martes, 10 de agosto de 2010

CAPITULO VI: IMPULSOS

Cuando me decidí a ir alguien me ganó. Era una muchacha hermosa, pelirroja, extravagante que tocó su puerta. No había escuchado llegar a su coche, de veras era muy silencioso y hermoso por cierto. Era uno de esos autos nuevos Volkswagen Escarabajo, de esos que no había visto jamás frente a frente.
Ella tocó la puerta y espero tranquilamente a que alguien le abriera, de repente un hombre alto, con facciones hermosas que coincidían con las de Nahuel, "debe ser su padre" balbucee; se le transformó una gran sonrisa a penas vio a la bella muchacha.
Ella lo saludó muy entusiasmada, como si fuesen años sin haberse visto.
Algo llamó mi atención y me asustó. A ambos se les había cambiado el rostro, ¿qué podría haber pasado como para que ambos cambiaran esa sonrisa marcada por una cara llena de enojo? YO. Me estaban mirando a mí, ¿era por eso realmente que Nahuel se tenía que ir rápido?, ellos estarían enojados conmigo porque él fuera a verme o se hubiera escapado para verme.
Seguían allí parados sin sacarme los ojos encima, no sabía que hacer, si irme o ir hasta ellos para aclararles que nada había malo en mí.
Sin darme cuenta ya estaba fuera de la camioneta caminando hacia ellos, que seguían clavándome la mirada. Estaba un poco intimidada, pero tampoco era que me iban a comer "concéntrate Alma".
- Hola, soy Alma. Me gustaría hablar con Nahuel, ¿él está? – muerta de timidez por dentro, pero muy decidida por fuera.
Ahora ambos me miraron incrédulos, como si estuviera totalmente loca de haberles ido a hablar. Suspiré de tranquilidad mientras percibía a Nahuel gracias a la puerta entreabierta, que bajaba rápidamente las escaleras rumbo a nosotros. Su rostro era algo parecido a la Mona Lisa, no sabía si estaba contento o triste. Era una mezcla de ambos.
- Alma, ¿qué haces aquí? Ven conmigo. – me tomó del brazo y me llevó ágilmente hacia el bosque que se encontraba del otro lado de su casa tan hermoso como siempre. Nos internamos en él y allí pude reaccionar, solté mi brazo de un golpe, me paré y él dió media vuelta rápido para ver que era lo que me había pasado.
- ¿A dónde me llevas? ¿Qué es lo que pasa?
- Alma, no puedes venir así. No es bueno que hagas esto, te lo dije hoy.
- No, no me has dicho nada. Simplemente huiste. Es por eso que estoy aquí. No puedes venir y decirme esas cosas, y luego irte sin explicarme nada.
- Mira Alma, realmente no es bueno que estés aquí. Mi familia no es nada realmente buena en el sentido, de que conozca...bueno... – balbuceó - no es bueno que vengas aquí.
- No me estas diciendo nada todavía. Solo estas repitiendo y tartamudeando ¿Puedes explicarme? – ahora estaba molestándome muy seriamente
- No, sinceramente no. No puedo, no es que no quiera, simplemente no puedo.
- ¿Y eso de que querías verme? ¿Tampoco lo puedes explicar? – lo miré con una sonrisa sumamente sarcástica.
- Bueno, eso – cambió rápidamente de actitud, a más rozagante y avergonzado – sigue siendo verdad, quería verte y eso no ha cambiado.
- Pero no entiendo el por que. No nos conocemos nada.
- Yo tampoco lo se, es algo que simplemente me pasó, tenía ganas de verte y fui. Soy bastante impulsivo. Yo tampoco entiendo el porque, algo en ti me dice que no puedo dejar de verte. Que no quiero dejar de verte. – ahora la avergonzada era yo, me sentía como una niña. - ¿Quieres salir conmigo? – me dijo mirándome siempre a los ojos, era algo impresionante todo lo que el podía transmitir.
- ¿Cómo? ¿Salir contigo?
- Sino quieres esta bien, no tienes porque hacerlo. Después de todo no me he comportado transparente contigo y... – lo interrumpí, sabía que me iba a arrepentir.
- Salgamos – puso una sonrisa muy marcada, realmente estaba contento de mi respuesta.
- ¿De verdad?
- Claro que si, ¿por qué no? – sonrió otra vez, pero esta vez fue de una manera más picara, e irónica
- Por el hecho de que no soy una persona que realmente conozcas, que tuvo actitudes raras para contigo y que huí.
- Buena acotación – fruncí el seño y sonreí. Me estaba sintiendo bien a su lado, de todos modos también estaba muy curiosa porque no me dijera nada, ni el porque de que me haya sacado así de la casa, ni el porque me miraban así aquellas dos personas y tampoco el porque de que esta tarde se fue de esa manera de el lugar. - No me has dicho nada sobre lo anterior, ni lo de esta tarde.
- ¿Podemos hablarlo cuando salgamos? – me mordí el labio, tenía ganas de decirle que no quería esperar. Pero preferí aceptar y asentí – entonces te paso a buscar por tu casa esta noche, a eso de las diez ¿te parece?
- Mmm, mejor nos encontramos en algún lugar. No quiero que mi hermano vea que salgo con un chico y encima que el no conoce, es demasiado celoso y aunque no me interese prefiero evitar problemas.
- Por mi no te preocupes. ¿Te parece encontrarnos en el bar que esta a la esquina de la plaza Marfil?
- De acuerdo. Nos encontramos ahí, mejor me voy, no quiero que alguien venga a matarme porque te vine a ver, no creo que me haya llegado mi hora todavía – reí entre dientes a la vez que el también lo hacía.
Me acompañó hasta mi auto, mientras que el hombre bonito y la pelirroja todavía estaban allí observándonos. Me subí rápidamente, miré para atrás y vi que Nahuel estaba discutiendo con aquellas dos personas. No quise suponer nada así que volví la mirada en mi trayecto.

1 comentario:

  1. excelente!!!! muero x saber q es lo q pasa con esa familia me encanta la personalidad q viene demostrando tener hasta el momento Nahuel, como siempre quedé enganchadisima mil besos, y hasta el próximo...

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