana que nos podíamos ver más de quince minutos, por culpa de mi facultad, por culpa de su tesis y el trabajo.

Pero el día de hoy volvía con mis amigos otra vez; no era algo que me disgustara, al contrario la pasaba muy bien con ellos y me divertía lo suficiente como para sonreír mucho hasta llegar a las carcajadas y olvidarme de mis problemas.

Lamenté el hecho de que mi hermano Emiliano era el que se haya ido y no Manuel este fin de semana; se les había dado a la idea de irse todos los fin de semanas a la casa de Sergio. A pesar de que no tenían ni la más mínima ganas de verlo.

No hablo mucho de él, no es algo que me satisfaga hacer, sino todo lo contrario; a pesar de que lo había “perdonado” por dejarme, no lo había hecho por lastimar a mi madre.

Manuel no quería ni que se intentara contactar con nosotros, sino era nada que tuviera que ver por lo menos con Pablo y por una urgencia, sino ya se sabía que Pablo llamaba por el mismo. Y menos que menos, que se intentara comunicar conmigo o con mamá, nos intentaba cuidar y yo lo entendía; aunque por mi parte, tampoco quería tener ningún contacto con el; ni hablar de mamá. Emi por su parte, simplemente no le daba importancia al tema, el ya había hecho como si nunca hubiera tenido un padre.

El viaje de los fines de semanas a la casa de Sergio era plenamente por el hecho de que Pablo nos había invitado a pasar por allá todos los fin de semanas que pudiéramos para poder tener un contacto más directo con él, ya que se le había hecho difícil venir por la facultad de Medicina que estaba haciendo por allá en EEUU. Sergio pagaba los pasajes, lo sobraba la plata y según decía Pablo “es lo menos que puede hacer”. A él tampoco le hacía gracia tener a Sergio como padre.

Mis hermanos volvían los martes por la noche, ya que se habían dejado un tiempo para faltar a sus respectivos trabajos y por el lado de Emi a su facultad, que era la misma que la mía pero el estudiaba Antropología, iba por su tercer año, era un buen estudiante, Manuel no, odiaba el estudio pero era muy trabajador, ahora estaba trabajando para mamá, reconstruyendo máquinas y no se que cosas más.

Yo por mi parte no quería ir a EEUU, no se me daba bien volar y menos cada fin de semana, a parte no me quería perder nada de la facultad. También era una excusa para no ver a Sergio, a pesar de que el sabía que ninguno de los tres iba por el y que ni siquiera nos queríamos cruzar, y el tampoco forzaba la situación, de todas maneras yo no estaba en condiciones de querer verlo para nada. Por otro lado había sido un poco por el hecho de que los fines de semanas era para ver a Gaby, ahora obviamente esa parte de la historia ya no era una excusa, pero seguía teniendo las demás.

Sabía que Pablo me extrañaba mucho y le prometí ir cuando Sergio no estuviera en la ciudad, me tomó la palabra y sabía muy bien que iba a cumplir.

Nuestro día de campo se salió del aire tranquilizador en el momento en que Flor me miró de una manera extraña y señaló con la cabeza hacia el camino, al mirar divisé a un chico que me parecía algo conocido hasta que me di cuenta de que era Nahuel. Estaba apoyado hermosamente contra su camioneta gris, una Toyota Tacundra 2009, la reconocí al instante, Manuel estaba loco por una de esas; se veía impecable, debería de haberla comprado hace poco o verdaderamente la cuidaba mucho.

Luego de ese lapso de segundos que intenté visualizar todo aquello, bajé la cabeza y seguí en lo mío, hasta que Flor me interrumpió en mis pensamientos nerviosos acerca de que estaría haciendo allí Nahuel parado mirando para donde estábamos nosotros. ¿Querría unirse a nuestros amigos? ¿Mis deseos de que me buscara se habían hecho realidad?

- Ali, te esta mirando y me señala que te llame. – automáticamente miré, parecía desesperada, eso era exactamente lo que quería escuchar. De que el estaba ahí por mi. No era nada buena disimulando.

Cuando lo miré, él me estaba mirando con esos ojos divinos y me llamó con la mano para que fuera hasta él. Vacilé por un momento, hasta que Flor me dio un sutil golpecito en las costillas y me dijo que fuera, aunque yo sabía que no le simpatizaba mucho Nahuel.

Me levanté y pude percibir las miradas de todos mis amigos, preguntándose a donde iba. Pero dándose cuenta enseguida hacia donde se dirigían mis ojos no preguntaron nada más. Solo reían entre ellos y comentaban cosas que no quise escuchar. Llegué hacia donde estaba él esperándome tranquilamente y con aire de fortuna. No lo comprendí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario